Imam Ali (AS): “El Caballero del Islam”

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Islam, Imam Ali (AS)

SHAFAQNA – ABNA: En el discurso 27 de la obra Nahyul Balagha se hace una alabanza del yihad (sacrificio, esfuerzo, combate religioso y espiritual en el camino de Dios) su significado y lo que puede realizar por los musulmanes.

El Imam Ali (as) ha comentado también los méritos de la valentía y ha condenado la cobardía. Ha denunciado igualmente, a los que no llegan a seguir sus órdenes.

El famoso historiador, investigador y orientalista francés Gabriel Enkiri, en su igualmente famoso libro “Le Chevalier de L’ Islam” (El Caballero del Islam) escribió:

“En el carácter extremadamente superfi no, grande y noble de ‘Ali, hubo dos rasgos que es difícil creer que puedan encontrarse en un mismo hombre: Aparte de ‘Ali, la historia no puede mostrar ningún otro hombre que haya desplegado estas dos cualidades al mismo tiempo, y cada una de ellas de modo tan notorio que nadie pueda sobrepasarle y muy pocos puedan alcanzarle. Fue el más grande Mariscal de su tiempo -incluso de todos los tiempos- y fue el hombre más sabio que podía explicar la religión, filosofía, ciencias, sociología y ética en un estilo que no puede ser mejorado, lo que es más, fue tan grande orador que sus discursos entusiasman incluso trece siglos después de su muerte”

En este discurso -como en tantos otros- Imam Ali (as) ha dejado un cuadro gráfico de los rasgos de su carácter. Ojalá tuviera suficiente control del inglés (o de hecho, de cualquier otro idioma) para resaltar la fuerza que llevan sus palabras, al camino que conducen y su desilusión por el comportamiento de gentes que prometieron defender al Islam y lo traicionaron a última hora.

A la edad de sesenta años, en el campo de la batalla de Yamal en Basra, de Siffin y de Nahrwan, Imam Ali (as) fue un Gran General y un soldado como lo fue en Badr, Uhud, Jandaq, Jaibar y Hunain, cuando estaba en lo mejor de su vida. Y al mismo tiempo, desde el púlpito era un Gran Orador y Predicador, como el mundo no vio nunca antes o lo verá después. Su instruida mente estaba completamente versada e íntimamente familiarizada con la física y las matemáticas, la filosofía y la religión, la psicología y la economía, la retórica y la ética, e intentó hacer llegar a quienes le escuchaban buena parte de ese conocimiento tanto como ellos eran capaces de comprender y de captar. El discurso, comienza así:

Por supuesto el yihad -una guerra en defensa de la religión y la humanidades una de las puertas al Paraíso que Dios ha mantenido abierta para Sus amigos privilegiados. De hecho, es una armadura diseñada por Él para proteger a Sus amigos de Sus opositores y enemigos de la humanidad.

Quienquiera que se aparte de ella con aversión, será castigado con desgracia, será aquejado por calamidades y pesares, recibirá la humillación en la vida y se oscurecerá en sus facultades de conocimiento, previsión y sagacidad. Igual que ha declinado el honor de defender su fe, se torcerá su curso en el camino de la verdad, el mundo le despreciará y le tratará con desdén y se le rehusará la justicia. ¿No os he estado aconsejando constantemente a presentaros individual y colectivamente a defender vuestra religión contra estos enemigos de Dios? ¿No os he dicho a menudo que a veces el ataque es la mejor defensa?

Juro por Dios que la gente que haya esperado que la guerra venga a sus puertas, ha esperado la ruina y la desgracia total. Pero habéis intentado pasaros de unos a otros las responsabilidades y habéis rehusado a venir en ayuda unos de otros hasta que el saqueo y el pillaje cayeron sobre vosotros y se os fue arrebatado vuestro país. Los ejércitos de Fufyal Ibn Auf invadieron vuestra provincia, mataron a Husein Ibn Husein y arrojaron a vuestro ejército de su provincia.

Se me ha informado que estos saqueadores asaltaron las casas de los musulmanes y de los no musulmanes, arrancando las joyas del cuerpo de las mujeres. ¿Qué pudieron hacer estas pobres mujeres sino pedir piedad, ayuda y sin embargo nadie vino a socorrerlas? Estos invasores volvieron sanos y salvos, cargados con el botín saqueado de las casas de los musulmanes. No culparé a un musulmán si muere de pesar al escuchar estas degradantes noticias, sino que le consideraré una persona de valía.

No es sorprendente que los enemigos de Dios puedan cooperar y coordinarse en la tiranía y la opresión contra el hombre y la religión y vosotros no podáis uniros para defender la causa de la justicia y la verdad, sino por el contrario, estáis desunidos y sin coordinación.

La pesadumbre y la vergüenza será lo que os toque en suerte; os habéis convertido en blancos hacia los que se dirigen las flechas, pero no podréis defenderos. Estáis siendo saqueados y no podréis protegeros; estáis siendo invadidos y os sentáis con las manos cruzadas; y las órdenes de Dios están siendo desobedecidas ante vuestros ojos y actuáis como testigos complacientes.

Si os pido que marchéis en verano, queréis esperar hasta que termine la cálida estación, y si os ordeno moveros en invierno, me pedís una demora hasta que se termine la estación fría. Es porque no podéis aguantar los rigores de las estaciones y si no podéis hacer frente a las mismas, menos podréis enfrentaros a una espada desenvainada. Parecéis ser hombres, pero tenéis la mente sin desarrollar de los niños y la actitud pusilánime y la cobardía de las mujeres acostumbradas al tocador.

Ojalá no os hubiera visto ni supiera de vosotros. Pongo a Dios Todopoderoso como testigo, que el contacto con vosotros me ha traído pesadumbre y vergüenza. Habéis hecho sangrar mi corazón y habéis llenado de pena mi mente. No siguiendo mi consejo y desobedeciendo las Órdenes de Dios, habéis creado una situación en la que los Quraish han comenzado a decir que, aunque ‘Ali es valiente, no conoce las tácticas de la guerra. Que Dios perdone a sus padres. ¿Hay entre ellos alguien que tena tanta experiencia de la guerra como Ali (as)? ¿Ha estado alguno de ellos tan a menudo como Ali (as) en la primera línea de ataque y actuando tan a menudo como Comandante?

Todos vosotros sabéis que entré en un campo de batalla cuando todavía no tenía veinte años y ahora tengo sesenta. ¿He desperdiciado estas experiencias? No, sino que cuando el consejo de un líder no es atendido, éste, naturalmente, no puede mejorar la situación.

 

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