Arquitectura islámica: Mezquitas, escuelas, mausoleos, palacios y más

by asadian

SHAFAQNA – Annur TV : En términos generales, la arquitectura islámica puede clasificarse en dos categorías: edificios destinados a las prácticas y enseñanzas del Islam: como es el caso de las mezquitas, madrasas y los mausoleos; y los relacionados con los asuntos políticos, económicos o militar: los palacios, los caravansarays y las fortificaciones.

Mezquitas

Por razones evidentes, la mezquita ocupa el lugar central en la arquitectura islámica. Representa el símbolo del Islam. Este papel simbólico fue comprendido por los musulmanes en una etapa muy temprana, y desempeñó un papel importante en la creación de adecuados signos visibles para el edificio: el alminar, la cúpula, el mihrab o el minbar.

La primera mezquita del Islam fue el patio de la casa del profeta en Medina, desprovista de cualquier refinamiento arquitectónico. Las primeras mezquitas construidas por los musulmanes a medida que se expandía su imperio eran de gran sencillez. A partir de aquellos primeros edificios se desarrolló la mezquita del ÿumu’a o mezquita del viernes, cuyos elementos esenciales han permanecido inalterados durante casi 1400 años. Su planta general consiste en un gran patio rodeado de galerías con arcos, cuyo número de arcadas es más elevado en el lado orientado hacia la Meca (qibla) que en los otros lados. La Mezquita Mayor omeya de Damasco, cuya planta se inspira en la mezquita del Profeta, se convirtió en el prototipo de muchas mezquitas construidas en diversas partes del mundo islámico.

Otros dos tipos de mezquitas se desarrollaron en Anatolia y posteriormente en los dominios otomanos: la mezquita basilical y la mezquita con cúpula. La primera tipología consiste en una simple basílica o sala de columnas inspirada en las tradiciones romana tardía y bizantina Siria, introducidas con ciertas modificaciones durante el siglo V/XI. En la segunda tipología, que se desarrolló durante el período otomano, el espacio interior se organiza bajo una cúpula única. Los arquitectos otomanos crearon en las grandes mezquitas imperiales un nuevo estilo de construcción con cúpulas, fusionando la tradición de la mezquita islámica con la edificación con cúpula en Anatolia. La cúpula principal descansa sobre una estructura de planta hexagonal, mientras que las crujías laterales están cubiertas por cúpulas más pequeñas. Este énfasis en la creación de un espacio interior dominado por una única cúpula se convirtió en el punto de partida de un estilo que habría de difundirse en el siglo X/XVI. Durante este período, las mezquitas se convirtieron en conjuntos sociales multifuncionales formados por una zawiya, una madrasa, una cocina pública, unas termas, un caravansaray  y un mausoleo dedicado al fundador. El monumento más importante de esta tipología es la mezquita Sülaymeniye de Estambul, construida en 965/1557 por el gran arquitecto Sinán.

El alminar desde lo alto del cual el muezín llama a los musulmanes al salat, es el signo más prominente de la mezquita. En Siria, el alminar tradicional consiste en una torre de planta cuadrada construida en piedra. Los alminares del Egipto mameluco se dividen en tres partes: una torre de planta cuadrada en la parte inferior, una sección intermedia de planta octogonal y una parte superior cilíndrica rematada por una pequeña cúpula. Su cuerpo central está ricamente decorado y la zona de transición entre las diversas secciones está recubierta con una franja decorativa de mocárabes. Los alminares norteafricanos y españoles, que comparten la torre cuadrada con los sirios, están decorados con paneles de motivos ornamentales dispuestos en torno a ventanas geminadas. Durante el período otomano las torres cuadradas fueron sustituidas por alminares octogonales y cilíndricos. Suelen ser alminares puntiagudos de gran altura y, aunque las mezquitas sólo suelen tener un único alminar, en las ciudades más importantes, pueden tener dos, cuatro o incluso seis.

Madrasas

Parece probable que fueran los selyukíes quienes construyeran las primeras madrasas en Persia a principios del siglo V/XI, cuando se trataba de pequeñas edificaciones con una sala central con cúpula y dos iwans laterales. Posteriormente se desarrolló una tipología con un patio abierto y un iwan central rodeados de galerías. En Anatolia, durante el siglo VI/XII, la madrasa se transformó en un edificio multifuncional que servía como escuela médica, hospital psiquiátrico, hospicio con comedores públicos (imaret) y mausoleo.

La difusión del Islam  alcanzó un nuevo momento cumbre en Siria y Egipto bajo el reinado de los zenyíes y los ayyubíes (siglos VI/XII p. VII/XIII). Esto condujo a la aparición de la madrasa fundada por un dirigente cívico o político en aras del desarrollo de la jurisprudencia islámica. La fundación venía seguida de la concesión de una dotación financiera en perpetuidad (waqf), generalmente las rentas de unas tierras o propiedades en la forma de un pomar, unas tiendas en algún mercado (suq) o unas termas (hammam). La madrasa respondía tradicionalmente a una planta cruciforme con un patio central rodeado de cuatro iwans. Esta edificación no tardó en convertirse en la forma arquitectónica dominante, a partir de la cual las mezquitas adoptaron la planta de cuatro iwans. Posteriormente, fue perdiendo su exclusiva función de enseñanza del Islam, y política como instrumento de propaganda, comenzando a asumir funciones cívicas más amplias, como mezquita  y mausoleo en honor del benefactor. La construcción de madrasas en Egipto y especialmente en El Cairo adquirió un nuevo impulso con la llegada de los mamelucos. La típica madrasa cairota de esta época consistía en un gigantesco edificio con cuatro iwans, un espléndido portal de mocárabes(muqarnas) y unas espléndidas fachadas. Con la toma del poder por parte de los otomanos en el siglo X/XVI, las dobles fundaciones conjuntas, las típicas mezquitas-madrasas, se difundieron en la forma de extensos conjuntos que gozaban del patronazgo imperial. El iwan fue desapareciendo gradualmente, sustituido por la sala con cúpula dominante. El aumento sustancial en el número de celdas con cúpulas para estudiantes constituye uno de los elementos que caracterizan las madrasas otomanas.

Una de las varias tipologías de edificios que puede relacionarse con la madrasa en virtud tanto de su función como de su forma es la janqa. Este término, más que a un tipo concreto de edificio, se refiere a una institución que aloja a los miembros de una orden mística musulmana. Los historiadores han utilizado también los siguientes términos como sinónimos de janqa: en el Magreb, zawiya; en el mundo otomano, tekke; y en general, ribat. El sufismo dominó de forma permanente el uso de la janqa, que se originó en el este de Persia durante el siglo IV/X. En su forma más simple, la janqa era una casa donde un grupo de discípulos se reunían en torno a un maestro (shayj) y estaba equipada con instalaciones para la celebración de reuniones, la realización del salat y la vida comunitaria.

Mausoleos

La terminología utilizada por las fuentes islámicas para referirse a la tipología del mausoleo es muy variada. El término descriptivo corriente de turba hace referencia a la función del edificio como lugar de enterramiento. Otro término, el de qubba, hace hincapié en lo más identificable, la cúpula, y a menudo se aplica a una estructura donde se conmemora a los profetas bíblicos, a los compañeros del Profeta Muhammad (s.a.s.) o a personajes notables. La función del mausoleo no se limita exclusivamente a la de lugar de enterramiento y conmemoración, sino que juega también un papel importante para las prácticas del Islam. Son venerados como tumbas de los awlias locales (íntimos de Allah) y se han convertido en lugares de congregación popular. A menudo, estas edificaciones suelen estar ornamentadas con citas coránicas y dotadas de un mihrab que los convierte en lugares para las prácticas del Islam (salat, dzikr, sama). En algunos casos, el mausoleo forma parte de alguna edificación contigua. Las formas de los mausoleos islámicos medievales son muy variadas, pero la forma tradicional tiene la planta cuadrada y está rematada por una cúpula.

Palacios

El período omeya se caracteriza por los palacios y las casas de baños situados en remotos parajes desérticos. Su planta básica proviene de los modelos militares romanos. Aunque la decoración de estas edificaciones es ecléctica, constituyen los mejores ejemplos del incipiente estilo decorativo islámico. Entre los medios utilizados para llevar a cabo esta notable diversidad de motivos decorativos se encuentran los mosaicos, las pinturas murales y las esculturas de piedra o estuco. Los palacios abbasíes de Irak, tales como los de Samarra y Ujaydir, responden al mismo esquema en planta que sus predecesores omeyas, pero sobresalen por su mayor tamaño, el uso de un gran iwan, una cúpula y un patio, así como por el recurso generalizado a las decoraciones de estuco. Los palacios del período islámico tardío desarrollaron un estilo característico diferente, más decorativo y menos monumental. El ejemplo más notable de palacio real o principesco es la Alhambra. La amplia superficie del palacio se fragmenta en una serie de unidades independientes: jardines, pabellones y patios. Sin embargo, el rasgo más sobresaliente de la Alhambra es la decoración, que brinda una atmósfera extraordinaria al interior del edificio.

Caravansarays

El caravansaray suele hacer referencia a una gran estructura que ofrece alojamiento a viajeros y comerciantes.

Generalmente es de planta cuadrada o rectangular, y ofrece una única entrada monumental saliente y torres en los muros exteriores. En torno a un gran espacio central rodeado por galerías se organizan habitaciones para los viajeros, almacenes de mercancía y establos.

Esta tipología de edificio responde a una amplia variedad de funciones, como lo demuestran sus múltiples denominaciones: jan, han, funduq o ribat. Estos términos señalan diferencias lingüísticas regionales más que distinciones funcionales o tipológicas. Las fuentes arquitectónicas de los diversos tipos de carawansarays son difíciles de identificar. Algunas derivan tal vez del castrum o campamento militar romano, con el que se relacionan los palacios omeyas del desierto. Otras tipologías, como las frecuentes en Mesopotamia o Persia, se asocian más bien a la arquitectura doméstica.

Organización urbana

Desde aproximadamente el siglo III/X, cualquier ciudad de cierta importancia, se dotó de torres y muros fortificados, elaboradas puertas urbanas y una prominente ciudadela (qal’a o alcazaba) como asentamiento del poder. Estas últimas son construcciones realizadas con materiales característicos de la región circundante: piedra en Siria, Palestina y Egipto, o ladrillo, piedra y tapial en la Península Ibérica y el Norte de África. Un ejemplo singular de arquitectura militar es el ribat. Desde el punto de vista técnico, consistía en un palacio fortificado destinado a los guerreros musulmanes que se consagraban, ya fuera provisional o permanentemente, a la defensa de las fronteras. El ribat de Susa, en Túnez, recuerda los primeros palacios islámicos, pero difiere de ellos en su distribución interior con grandes salas, así como por su mezquita y alminar. La división en barrios de la mayoría de las ciudades islámicas se basa en la afinidad étnica y cultural, y constituye por otra parte un sistema de organización urbana que facilita la administración cívica. En cada barrio hay siempre una mezquita. En el interior o en sus proximidades hay, además, una casa de baños, una fuente, un horno y una agrupación de tiendas. Su estructura está formada por una red de calles y callejones, y un conjunto de viviendas. Según la región y el período, las casas adoptan diferentes rasgos que responden a las distintas tradiciones históricas y culturales, el clima o los materiales de construcción disponibles.

El mercado (suq), que actúa como centro neurálgico de los negocios locales, es de hecho el elemento característico más relevante de las ciudades musulmanas. La distancia del mercado a la mezquita determina su organización espacial por gremios especializados. Por ejemplo, las profesiones consideradas limpias y honorables (libreros, perfumeros y sastres) se sitúan en el entorno inmediato de la mezquita, mientras que los oficios asociados al ruido y el mal olor (herreros, curtidores, tintoreros) se sitúan progresivamente más lejos de ella. Esta distribución topográfica responde a imperativos basados estrictamente en criterios técnicos.

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