La poesía árabe

by Katie

SHAFAQNA – La referencia principal y obligada de la literatura árabe remonta a la época llamada jahiliyya (de juhl جهل: ignorancia), es decir la época anterior al islam. No es la época de oro de la civilización islamo-árabe que sirve de referencia, ni es el Bagdad de Dar al Hikma (“Casa de la Sabiduria” edificada por Al-Ma’mun) sino una prehistoria imposible de imaginar. Una prehistoria cuna de la civilización árabe donde la poesía -no la prosa- marca las pautas de la creatividad. Un mundo de palabras recitadas -no escritas-, mundo de arenas sin arquitecturas, sin pinturas, sin esculturas

Era una poesía formal: “el arte de discurrir en versos no se aplica a los pensamientos, sino a las palabras. Estas constituyen el objeto principal, mientras que los pensamientos son simples accesorios”, diría Ibn Jaldun mas tarde.

La poesía árabe andaba como reina absoluta por los caminos. Los árabes hablaban bien y los poetas árabes eran señores de este arte: verbos mágicos, torbellino de comparaciones y reglas y moldes para los predecesores.  Y es allí donde los poetas posteriores irán a abrevarse más tarde en esta institución llamada “qasida قصيدة” (poema), que significa precisamente “dirigirse a alguien” y en segunda acepción “atacar a alguien”. Aunque la época de la que se conservan los primeros especimenes, la qasida ya no tiene ese carácter belicoso, sigue siendo un poema dirigido al público, a un jefe de tribu o a un grupo de gentes a las que se alaba o vitupera, y es con frecuencia, contra alguien. Es una poesía de carácter social y forma parte de la sociedad de los árabes de la yahiliyya, sociedad beduina y tribal.

El lugar donde se recitaba el poema se llamaba el samar السمر –(la velada), donde los beduinos junto al fuego y bajo las estrellas, hablaban de los acontecimientos del día y recordaban el pasado por medio de relatos y se celebraban sus triunfos. El rawiya -الراوي- recitaba los poemas de los contríbulos (posiblemente fueron recitados en ferias, mercados o escaramuzas para arengar contra el enemigo o llorar a los muertos) o el poeta improvisaba sus versos.

El poeta (sa^ir شاعر) tenía una importante condición social en la tribu, que consideraba sus poemas parte de su patrimonio conservándolos por medio del rawiya. La transmisión de estos poemas era oral y su oralidad se reflejaba en la existencia de las fَrmulas elocutivas propias de esta creación/transmisión oral -según J.T.Monroe-. Contrario a la polémica creada por Taha ‎Husayn, el cual ponía en duda la autenticidad de esos poemas atribuyendo su falsificación a los filólogos árabes de Kufa y Basora. Probablemente sea cierta la falsificación de algunas qasidas, pero éstas serían copias de originales.

El pueblo del Hijaz era la élite de las tribus árabes, entiende y goza de la poesía. Su lengua, rica en sustantivos para designar los relieves del suelo, las lluvias, las cualidades y defectos de los seres, corresponden a una realidad geográfica y cultural. El poeta, hablando la lengua de su auditorio, podía fácilmente apropiarse de él y lograr así su adhesión a las causas que canta. El poeta era el historiador, el genealogista, y el ministro de información de su tribu o quien le paga y protege. Sus versos precedían o sellaban las guerras.

Este Olimpo árabe gozaba del privilegio de la extraterritorialidad. Era un tiempo de tregua en el cual masas inmensas concurrían con la sola arma de la palabra. Y aparecían los poetas. Su lengua era magnífica. Su vocación sobrenatural. Ellos mismos poseían un genio particular. En esta sociedad, a la vez refinada y brutal, los jueces son los oyentes. El héroe es el poeta mismo. A él se debe el haber conservado las antiguas tradiciones. Es informante y antropólogo, pero no siempre conforme con la vida colectiva: al lado de los poetas mercenarios existe la larga tradición de los poetas bandidos del preislam. Su vida es el desierto. Sus compañeros el caballo o el camello. Y esta poesía con sus formas exactas, su vocabulario y sus reglas, fue el modelo a seguir entre los poetas de Damasco, Bagdad, Córdoba, etc.

La qasida es un poema monorrimo, de rima siempre consonante y métrica cuantitativa, como la grecolatina, formada por una cantidad variable de versos todos construidos sobre el mismo ritmo, todos sellados con la misma rima, divididos en dos partes (hemistiquios) iguales siguiendo un plan rígido: la qasida se abre a un prólogo donde el poeta observa los restos de un campamento y se lamenta. Allí estuvo su amada. Allí también estuvo la tribu que abandono. Recuerda sus días felices antes de la separación luego sigue con la mente el viaje de sus seres queridos.

“! Ah!, esta perfección …” suele decir con nostalgia Pedro Martínez Montávez mientras que Jacques Berque recitaba las Moa^llaqat المعلّقات como verdadero rawi   راوي- – (recitante) de ^Ukaz –   عكاظ-(ciudad de la península arábiga).

Los filólogos árabes del siglo VIII dividieron a los poemas en tres partes:

– Nasib – النسب – o elogia amorosa, frente a las huellas del campamento de la tribu de la amada, el poeta recuerda los momentos felices que pasó con ella antes de la separación forzosa. En su poesía describe a su amada con abundantes metáforas, comparándola con el medio natural que le rodea, lleno para él de absoluta perfección (dunas, gacelas, etc.) Así describe el poeta An-Nabiga a su amada:

Ella te miraba con los ojos negros de una gacela domesticada que llevase puesto un collar;

su piel es mate como el oro puro, y su cuerpo perfecto

es como una rama cimbreante;

su vientre ofrece una delicada curva y su escote

se hincha con un seno orgulloso;

– El rahil – الرحيل – es una descripción del viaje que emprende el poeta, en el cual menciona muchos lugares, nombres de valles y barrancos, etc. Describe los animales que habitan estos lugares, las inclemencias del tiempo, así como su caballo y camello. Así el poeta Ka^b ibn Zuhayr كعب بن زهيرdescribe su camella y el ardiente paisaje por el que viaja en su poema de la Burda, que recito dedicado al Profeta y que corresponde plenamente a la estética preislámica:

Su’ad se fue a una tierra a la que no llegan

sino las nobles, generosas y veloces cabalgaduras;

no llegara sino una robusta camella, que tenga,

a pesar del cansancio, el paso rápido y ligero:

el sudor le cae detrás de las orejas, transpirando,

cuando busca las señales de un camino ignoto;

escruta el espacio como un toro blanco salvaje

cuando arden los pedregales y las dunas;

– El fajr – الفخر-  el poeta describe la llegada a su meta, en donde se encuentra con la tribu, con el jefe, con el amigo y los enemigos. A los primeros les dedica un elogio (madih المدح) o un poema de autoalabanza (fajr الفخر). A los rivales les dedica una invectiva, una sátira (hiya’ الهجاء). El siguiente fragmento de An-Nabiga es un madih dedicado al rey de Hira:

El Éufrates va henchido por los vientos

y sus olas espumosas baten sus dos orillas,

engrosado por riachuelos desbordados,

cargado de arbustos y plantas arrancadas,

y el que navega sobre sus aguas, aterrado,

se aferra al timón, con esfuerzo y fatiga.

Y aun así no es comparable su generosidad a la de An-Nu^man,

cuyas dádivas de hoy no excluyen las de mañana.

Esta clasificación por parte de los filólogos de una sola qasida no encajaba con la realidad de la poesía pre-islámica porque no se cumplían las tres partes, nasib النسب , rahil الرحيل y madih المدح , encontrándose estos temas de forma independiente.

Los árabes dividieron lo literario en dos grandes apartados: nazm النظم y natr النثرl o ordenado y lo esparcido, describiendo de esta forma a la poesía y a la prosa.

Fuente. Literatura Árabe, Por María Jesús López, 2016, arabespanol.org

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