El movimiento del Imam Husain (A.S) puede en verdad contemplarse desde dos puntos de vista, ambos aceptables; cuando se ponen el uno junto al otro, las dos perspectivas muestran las grandes dimensiones de aquel movimiento. Una de ellas tiene en cuenta el aspecto externo de la acción del Imam Husain, que fue un movimiento contra un régimen corrupto, descarriado, excluyente y opresivo: el régimen de Yazid. Pero, en el corazón de esa acción, hay un movimiento más importante al que conduce la segunda perspectiva: el movimiento contra la ignorancia y el rebajamiento de la humanidad. En realidad, cuando el Imam Husain (A.S) combate a Yazid, en el fondo su lucha histórica no se dirige contra ese efímero e insignificante gobernante. Más bien, su lucha primordial es contra la ignorancia, la degradación, el descarrío y la humillación de la humanidad. En verdad, el Imam Husain (A.S) lucha contra esos vicios.

Mediante el Islam se formó un gobierno ideal. Si queremos resumir la historia del Imam Husain (A.S) en unas líneas, podemos decir que la humanidad sufre ignorancia, opresión y corrupción. Los grandes gobernantes del mundo, los imperios de los césares y los Cosroes de cada época —ya fuera la antigua Persia o el Imperio romano—, fueron regímenes de extravagancia, no democráticos, que reinaban mediante una coacción absurda, la ignorancia y la corrupción. Los poderes establecidos más pequeños, como los que había en Arabia, eran todavía peores. La ignorancia reinaba en el mundo, de manera general. La luz del Islam consiguió iluminar la península arábiga —en un primer momento, para luego crecer gradualmente y abarcar el mundo entero— mediante el Profeta de Dios con la asistencia divina, así como mediante una inmensa y vigorosa resistencia popular. Cuando el Profeta murió, dejó un gobierno estable que podía servir de modelo para el ser humano a lo largo de su historia.

Si aquel poder establecido hubiera mantenido el rumbo, la historia mundial habría sido sin duda diferente: lo que se espera que ocurra cientos de años más tarde —cuando reaparezca el Imam Mahdi (A.S) en la situación actual— habría sucedido entonces. El mundo de la era del Imam Mahdi (A.S) es un mundo lleno de justicia, pureza, sinceridad y bondad, en el que comienza la auténtica vida de la humanidad. La auténtica vida de la humanidad en este mundo empieza después de la reaparición del Imam del Tiempo (que Dios acelere su regreso), y la humanidad alcanzará entonces un gran desarrollo. Por lo tanto, si se hubiera hecho posible que subsistiese el sistema establecido por el Profeta Muhammad(PB), y se hubiera formado en sus primeros años, la historia de la humanidad sería distinta. El destino final de la vida humana se habría desarrollado mucho antes. Sin embargo, esto no tuvo lugar, por varias razones.

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La principal característica del sistema del Profeta Muhammad era que, en lugar de basarse en la opresión, se basaba en la justicia; en lugar del paganismo y la división del pensamiento humano, se basaba en la unicidad divina y en la adoración de Dios; en lugar de la ignorancia, se basaba en el conocimiento y la sabiduría; en lugar de promover comportamientos vengativos entre la gente, se basaba en la amabilidad, la compasión, la creación de relaciones amistosos y la tolerancia. Era un gobierno puro y limpio, tanto en los aspectos visibles como en los más profundos. Quien crece bajo tal gobierno se vuelve pío, casto, entendido, perspicaz, activo, entusiasta y dinámico, y avanza por la senda de la perfección. Cincuenta años después (del fallecimiento del Profeta), todo cambió. El nombre del Islam se mantuvo; la palabra «Islam» se perpetuó; sin embargo, en realidad, el verdadero Islam ya no se practicaba. Se estableció de nuevo, en lugar del reinado de la justicia, uno de opresión. En lugar de la fraternidad y la igualdad, imperó la discriminación, la división y la separación. En lugar de la sabiduría, imperó la ignorancia. Durante ese período de cincuenta años, según se avanza, se pueden observar cientos de ejemplos de ello.

Es recomendable que los investigadores lo expongan en detalle a los jóvenes y a las mentes curiosas. ¡El Imamato se transformó en reino! La esencia del Imamato está en contradicción con la esencia de la monarquía. Ambos se contradicen. El Imamato es liderazgo moral y espiritual y lazos de compasión y de creencia con la gente, mientras que la monarquía es gobierno mediante coacción, por la fuerza y el engaño, sin ningún vínculo espiritual, de compasión ni de convicciones. Son antitéticos. El Imamato es un movimiento de dentro de la propia Umma, para la Umma y en aras de la justicia. Una monarquía es un dominio contrario a los intereses de la gente, que sirve solo a unos sectores particulares de la sociedad, acumulando riqueza para el grupo dominante y alimentando su concupiscencia. Lo que vemos en la época del alzamiento del Imam Husain es el segundo caso, no el primero: Yazid, que estaba entonces en el poder, no tenía relación con el pueblo. No tenía conocimiento, ni piedad, ni castidad, ni experiencia de combate por la causa de Dios ni creencia en la espiritualidad islámica. Su comportamiento no era el de un creyente en el Islam. Su manera de hablar no era la de un hombre sabio. No era similar en modo alguno al Profeta Muhammad (PB). En esa situación apareció una oportunidad para alguien como el Imam Husain (A.S) —el Imam que era apto para suceder al Profeta (PB)— y él se sublevó.

Si miramos los acontecimientos de manera superficial, el alzamiento iba dirigido contra el régimen corrupto e impopular de Yazid. Sin embargo, más allá de eso, se trata de un alzamiento por los valores, la comprensión, la fe y la dignidad del Islam; para liberar al pueblo de la corrupción, el sometimiento, la degradación y la ignorancia. Es por ello que, al partir de Medina, el Imam Husain (A.S) escribió un mensaje a su hermano Muhammad Ibn Hanafiya —en realidad, un mensaje para la posteridad—, en el que decía: «No me estoy sublevando por egoísmo, por ansia de poder ni por causar caos o dolor. Me rebelo en pos de la enmienda de la umma de mi abuelo. Veo que las cosas han cambiado en la sociedad que dejó el Profeta. Esto va en mala dirección; se está corrompiendo, en sentido contrario al anhelado por el Islam y a lo que el Profeta predicó. Me rebelo para combatir eso».

La lucha del Imam Husain (A.S) tenía dos dimensiones y podía acabar de dos maneras. Aun así, las dos eran buenas. Un resultado hubiera sido que el Imam Husain (A.S) lograse derrotar al gobierno de Yazid y tomar el poder de quienes oprimían al pueblo y arruinaban su futuro, a fin de arreglar las cosas de forma adecuada. Si esto hubiera ocurrido, el rumbo de la historia habría dado un giro. La otra dimensión era que, si el Imam Husain (A.S), por el motivo que fuere, no podía alcanzar la victoria política y militar, haría —no con palabras sino mediante la sangre, resistiendo la opresión, en un lenguaje que la historia jamás olvidará— que su relato fluyese a través de la historia como una corriente perpetua e imparable. Eso es lo que hizo el Imam Husain (A.S).

Claro está que, si quienes se dicen creyentes hubieran actuado de manera distinta a como hicieron con el Imam Husain (A.S), habría sido el primer caso el que habría tenido lugar, y el Imam Husain (A.S) habría podido, ya entonces, reformar la vida en este mundo y en el más allá. Pero la gente no cooperó. La discusión sobre por qué y cómo fue que la gente no actuó como debía es una discusión muy larga y fatigosa, que traté con cierto detalle hace unos años, con el título «El pueblo llano y la élite», incluyendo quién no actuó correctamente, quién fue responsable de esa conducta, cómo se comportaron y en qué campos. No voy a entrar ahora en esa discusión.

De manera que, debido a la negligencia de alguna gente, el primer objetivo no se alcanzó; pero el segundo sí. Eso es algo que ninguna fuerza puede arrebatar al Imam Husain (A.S). El poderío de ir al campo de batalla del martirio y sacrificarse a uno mismo y a sus seres queridos es un sacrifico de tal magnitud que da igual lo grande que sea el enemigo; ante él, parecerá pequeño e insignificante. Ese Sol reluciente seguirá irradiando luz en el mundo islámico día tras día hasta abarcar a la humanidad entera.

Hoy en día, el Imam Husain (A.S) es más conocido en el mundo que hace cinco o diez siglos. Ahora la situación es tal que, cuando intelectuales imparciales tienen conocimiento de la historia del Islam, y de la historia del Imam Husain (A.S), se sienten conmovidos. Incluso para aquellos que no saben nada sobre el Islam, pero que reconocen las nociones de libertad, justicia, dignidad y elevación y los valores sublimes de la humanidad, el Imam Husain (A.S) es un ejemplo a seguir en la búsqueda de la libertad y la justicia, en la sublevación contra los vicios y los males y en la lucha contra la ignorancia y la humillación de la humanidad.

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En la actualidad, allá donde la humanidad ha sufrido una derrota, ya sea política militar o económica, se pueden rastrear las causas de lo ocurrido hasta la ignorancia y el rebajamiento. O bien no se dispone del conocimiento y de la comprensión necesarios, o bien se entiende, pero hay quienes se han malvendido, han aceptado la humillación y se han entregado a la perversidad. Se cuenta que el Imam Sayyad (A.S) y el Imam Alí (A.S) dijeron: «¡Oh, hombre! Si tu ser y tu existencia deben venderse, tienen un solo precio, que es el cielo divino. Si lo vendes por cualquier cosa más barata que el cielo, saldrás perdiendo». Incluso aunque te ofrezcan el mundo entero a cambio de aceptar el rebajamiento y el vicio, no es justo. Todos aquellos que, en distintas partes del mundo, se han rendido a la coacción y al dinero de los ricos y poderosos, aceptando esa situación degradante —cualquiera que sea su posición: académico, responsable político, activista político o social o intelectual— no conocen su valor y se han malvendido. Muchos políticos del mundo se han vendido.

La dignidad no la concede simplemente ocupar un alto rango, como un rey o un jefe. A veces alguien está sentado en un trono, intimidando a miles de personas y jactándose de ello, mientras que está sometido a coerción por algún otro centro de poder. Puede que esté cautivo de sus propios deseos y de su concupiscencia, pero los cautivos políticos de hoy no alcanzarán su fin, porque están presos de grandes poderes.

Los profetas salvan seres humanos. En el Corán se dice que una importante finalidad de la condición de profeta es hacer reinar la justicia: «Ciertamente, enviamos a Nuestros mensajeros con las pruebas claras e hicimos descender con ellos la Escritura y la Balanza para que los humanos establezcan la justicia» (57:25). De hecho, los libros divinos y los profetas fueron enviados para que en las sociedades humanas se instaurara la justicia, es decir, para quitar los símbolos de opresión, coacción y corrupción. El movimiento del Imam Husain (A.S) fue de esa misma naturaleza. Él dijo: «Me he sublevado para reformar a la comunidad islámica de mi abuelo (el Profeta Muhammad (PB))» (Bihar al-anwar: v. 44, p. 329). Dijo también: «Quien vea a un gobernante legalizar lo que Dios ha hecho ilícito, violando el pacto de Dios, oponiéndose a la tradición del Mensajero de Dios y tratando a las criaturas de Dios con pecado y opresión, si no se le opone con la palabra y con los actos, Dios hará bien si le da el mismo destino del tirano» (Bihar al-anwar: v. 44, p. 381). Esto quiere decir que, si alguien ve de dónde salen la corrupción y la opresión, pero no hace nada para oponerse a esa fuente de corrupción y opresión, para Dios el Altísimo tienen el mismo destino que el corrupto opresor. Él dijo que no se había sublevado por la causa de la perversión, la diversión, la corrupción o la opresión. El pueblo de Irak llamó al Imam Husain (P) para gobernarlos, y el Imam Husain (A.S) respondió a ese llamado. De manera que no es que el Imam Husain (P) no pensara en crear un gobierno. Sin duda pensaba en derrocar los poderes tiránicos, ya fuera quitándoles el gobierno de las manos o a través del martirio.

El Imam Husain (A.S) sabía que lo que su silencio, su aprobación y su indiferencia harían al Islam si no pasaba a la acción. Cuando una fuerza quita todas sus capacidades a una o a todas las comunidades que tiene bajo su control, y actúa de modo tiránico, si los hombres de la verdad no se le oponen y rechazan sus actos, de hecho, las están aprobando. La opresión es de esa manera aprobada por los hombres de la verdad, aunque estos no lo deseen en realidad. Este es un pecado que cometieron las élites de los Bani Hashem, así como los hijos de personalidades prominentes de los primeros años del Islam. El Imam Husain (A.S), sin embargo, no pudo tolerarlo, de manera que se rebeló. Se cuenta que, cuando el Imam Sayyad (P) volvió a Medina desde Kerbala —quizá pasaran diez u once meses entre la salida de la caravana de Medina y el regreso—, una persona fue a verlo y le dijo: «¡Oh, hijo del Mensajero de Dios! ¡Ya lo ves! Fuiste y ¿qué pasó?». Tenía razón. La caravana partió con el Imam Husain (A.S) —el Sol resplandeciente de la Ahlul-Bait (A.S), tan amado por el Mensajero de Dios— a la cabeza. La hija del Imam Alí (P) partió siendo respetada y dignificada. Los hijos del Imam Alí (P) —Abbás y los demás—, los hijos del Imam Hasan (P), notable y talentuoso joven de los Bani Hashem… todos partieron con la caravana. Esta, sin embargo, volvió con un solo hombre —el Imam Sayyad (A.S)—, y las mujeres pasaron por los sufrimientos del cautiverio y por la pérdida de sus seres queridos. El Imam Husain (A.S), Alí Akbar (A.S) e incluso el bebé ya no estaban. El Imam Sayyad (A.S) respondió a aquel hombre diciendo: «Imagina qué habría pasado si no hubiésemos ido». ¡Eso es! Si no hubieran ido, quizá sus cuerpos habrían sobrevivido, pero la verdad habría muerto. El alma habría fenecido. Las conciencias habrían quedado destrozadas. La lógica y la razón habrían sido condenadas para la posteridad, y del Islam no habría quedado ni el nombre.

2. ¿Por qué llevó el Imam Husain (A.S) a su familia a Karbala? ¿Por qué no rehusó luchar contra los miles de guerreros de las huestes de Yazid, pese a disponer en su ejército de sólo 72 personas? ¿Por qué no probó otros métodos?

El Imam Husain (A.S) llevó a sus seres queridos al desierto de Karbala a fin de aclarar la verdad. Sabía lo que iba a ocurrir y, aun así, llevó consigo a Señora  Zainab (S.A), a sus esposas, sus hijos y sus hermanos. Como en el Día de la Ordalía (Mubahila), se trataba una vez más de dejar clara la verdad y de promover el Islam en el auténtico sentido de la palabra. Ahí es donde se ve la importancia de propagar el Islam. «Quien ve a un hombre poderoso tiránico que hace pasar como lícito lo proscrito por Dios y deshace el pacto divino, merece vivir con ese hombre poderoso en el más allá». Esto quiere decir que, cuando se ve a una persona así, debe dejarse clara la verdad, ya sea mediante los actos o mediante las palabras, como lo hizo el Imam Husain (A.S) a pesar del gran precio que debió pagar por ello. El Imam Husain (A.S) llevó a sus allegados, sus esposas y sus hijos a Karbala para dejar clara la verdad.

En su modo de vida pueden verse con claridad todos los métodos que habría podido emplear un descendiente del Santo Profeta (PB) para preservar el gran legado del Islam transmitido por el Santo Profeta (PB) y su padre, así como por sus auténticos seguidores. Todo se ve claramente en el modo de vida del Príncipe de los Mártires (A.S): desde la aclaración y el aviso hasta la promoción del Islam, pasando por la provocación de la conciencia de personalidades destacadas de su tiempo en un sermón en Mina. Todo esto era palpable en el modo de vida del Príncipe de los Mártires (A.S). Más adelante se alzó frente a un gran descarrío y se dejó la vida en ello. El Imam Husain (A.S) era consciente de las consecuencias de su acción. Era un Imam infalible. El vasto conocimiento y la capacidad perceptiva de los Imames infalibles están más allá de nuestro entendimiento. El Imam Husain (A.S) se rebeló para sentar un modelo y se negó a rendirse. Pidió a la gente que lo ayudara y, cuando un grupo de gente de Kufa expresó su disposición a acompañarlo en su camino, él aceptó la oferta y avanzó hacia Kufa, sin abandonar a mitad de trayecto. Se alzó frente a la corriente descarriada de su tiempo, que era extremadamente peligrosa, y aquello se convirtió en una lección. El propio Imam Husain (A.S) lo remarcó, respaldando su acción con la orden del Islam. Dijo que lo que estaba haciendo era su deber. Dijo que tenía que expresar su oposición, fueren las consecuencias las que fueren. Dijo: «Es bueno si mi destino es la victoria; y si mi destino es el martirio, ¡tanto mejor!». Así es como actuó el Imam Husain (A.S).

Fue un ejemplo perfecto de sacrificio de uno mismo, y aquello preservó el Islam. Esa acción preservó el Islam. Esa acción institucionalizó valores en la sociedad. Si el Imam Husain (P) no hubiera aceptado el peligro, si no hubiera actuado, si no hubiera adoptado medidas, si no se hubiera derramado su sangre y si no hubieran ocurrido aquellas grandes tragedias al santuario del Santo Profeta (PB), a los descendientes de la hija del Imam Alí (A.S) y del Santo Profeta (PB), ese suceso no habría pasado a la historia. Ese suceso que hubiera podido prevenir aquel gran descarrío tenía que conmocionar a la gente y a la historia tanto como lo hizo el propio descarrío. Esto muestra el sacrificio de sí mismo que hizo el Imam Husain (P).

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Por supuesto, decirlo es más fácil que llevarlo a cabo. Lo que hizo el Imam Husain (A.S) fue una hazaña extraordinaria: las dimensiones de su acción van mucho más allá de lo que nosotros imaginamos. Por lo general pasamos por alto aspectos y detalles. Una vez hablé de la paciencia del Imam Husain (P). Su paciencia no se limitaba a soportar la sed o ver matar a sus compañeros. Esas son cosas relativamente fáciles de aguantar. El tipo de paciencia que es difícil de ejercer es escuchar a personas influyentes, informadas y respetables que no dejan de crear dudas y de decirle a uno que lo que está haciendo es peligroso y erróneo. ¿Quién hacía eso? Gente como Abdulá Yaafar, Abdulá Zubair y Abdulá Abbás. Esas destacadas personalidades de su tiempo decían constantemente al Imam Husain (A.S) que dejase de hacer lo que estaba haciendo. Si hubieran sido otros, alguien que careciese de determinación o de estabilidad de carácter, él habría pensado: «Bueno, yo he hecho mi deber. Esa gente habla así y el mundo se comporta de tal manera, de modo que yo tendría que limitarme a decir lo que debo y nada más». Alguien que decide hacer frente a tales afirmaciones, tales tentaciones, tales dudas y esfuerzos por retorcer la Sharía, sin dejarse disuadir de seguir su camino, es el tipo de persona que puede propiciar tan gran transformación. En este sentido, nuestro magnánimo Imam Jomeiní (q. e. p. d.) era similar al Príncipe de los Mártires. Ya he explicado esto en otro encuentro y no quiero entrar en detalles ahora. Así es como el Imam Husain (A.S) actuó como un protector.

3. ¿Tuvieron las mujeres también algún papel en lo sucedido en Ashura?

Zainab al-Kubra (S.A) es un importante modelo histórico a imitar que muestra la trascendencia de la presencia de una mujer en los sucesos más importantes de la historia humana. El día de Ashura, la sangre triunfó frente a la espada y Zainab al-Kubra (S.A) fue la causa de ese triunfo. Esto es así porque las fuerzas de la virtud fueron en apariencia derrotadas por las armas en Karbala, pero el comportamiento de Zainab (S.A) fue el elemento que transformó esa derrota aparente en una victoria permanente y decisiva. Esa victoria se debe al papel que realizó ella en el día de Ashura. Este es un punto muy importante que demostró que las mujeres no están en la periferia de la historia, sino que pueden tener un papel central en sucesos históricos importantes. Esto se señala además en varios lugares del Santo Corán. Pero Zainab al-Kubra (S.A) es un ejemplo cercano que no pertenece a la antigüedad. La historia de su vida son hechos manifiestos. Realizó una labor brillante, haciendo que los enemigos —que en apariencia habían ganado la batalla y matado a todos sus oponentes— se sintieran humillados en su propia base. Ella los marcó con la ignominia para siempre y convirtió su victoria en derrota. Eso es lo que hizo Zainab al-Kubra (S.A). Demostró que es posible convertir la moralidad y la sencillez femenina en un gran combate glorioso.

La grandeza de los actos de Zainab al-Kubra (S.A) se refleja en lo que nos ha llegado de sus discursos. Su inolvidable discurso del mercado de Kufa no fue una charla ordinaria. No fue la simple opinión personal de una figura importante. Su discurso fue un gran análisis bellamente formulado de la situación de la comunidad islámica en ese momento, en el que encontramos los conceptos islámicos más profundos. Vean su fortaleza de carácter. Su hermano —que era su Imam y su líder— había sido martirizado en un yermo apenas dos días antes. Habían caído mártires sus seres queridos, sus hijos y mucha más gente. El mismo día, ella y decenas de mujeres y niños más fueron hechos cautivos. Los hicieron desfilar por distintos sitios. Algunos de los que miraban se divertían; otros derramaban lágrimas. Zainab (S.A) comenzó de repente su gran misión en aquella situación crítica, hablando como lo hacía su padre cuando, estando al mando, pronunciaba un discurso a su gente. Habló con el mismo tono, usando el mismo vocabulario que habría usado el Imam Alí (A.S). Fue igual de elocuente y precisa que él, y sus palabras igualmente profundas. «¡Conspiradores e impostores! Quizá vosotros mismos estabais empezando a creer que estabais siguiendo el Islam y a la familia del Santo Profeta, pero habéis fracasado estrepitosamente en la prueba. Habéis ser demostrado ser ciegos en la fitna. ¿Os comprometéis en una alianza y a la vez estáis conspirando? Sois incapaces de otra cosa que dedicaros a cambiar de lealtades, a la hipocresía, la lisonja, la bajeza y las palabras hueras. Vuestros actos se han revelado distintos a vuestras palabras. Os volvisteis arrogantes y pensasteis erróneamente que erais píos. Pensasteis que aún erais revolucionarios. Pensasteis que aún erais seguidores del Príncipe de los Creyentes, pero la verdad era otra. No fuisteis capaces de hacer frente a la fitna.  No fuisteis capaces de salvaros. Echasteis a perder cuanto habíais hecho antes. A causa de vuestra falta de perspicacia, vuestra falta de conocimiento de la situación y vuestra incapacidad para distinguir el bien del mal, habéis echado abajo todo lo que habíais construido. Parecéis devotos y seguís haciendo alegatos revolucionarios, pero en el fondo estáis vacíos y sois débiles». Zainab al-Kubra (S.A) expuso un profundo análisis de los males de su sociedad.

Habló con aplomo y elocuencia en una situación difícil. No lo hizo teniendo a una audiencia sentada frente a ella que la escuchara en silencio, como hace de manera corriente un orador ante un público. Estaba rodeada de enemigos armados de lanzas, y había también allí algunas personas ordinarias: las mismas que habían puesto a Muslim Ibn Aqil en manos de Ibn Ziad; las mismas que escribieron cartas al Imam Husain, pero después rompieron su lealtad con él; las mismas que se escondieron en sus casas en el momento justo en el que se suponía que iban a resistir frente a Ibn Ziad. Entre esa gente había también algunas personas que no tuvieron el valor suficiente para hacer lo que debían, y que ese día contemplaron llorando a la hija del Imam Alí. Zainab al-Kubra (S.A) se vio frente a aquella muchedumbre variopinta y poco de fiar, y aun así habló con aplomo. Fue una mujer ejemplar de dimensiones históricas, y tales mujeres no pueden ser consideradas débiles. Esa naturaleza devota femenina puede revelarse en condiciones difíciles.

Señora Zainab(S.A) es un ejemplo a imitar para todos los grandes hombres y mujeres del mundo. Expuso un profundo análisis de los problemas a los que se enfrentaba la revolución comenzada por el Santo Profeta (PB) y el Imam Alí (A.S). Dijo: «Fuisteis incapaces de distinguir entre el bien y el mal en la fitna. Fuisteis incapaces de cumplir vuestro deber y, debido a ello, han cortado la cabeza al nieto del Santo Profeta (PB) y la han clavado en una lanza». Cuando se tienen estas cosas en cuenta, se puede entender la grandeza de su carácter.

Señora Zainab (S.A) realizó un papel sin igual en el camino a Karbala con el Imam Husain (A.S), el día de Ashura con todos aquellos sufrimientos y después de caer mártir el Imam Husain (A.S). Es imposible encontrar una personalidad semejante en la historia. Más adelante sucedieron muchas cosas —durante su cautiverio, en Kufa y en Siria—. A causa de esos grandes y abnegados esfuerzos, Zainab al-Kubra (S.A) alcanzó una posición eminente ante Dios el Altísimo, y esto es algo que no podemos ni describir.

En el Sagrado Corán, Dios el Altísimo menciona los nombres de dos mujeres como ejemplos perfectos de fe. Dios menciona igualmente los nombres de dos mujeres como ejemplos de infidelidad: «Dios pone un ejemplo para los que no creen: la mujer de Noé y la mujer de Lot. Ambas estuvieron bajo la tutela de dos de Nuestros siervos justos» (66:10). Esas dos mujeres ejemplifican la infidelidad. Esto quiere decir que Dios el Altísimo nombra a mujeres —no a hombres— tanto como ejemplos de infidelidad como de fe. «Y Dios pone un ejemplo para quienes son creyentes: la mujer del Faraón» (Sagrado Corán, 66:11). Menciona a la mujer del Faraón y a María como dos ejemplos perfectos de fe: «Y María hija de Imrán» (66:12).

Una somera comparación entre Zainab (P) y la esposa del Faraón pone de relieve la grandeza de la posición de la primera. En el Sagrado Corán, se reconoce a la esposa del Faraón como ejemplo de fe tanto para hombres como para mujeres hasta el fin de los tiempos. Pero compárenla —a ella, que tenía fe en la profecía de Moisés y había quedado fascinada por su guía— con Zainab al-Kubra (P). Cuando fue torturada por el Faraón —de acuerdo con las narraciones y los textos históricos, falleció debido a las torturas que sufrió—, el dolor físico la frustraba, y dijo: «¡Señor mío! Constrúyeme una morada junto a Ti en el Jardín y sálvame del Faraón y sus obras» (Corán, 66:11). De hecho, estaba rezando por su propia muerte: «Y sálvame del Faraón y sus obras», cuando su único problema era la tortura física. A diferencia de Zainab al-Kubra (P), no había sufrido la pérdida de varios hermanos, dos hijos y muchos sobrinos y parientes. No había visto a sus seres queridos partir al campo de batalla en el que se esperaba que perdieran la vida. Asia —la esposa del Faraón— no tuvo que soportar los sufrimientos psicológicos por el que pasó Señora Zainab (S.A).

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El día de Ashura, Señora Zainab (S.A) vio a muchos de sus seres queridos ir hacia el martirio en el campo de batalla. Vio ir al campo de batalla a Husain Ibn Alí (A.S), Hazrat Abbás, Alí Akbar, Qasim, sus hijos y otros allegados. Tras su martirio, atravesó todos tipo de sufrimientos: la invasión enemiga, la falta de respeto y la responsabilidad de encargarse de los niños y mujeres que sobrevivieron. ¿Acaso puede compararse la enormidad de esa tragedia con el dolor físico? Pero, cuando se vio frente a esas penalidades, Zainab al-Kubra (S.A) no pidió a Dios que la salvara. No dijo: «¡Señor mío! ¡Sálvame!». El día de Ashura, dijo: «¡Oh Dios! ¡Acepta esto de nosotros!». Teniendo ante sus ojos el cuerpo destrozado de su hermano, dijo a Dios: «¡Oh Dios! ¡Acepta de nosotros este sacrificio!». Cuando le pidieron que describiera lo que había visto, respondió: «No he visto nada más que belleza». Todas aquellas tragedias eran bellas para Zainab al-Kubra (S.A) por venir de Dios y ser para Dios, porque debían propagar la palabra de Dios. Vean qué diferentes son esa posición, esa paciencia y ese amor por la justicia y la verdad, en comparación con la posición de Asia que describe el Sagrado Corán. Esto muestra la grandeza de la posición de Zainab.

Tal es la naturaleza de las acciones que se llevan a cabo por amor de Dios. Por lo tanto, los actos de Zainab son ahora un modelo, y su nombre y sus logros permanecerán hasta el fin de los tiempos. La permanencia del Islam y de la senda divina, así como la continuación de ese camino por los sirvientes de Dios, se basan en lo que hicieron Husain ibn Alí (A.S) y Zainab al-Kubra (S.A). Gracias a su gran paciencia, resistencia y entereza frente a las penalidades, ya ven ustedes cuánto terreno han ganado los valores religiosos en el mundo moderno. Todos esos valores humanos que están en consonancia con la naturaleza humana en las distintas escuelas de pensamiento hunden sus raíces en los valores religiosos. Esos valores han sido promovidos por la religión. Esa es la naturaleza de los esfuerzos por una causa divina.

4. ¿De qué sirve llorar y lamentar el martirio del Imam Husain (P) después de 1400 años?

«¿Por qué difunden ustedes tristeza, llantos y lágrimas entre la gente?», se quejan. ¡No se trata de tristeza y llantos simplemente por la tristeza y por los llantos! Es por los valores. Lo que hay más allá de los lamentos, de los golpes de pecho y de cabeza y de las lágrimas derramadas es lo más preciado que puede encontrarse en el tesoro oculto de la humanidad, es decir, los divinos valores espirituales. Los chiíes tratan de sostener el hecho de que Husain ibn Alí (A.S) es la personificación de todos esos valores. Tratan de mantener vivo su recuerdo.

Si la Umma musulmana mantiene vivo el nombre y el recuerdo del Imam Husain (A.S), y lo sigue, superará todos los obstáculos y penalidades, y es por eso que todos nosotros, en la República Islámica, desde los niveles más altos hasta los más bajos, incluidos la gente, las autoridades, los funcionarios superiores y nuestro venerable Imam Jomeiní, nos hemos basado en el asunto del Imam Husain y de Ashura, y en el duelo popular. El duelo tiene un aspecto simbólico, junto a su aspecto realista. Une los corazones y ensancha el conocimiento.

Me gustaría discutir aquí un asunto relativo a los esfuerzos por promover el Islam en el mes de Muharram. Algunos pueden cuestionar el valor de las ceremonias de duelo por el martirio del Imam Husain (A.S). Quizá digan: «Si quieren ustedes hablar de lo que hizo el Imam Husain (A.S), adelante, háganlo y hablen de ello. ¿Para qué tanto llanto?». Ahí hay una suposición errónea. Sería extremadamente difícil avanzar por esta vía en ausencia de esa conexión emocional con los infalibles Imames. Por eso el Imam Jomeiní (q. e. p. d.) recomendaba practicar las formas de duelo tradicionales.

Los versículos coránicos sobre el papel de los Imames infalibles se interpretan de tres maneras distintas. Una de esas interpretaciones es la Wilaya (o Velayat). «En verdad, vuestros amigos y protectores son solamente Dios, Su Mensajero y aquellos que tienen fe, que hacen la oración y dan limosna mientras están inclinados rezando» (Sagrado Corán, 5:55). Otra interpretación es la sumisión y la obediencia: «¡Obedeced a Dios y obedeced al Mensajero y a los que de vosotros tienen autoridad!» (4:59).

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La tercera interpretación es la amistad. «Di: “No os pido recompensa por ello, excepto el amor a los familiares cercanos”» (Sagrado Corán, 42:23). ¿Qué amistad es esa? Se aconseja a la gente que acepte su Wilaya y los obedezca, pero ¿para qué es la amistad? Esa amistad es una suerte de garantía. Tras fallecer el Santo Profeta (PB), quienes habían ido poniendo fin a esa amistad ignoraron el liderazgo de los infalibles Imames (A.S). Y en ausencia de ese sentido de la amistad, la Umma islámica se enfrentará a los mismos desastres. Por tanto, ese sentido de la amistad es de suma importancia, y puede alcanzarse a través de esa conexión emocional con los infalibles Imames (A.S). Narrar las tragedias que les ocurrieron es un intento por establecer esa conexión emocional. Otra manera similar de formar ese vínculo es loar sus virtudes (en las ceremonias de duelo).

De manera que es necesario celebrar las ceremonias de duelo y narrar lo sucedido en Ashura. Algunos no deberían adoptar una postura pretendidamente intelectual y rechazar la necesidad de esas ceremonias de duelo. Esas ceremonias son necesarias y lo serán siempre. Por supuesto, algunas formas de duelo son inaceptables. Por ejemplo, el tatbir (un ritual prohibido en el que la gente se hace cortes en la frente) ha sido declarado haram y no debe practicarse. Esto es así porque el tatbir hace a los enemigos más insolentes y les da una ventaja frente a quienes aman a los miembros de la familia del Santo Profeta. Por el contrario, los ritos de duelo comunes pueden reforzar cada vez más la conexión emocional de uno con los infalibles Imames. Esos ritos son muy buenos.

5. ¿Por qué es distinto el alzamiento de Ashura de todos los demás alzamientos y movimientos del mundo?

Debemos leer entre líneas y reflexionar con atención sobre la historia de la vida de Husain ibn Alí (A.S). En el mundo se ha sublevado mucha gente que tenía un líder y a quienes también mataron; entre ellos, han sido numerosos los hijos de los profetas y los Imames (A.S). Sin embargo, el Imam Husain (A.S) fue único. El acontecimiento de Kerbala fue extraordinario. Los mártires de Kerbala ocupan una posición especial. ¿Por qué? La respuesta está en la naturaleza de lo sucedido, que nos da una lección a todos, incluidos —y quizá particularmente— ustedes, queridos veteranos (lisiados) de guerra.

Una de las características de lo que sucedió es que la acción del Imam Husain fue única y exclusivamente por Dios, por la religión y por la rectificación de la sociedad musulmana. Esta primera característica es muy importante. El Imam Husain (P) dijo: «No me he alzado (dejando mi patria) por interés personal, por buscar placer, corrupción ni opresión». Esto quiere decir que no fue por jactancia, por promocionarse a sí mismo, por desear nada para sí ni para ofrecer un espectáculo presuntuoso. En su acción no hubo ni rastro de opresión o corrupción. «Me rebelo únicamente en pos de la enmienda de la umma de mi abuelo, el Mensajero de Dios». Este es un punto de extrema importancia. La palabra árabe usada para decir «únicamente» indica que no hay ningún otro fin que contamine la intención pura y la mente reluciente como el Sol del Imam Husain (A.S). Al dirigirse a los primeros musulmanes de los años iniciales del Islam, el Sagrado Corán dice: «Y no seáis como aquellos que salieron de sus hogares con altanería y ostentación, apartando a la gente del camino de Dios» (8:47). Aquí, el Imam Husain (A.S) dice: «No me he alzado (dejando mi patria) por interés personal o por buscar placer».

Son dos maneras distintas de actuar, dos comportamientos distintos. El Corán dice: «Y no seáis como aquellos que salieron de sus hogares con altanería y ostentación», con arrogancia, movidos por el egoísmo. Quiere decir que ese tipo de comportamiento carece de pureza de intención, es decir, que en los actos de la actitud corrupta sólo importa el egocentrismo». «Con ostentación». Ese tipo de persona se adorna, monta una cabalgadura costosa, se pone joyas, entona cantos jactanciosos y parte. ¿Hacia dónde? Hacia el campo de batalla. El campo de batalla es donde ese individuo y muchos como él van a morir, y sin embargo él se subleva de esa manera. No hay nada en él, sino arrogancia.

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Esa es una manera (de partir hacia el campo de batalla). En el lado contrario, el mejor ejemplo es Husain ibn Alí (A.S), que está limpio de toda forma de egoísmo y que no busca su propio interés ni ganancias personales, familiares o comunitarias. Esta es la primera característica del movimiento de Husain ibn Alí (A.S). Cuanto más desinteresado sea uno, mayor valor tendrá el resultado de lo que haga, y cuanto más se aleje del summum de la abnegación, más se acercará al del egoísmo, el interés personal, la búsqueda de ganancias para uno y su familia y demás: un espectro de motivaciones totalmente distinto. Entre la abnegación inmaculada y el puro egoísmo hay un amplio abanico de grados. Ir de un extremo hacia el otro disminuye el valor de lo que hacemos, que se vuelve menos fructífero y también menos duradero. Ese es un resultado. Cuanto más defectuoso el producto, antes se deteriora. Si es puro, nunca se echa a perder. A modo de ejemplo físico, un trozo de oro del 100 % de pureza nunca se deteriora ni se oxida, pero cuanto más cobre, hierro u otros elementos baratos se le mezclen más tenderá a decaer y destruirse. Es una regla general.

Esto se aplica a las cosas tangibles, pero en lo que respecta a la espiritualidad esas ecuaciones son mucho más distintivas. No lo entendemos a causa de nuestra visión materialista ordinaria, pero los hombres de visión y de entendimiento lo perciben. El Crítico, el Orfebre y el Joyero, en esta materia, es Dios el Altísimo. Y el Crítico, cómo no, ve bien. Si hay un ápice de impureza en lo que hacemos, su valor se reducirá en esa misma medida, y Dios reducirá la duración de su efecto.

Dios el Altísimo es un crítico perspicaz. La obra del Imam Husain (A.S) es una obra en la que no hay ni el más mínimo asomo de impureza. De ahí que veamos cómo ese logro de calidad ha durado hasta el día de hoy, y durará para siempre. ¿Quién hubiera podido creer que, después de que mataran a esas personas en aquel desierto, lejos de sus hogares, con sus cuerpos enterrados allí, con tanta propaganda difundida contra ellos, muertos todos ellos de manera tan despiadada y con su ciudad de origen, Medina, incendiada después de su martirio —en los sucesos de Harra, el año siguiente—, con aquella rosaleda devastada y todos los pétalos arrancados, alguien podría aun así percibir la fragancia del agua de rosas de ese jardín?

¿Conforme a qué ley de la naturaleza puede un pétalo de aquella rosaleda perdurar tanto tiempo? Sin embargo, ya ven ustedes que, cuanto más tiempo pasa, más se esparce el perfume de aquella rosaleda. Hay alguna gente que no cree que el Profeta Muhammad (PB) fuera el abuelo del Imam Husain (A.S) y que él lo siguiera en su camino, pero que, aun así, ¡creen en el Imam Husain (A.S)! No creen en Dios —el Dios al que adoraba el Imam Husain (P)—, pero se muestran humildes y respetuosos frente al Imam. Ese es el fruto de la pureza del Imam Husain.