Derechos y Obligaciones de la Mujer en el Islam

by Katie

SHAFAQNA – El rango que ocupa la mujer en Islam

La mujer en el Islam ocupa el mismo rango elevado de “ser humano” puesto que entre la mujer y el hombre no existe ninguna diferencia en este aspecto. El ser humano fue presentado por el Sagrado Corán como el “Jalifatul.lah” o sea el Califa de Dios, y fue hecho objeto de honorabilidad:

﴿ وَ لَقَدْ كَرَّمْنا بَنِي آدَمَ وَ حَمَلْناهُمْ فِي الْبَرِّ وَ الْبَحْرِ وَ رَزَقْناهُمْ مِنَ الطَّيِّباتِ وَ فَضَّلْناهُمْ عَلى كَثِيرٍ مِمَّنْ خَلَقْنا تَفْضِيلاً ﴾

«Hemos honrado a los hijos de Adán. Los hemos llevado por tierra y por mar, les hemos proveído de cosas buenas y los hemos preferido marcadamente a muchas otras criaturas». (Sagrado Corán 17:70)

El ser humano llegó a ocupar un rango tan elevado que los ángeles se prosternaron ante él:

﴿ فَإِذا سَوَّيْتُهُ وَ نَفَخْتُ فِيهِ مِنْ رُوحِي فَقَعُوا لَهُ ساجِدِينَ ﴾

«…y, cuando lo haya formado armoniosamente e infundido en él de Mi Espíritu, caed prosternados ante él». (15:29)

Sólo por ser un “ser humano”. El Sagrado Corán respecto al Profeta Adán (P) dice:

﴿ وَ عَلَّمَ آدَمَ الأَْسْماءَ كُلَّها ثُمَّ عَرَضَهُمْ عَلَى الْمَلائِكَةِ فَقالَ أَنْبِئُونِي بِأَسْماءِ هؤُلاءِ إِنْ كُنْتُمْ صادِقِينَ * قالُوا سُبْحانَكَ لا عِلْمَ لَنا إِلاَّ ما عَلَّمْتَنا إِنَّكَ أَنْتَ الْعَلِيمُ الْحَكِيمُ * قالَ يا آدَمُ أَنْبِئْهُمْ بِأَسْمائِهِمْ فَلَمَّا أَنْبَأَهُمْ بِأَسْمائِهِمْ قالَ أَ لَمْ أَقُلْ لَكُمْ إِنِّي أَعْلَمُ غَيْبَ السَّماواتِ وَ الأَْرْضِ وَ أَعْلَمُ ما تُبْدُونَ وَ ما كُنْتُمْ تَكْتُمُونَ ﴾

«Enseñó a Adán los nombres de todos los seres y presentó éstos a los ángeles diciendo: «Informadme de los nombres de éstos, si es verdad lo que decís».* Dijeron: «¡Gloria a Ti! No sabemos más que lo que Tú nos has enseñado. Tú eres, ciertamente, el Omnisciente, el Sabio».* Dijo: «¡Adán! ¡Infórmales de sus nombres!» Cuando les informó de sus nombres, dijo: «¿No os he dicho que conozco lo oculto de los cielos y de la tierra y que sé lo que mostráis y lo que ocultáis?». (2:31-34)

Si el Profeta Adán (P) pudo entender los nombres y responder las preguntas que le fueron hechas, fue como resultado de su creación especial de “ser humano”. En esta creación no existe diferencia entre el hombre y la mujer. En forma general, cualquier elogio y alabanza que esté registrado en el Sagrado Corán y las narraciones respecto al ser humano, tanto la mujer como el hombre son iguales en este caso.

En el Sagrado Corán no existe aleya que censure a la mujer por ser mujer. Por lo tanto la mujer y el hombre, desde la perspectiva del Islam y del Sagrado Corán, son dos seres humanos que no tienen ninguna diferencia en cuanto a valores y poseen responsabilidades en común para dirigir la sociedad. A continuación mencionamos algunas de éstas:

Primera: La mujer y el hombre de igual manera son el origen de la aparición, reproducción y supervivencia de la raza humana.

El Sagrado Corán dice:

﴿يا أَيُّهَا النَّاسُ إِنَّا خَلَقْناكُمْ مِنْ ذَكَرٍ وَ أُنْثى وَ جَعَلْناكُمْ شُعُوباً وَ قَبائِلَ لِتَعارَفُوا إِنَّ أَكْرَمَكُمْ عِنْدَ اللَّهِ أَتْقاكُمْ إِنَّ اللَّهَ عَلِيمٌ خَبِيرٌ ﴾

«¡Hombres! Os hemos creado de un varón y de una hembra y hemos hecho de vosotros pueblos y tribus, para que os conozcáis unos a otros. Para Dios, el más noble de entre vosotros es el que más Le teme. Dios es omnisciente, está bien informado». (49:13)

También dice:

﴿يا أَيُّهَا النَّاسُ اتَّقُوا رَبَّكُمُ الَّذِي خَلَقَكُمْ مِنْ نَفْسٍ واحِدَةٍ وَ خَلَقَ مِنْها زَوْجَها وَ بَثَّ مِنْهُما رِجالاً كَثِيراً وَ نِساءً وَ اتَّقُوا اللَّهَ الَّذِي تَسائَلُونَ بِهِ وَ الأَْرْحامَ إِنَّ اللَّهَ كانَ عَلَيْكُمْ رَقِيباً ﴾

«¡Hombres! ¡Temed a vuestro Señor, Que os ha creado de una sola persona, de la que ha creado a su cónyuge, y de los que ha diseminado un gran número de hombres y de mujeres! ¡Temed a Dios, en Cuyo nombre os pedís cosas, y respetad la consanguinidad! Dios siempre os observa». (4:1)

En las aleyas anteriores la mujer y el hombre han sido presentados como dos pilares importantes de la sociedad y la atención a la abstinencia del pecado, ha sido presentada como el parámetro de superioridad de cada uno ya sea mujer u hombre.

Segunda: El Sagrado Corán considera que la fe en Dios, la limpieza y purificación del alma de cualquier maldad, el respeto a la abstinencia y la realización de buenos actos es el único medio para alcanzar la felicidad. En este asunto no hizo diferencia entre mujer y hombre, sino que a los dos los consideró aptos para prosperar, obtener la perfección espiritual y poder acercarse a Dios.

Dios Todopoderoso en su Sagrado Libro dice:

﴿ مَنْ عَمِلَ صالِحاً مِنْ ذَكَرٍ أَوْ أُنْثى وَ هُوَ مُؤْمِنٌ فَلَنُحْيِيَنَّهُ حَياةً طَيِّبَةً وَ لَنَجْزِيَنَّهُمْ أَجْرَهُمْ بِأَحْسَنِ ما كانُوا يَعْمَلُونَ ﴾

«Al creyente (varón o hembra) que obre bien, le haremos, ciertamente, que viva una vida buena y le retribuiremos, sí, con arreglo a sus mejores obras». (16:97)

Y también dice:

﴿ فَاسْتَجابَ لَهُمْ رَبُّهُمْ أَنِّي لا أُضِيعُ عَمَلَ عامِلٍ مِنْكُمْ مِنْ ذَكَرٍ أَوْ أُنْثى بَعْضُكُمْ مِنْ بَعْضٍ ﴾

«Su Señor escuchó su plegaria: «No dejaré que se pierda obra de ninguno de vosotros (lo mismo si es varón que si es hembra) todos habéis salido los unos de los otros». (3:195)

El Sagrado Corán ha elogiado en la misma forma a las mujeres y a los hombres buenos y merecedores de este elogio, y dice:

﴿ إِنَّ الْمُسْلِمِينَ وَ الْمُسْلِماتِ وَ الْمُؤْمِنِينَ وَ الْمُؤْمِناتِ وَ الْقانِتِينَ وَ الْقانِتاتِ وَ الصَّادِقِينَ وَ الصَّادِقاتِ وَ الصَّابِرِينَ وَ الصَّابِراتِ وَ الْخاشِعِينَ وَ الْخاشِعاتِ وَ الْمُتَصَدِّقِينَ وَ الْمُتَصَدِّقاتِ وَ الصَّائِمِينَ وَ الصَّائِماتِ وَ الْحافِظِينَ فُرُوجَهُمْ وَ الْحافِظاتِ وَ الذَّاكِرِينَ اللَّهَ كَثِيراً وَ الذَّاكِراتِ أَعَدَّ اللَّهُ لَهُمْ مَغْفِرَةً وَ أَجْراً عَظِيماً ﴾

«Dios ha preparado perdón y magnífica recompensa para los musulmanes y las musulmanas, los creyentes y las creyentes, los devotos y las devotas, los sinceros y las sinceras, los pacientes y las pacientes, los humildes y las humildes, los que y las que dan limosna, los que y las que ayunan, los castos y las castas, los que y las que recuerdan mucho a Dios». (33:35)

El Sagrado Corán presenta y elogia a las mujeres meritorias de la historia al igual que a los hombres. Como ejemplo mencionamos lo que dice de la Virgen María:

﴿ فَتَقَبَّلَها رَبُّها بِقَبُولٍ حَسَنٍ وَ أَنْبَتَها نَباتاً حَسَناً وَ كَفَّلَها زَكَرِيَّا كُلَّما دَخَلَ عَلَيْها زَكَرِيَّا الْمِحْرابَ وَجَدَ عِنْدَها رِزْقاً قالَ يا مَرْيَمُ أَنَّى لَكِ هذا قالَتْ هُوَ مِنْ عِنْدِ اللَّهِ إِنَّ اللَّهَ يَرْزُقُ مَنْ يَشاءُ بِغَيْرِ حِسابٍ ﴾

«Entonces su Señor la acogió favorablemente, la hizo crecer bien y la confió a Zacarías. Siempre que Zacarías entraba en el Templo para verla, encontraba sustento junto a ella. Decía: «María!, ¿de dónde te viene eso?» Decía ella: «De Dios. Dios provee sin medida a quien Él quiere». (3:38)

Así también dice:

﴿ وَ إِذْ قالَتِ الْمَلائِكَةُ يا مَرْيَمُ إِنَّ اللَّهَ اصْطَفاكِ وَ طَهَّرَكِ وَ اصْطَفاكِ عَلى نِساءِ الْعالَمِينَ ﴾

«Y cuando los ángeles dijeron: «¡María! Dios te ha escogido y purificado. Te ha escogido entre todas las mujeres del universo». (3:42)

Y Dios, Altísimo sea, respecto a Asiah, esposa del Faraón, dice:

﴿ وَ ضَرَبَ اللَّهُ مَثَلاً لِلَّذِينَ آمَنُوا امْرَأَتَ فِرْعَوْنَ إِذْ قالَتْ رَبِّ ابْنِ لِي عِنْدَكَ بَيْتاً فِي الْجَنَّةِ وَ نَجِّنِي مِنْ فِرْعَوْنَ وَ عَمَلِهِ وَ نَجِّنِي مِنَ الْقَوْمِ الظَّالِمِينَ ﴾

«Y Dios pone como ejemplo para los creyentes a la mujer de Faraón. Cuando dijo: «¡Señor! ¡Constrúyeme, junto a Ti, una casa en el Jardín y sálvame de Faraón y de sus obras! ¡Sálvame del pueblo impío!». (66:11)

Fátima Zahra (P), la honorable hija del Mensajero del Islam (BP), es también una de estas mujeres distinguidas, es por eso que la aleya de “At-Tathîr” fue revelada en honor a ella, su esposo, su padre e hijos. Dios, Altísimo sea, dice:

﴿ إِنَّما يُرِيدُ اللَّهُ لِيُذْهِبَ عَنْكُمُ الرِّجْسَ أَهْلَ الْبَيْتِ وَ يُطَهِّرَكُمْ تَطْهِيراً ﴾

«Dios sólo quiere libraros de la mancha, gente de la casa, y purificaros por completo». (33:33)

El Mensajero del Islam (BP) respecto a estas mujeres dijo:

“Las damas mas exaltadas del Paraíso son cuatro: Marîam hija de Imrân, Fátima hija de Muhammad, Jadiÿa hija de Juwaîlid y Asîah hija de Mazâhim.1

Tal y como puede observarse, el Sagrado Corán no considera que el ser mujer sea un obstáculo para el desarrollo, éxito, grandeza y adquisición de las virtudes humanas, sino que las considera al igual que a los hombres, merecedoras de estas virtudes.

Claro esta, en el Sagrado Corán algunas mujeres fueron reprochadas tales como la esposa del Profeta Noé (P), la esposa del Profeta Lot (P) y la esposa del incrédulo Abu Lahab.2 Así también algunos hombres fueron reprochados como resultado de su mal comportamiento, entre los cuales nombramos al Faraón, Nemrod y Abu Lahab.

Tercero: El Islam considera a la mujer y al hombre dos pilares de la sociedad, los cuales juegan un papel acorde en la aparición, formación, dirección y se benefician de ésta.

La mujer y el hombre son parte de la sociedad. Ellos se favorecen de los buenos resultados de una sociedad saludable y se perjudican de los malos efectos de una sociedad corrupta. Por lo tanto las obligaciones de la correcta dirección y reforma de la sociedad se encuentran también dentro de las obligaciones de éstos dos.

Dios Altísimo, en el Sagrado Corán dice:

﴿ وَ الْمُؤْمِنُونَ وَ الْمُؤْمِناتُ بَعْضُهُمْ أَوْلِياءُ بَعْضٍ يَأْمُرُونَ بِالْمَعْرُوفِ وَ يَنْهَوْنَ عَنِ الْمُنْكَرِ وَ يُقِيمُونَ الصَّلاةَ وَ يُؤْتُونَ الزَّكاةَ وَ يُطِيعُونَ اللَّهَ وَ رَسُولَهُ أُولئِكَ سَيَرْحَمُهُمُ اللَّهُ إِنَّ اللَّهَ عَزِيزٌ حَكِيمٌ ﴾

«Pero los creyentes y las creyentes son amigos unos de otros. Ordenan lo que está bien y prohíben lo que está mal. Hacen el azalá, dan el azaque y obedecen a Dios y a Su Enviado. De ésos se apiadará Dios. Dios es Poderoso, Sabio». (9:71)

Es cierto que estar presente en el campo de batalla y luchar contra el enemigo no fue hecho obligatorio para la mujer, pero las demás obligaciones sociales no fueron privadas para ellas, tales como: Encomendar el bien y reprobar lo prohibido, defender la religión y los asuntos sagrados de ésta, hacer propaganda y publicidad del Islam, luchar en contra de la trasgresión y opresión, defender los derechos de los menesterosos y oprimidos, cooperar en los actos beneficiosos, ayudar a los necesitados y pobres, cuidar a los enfermos, discapacitados y ancianos, luchar en contra de la corrupción moral y social, educar correctamente a los niños, enseñar e incrementar el nivel de conocimiento de la gente de la sociedad, fortificar y consolidar el gobierno justo islámico, defender los valores islámicos, ayudar al poder económico de la familia y del país, además de otras decenas de obligaciones en común que han sido puestas a cargo de la mujer y el hombre.

Cuarto: Otras de las obligaciones en común que tienen la mujer y el hombre es obtener conocimiento, descubrir los secretos del mundo y beneficiarse de éstos en la preparación e invención de los medio de confort y bienestar. Los dos son seres humanos y tienen méritos y obligaciones.

El Islam ha hecho gran énfasis en la obtención de la ciencia y la ha presentado como una obligación.

El Imâm As-Sâdiq (P) relata del Mensajero del Islam (BP) que dijo:

“Para todo musulmán es obligatorio adquirir la ciencia. Sabed que Dios ama a los buscadores de la ciencia”.3

El Imâm Muhammad Al-Bâqir (P) dijo:

“El sabio que utilice su sabiduría, es mejor que setenta mil devotos”.4

Y podemos hallar centenas de otras narraciones parecidas a éstas que muestran que entre la mujer y el hombre, desde esta perspectiva, no existe ninguna diferencia. Las mujer, como persona musulmana, tienen la obligación de esforzarse en adquirir conocimiento hasta obtener autonomía; en especial esforzarse en la adquisición de la ciencia que directamente es necesaria para ellas, tal y como: medicina, odontología, psicología, farmacéutica, enfermería, obstetricia, laboratorio, enseñanza y educación, administración, contaduría, psiquiatría, biología, química, teología islámica, exégesis, creencias, jurisprudencia, historia, literatura, arte, idiomas, derecho, economía, etc.

Las mujeres componen aproximadamente el cincuenta por ciento de la sociedad y participan en la administración de ésta. Por ello para que las científicas y especialistas en las carreras correspondientes y necesarias puedan ser independientes, deberán ser en número equivalente al de los hombres. La mitad de los hospitales y clínicas, universidades, bachilleratos, primarias, colegios técnicos, laboratorios de medicina y de análisis, escuelas de teología y preparación de difusores, centros de propaganda islámica, deberán ser administradas y dirigidas por mujeres. Así también todos los hospitales de maternidad deberán ser administrados y atendidos únicamente por mujeres, y deberán contar con sabios y especialistas en la misma cantidad que los hombres, que lamentablemente no es así. Las deficiencias y desigualdades mencionadas pueden derivarse de estas dos razones:

Unas de estas son el egoísmo, engreimiento e injusticias de los hombres a lo largo de la historia que han privado a las mujeres los derecho que les pertenecen, privándolas de su autonomía y manteniéndolas dependientes.

Otras; la negligencia, la falta de autoestima, el confort y la opulencia de las mujeres que no conocieron el verdadero sendero para recuperar sus derechos y se descarriaron.

Las mujeres deberán conocer sus obligaciones y funciones verdaderas, y esforzarse en el sendero para llegar a obtener la independencia y autonomía, así como para conseguir los derechos que les pertenecen, y tener cuidado de no desviarse; tal y como sucedió con las mujeres del occidente.

La Mujer y la Libertad

La mujer al igual al hombre, fue creada libre y desea vivir sin la intervención de los demás. El deseo de vivir en libertad es un deseo natural y legítimamente religioso. Pero ¿acaso puede el ser humano vivir libremente en la sociedad?

El ser humano necesita de sus semejantes, deberá respetar los derechos y los deseos de éstos, y restringir sus libertades en lo establecido dentro su sociedad. Este tipo de limitaciones no son perjudiciales para el ser humano, sino por el contrario son benéficas para éste. Además vivir con libertad ilimitada y seguir los deseos concupiscentes de su alma en ocasiones termina perjudicándolo en forma grave. En estos casos deberá aceptar los límites, puesto que son a favor de su verdadero beneficio.

El Islam además de respetar el derecho de libertad del ser humano, considera imposible e inconveniente la libertad absoluta. Libertad que no es provechoso ni beneficiosa para el individuo ni para la sociedad. Por ello tomando en cuenta los beneficios corporales y espirituales de este mundo y de la otra vida, tanto desde el punto individual como social de los seres humanos, los preceptos y las leyes así como las obligaciones dentro de la ley islámica, limitan la libertad de éstos. Es posible que algunas limitaciones de la ley islámica no sean del agrado total de la gente y las consideren un estorbo para su libertad. Esta forma de juzgar se deriva de la falta de conocimiento correcto del individuo respecto a lo verdaderamente conveniente para sí mismo.

Si el ser humano estuviese consciente de lo verdaderamente beneficioso que son las limitaciones de las leyes islámicas para su vida, no las consideraría un obstáculo para su libertad y gustoso las aceptaría.

La situación es similar respecto a la libertad de las mujeres. El Islam considera digna la libertad de la mujer y la respeta en sus leyes –con la condición de que no afecte su verdadero beneficio y el de la demás gente de la sociedad–. Sin embargo, prefiere la limitación cuando la libertad se encuentre en contra de su beneficio verdadero. A continuación mencionamos algunas de las libertades con que cuenta la mujer de una manera resumida.

1. Libertad para Laborar. Como dijimos anteriormente, el Islam considera a la mujer uno de los pilares de la sociedad y le ha concedido una serie de obligaciones. La mujer no puede ni debe ser un miembro estático una existencia ineficaz e inútil. El Islam considera al trabajo como una obligación y uno de las mejores adoraciones, alejando a sus seguidores de la ociosidad e inactividad, así como de ser sólo un consumidor. Hay numerosas narraciones acerca de este tema y a continuación mencionamos algunas:

El Mensajero del Islam (BP) dijo:

“La adoración está compuesta de setenta partes, y buscar el sustento halâl o permisible es la mejor de éstas”.5

El Imâm Musa Ibn Ÿa’far dijo:

“A Dios, Honorado y Glorificado sea, le indigna el siervo haragán y ocioso”.6

“Trabajar” desde el punto de vista del Islam no es un derecho sino una obligación, y no hay diferencia entre mujer y hombre desde este punto de vista. La mujer también debe cumplir con su obligación social y es libre para elegir la profesión que desee. Pero, teniendo en cuenta su contextura corporal especial y espiritual, ejercer cualquier empleo no está al nivel de su dignidad ni conveniencia, ni tampoco lo es para los demás integrantes de la sociedad. Ella es un ser delicado, suave y bello, y es esta misma delicadeza y belleza la que es atractiva para el hombre e influye en él, por ello al elegir un empleo debe procurar que éste no dañe su belleza. Realizar trabajos duros, difíciles y agotadores no son convenientes para las mujeres, tales como: conducir camiones, trabajos nocturnos, trabajar en las minas, siderúrgicas, fábricas de cemento y de autos, agricultura, ganadería y parecidos a éstos. Ejercer este tipo de trabajos sobrepasa el poder de las mujeres, y pone en peligro la belleza, delicadeza y atracción de éstas, no siendo conveniente para ellas ni para sus esposos. Esta es la razón por lo que el Islam recomienda a los hombres que no obliguen a las mujeres a realizar trabajos difíciles.

El Príncipe de los Creyentes, ‘Alî (P), dijo a su hijo Imâm Hasan (P):

“No obligues a la mujer a realizar trabajos que sobrepasan sus fuerzas. Es mejor para su salud, tranquiliza su corazón y mantiene su belleza.

La mujer es delicada y se asemeja a una flor, y ella no es un combatiente”.7

Otro tema importante es que la delicadeza, belleza y atracción de la mujer, al igual que la debilidad de la mayoría de los hombres ante las excitaciones sexuales, es un asunto natural. Por lo tanto es a favor de las mujeres y de la sociedad que acepten empleos en donde el contacto con los hombres se menor, para así evitar los posibles peligros que puedan dañar su fe y reputación, y en esta forma ayudar al bienestar y castidad de la sociedad, en especial al grupo de los jóvenes y hombres solteros.

Debe ponerse atención en un punto importante, y éste es que la mujer es un ser emocional y por lo general los efectos sentimentales influyen en ella mas que en el hombre. Basados en esto no es conveniente para ella, ni para la sociedad, que desempeñe empleos en los que necesite de más fuerza y rudeza, tales como; empleos militares, policíacos y de jurisdicción.

Otro punto al que la mujer debe poner atención al elegir un empleo es la situación de los hijos, así como el cuidado y la protección de la familia. En caso de que la mujer sea casada y tenga hijos deberá percatarse que tiene una obligación más importante, y ésta es cuidar su matrimonio y la correcta educación de los hijos, acto que la creación hizo especial para ella. Es cierto que ella es libre para elegir un oficio, pero deberá elegir uno que no turbe los fundamentos cálidos de la familia, no prive a los hijos de amor, de afecto maternal ni de una educación correcta.

En este caso lo importante es que exista armonía y acuerdo. El hombre también deberá dejar a un lado cualquier obsesión carente de fundamentos, egoísmo, sentimiento de superioridad y carácter patriarcal, y según lo conveniente, y dictaminado con justicia permitir a la mujer que ejerza un oficio adecuado.

2. Libertad a tener propiedad. El Islam respeta la propiedad de la mujer tal y como la del hombre. La mujer puede a través del trabajo, comercio, empleo de oficina, dote, regalo y cualquier otro camino legítimo, obtener una propiedad, ser su dueña y beneficiarse de sus ganancias. Nadie tiene derecho a apoderarse de su riqueza sin su anuencia, sea su padre, madre, esposo o hijos.

El Sagrado Corán dice:

﴿وَ لا تَتَمَنَّوْا ما فَضَّلَ اللَّهُ بِهِ بَعْضَكُمْ عَلى بَعْضٍ لِلرِّجالِ نَصِيبٌ مِمَّا اكْتَسَبُوا وَ لِلنِّساءِ نَصِيبٌ مِمَّا اكْتَسَبْنَ وَ سْئَلُوا اللَّهَ مِنْ فَضْلِهِ إِنَّ اللَّهَ كانَ بِكُلِّ شَيْ‏ءٍ عَلِيماً﴾

«No codiciéis aquello por lo que Dios ha preferido a unos de vosotros más que a otros. Los hombres tendrán parte según sus méritos y las mujeres también. Pedid a Dios de Su favor. Dios es omnisciente». (4:33)

3. Libertad para elegir esposo. La mujer al igual que el hombre tiene total libertad para elegir a quien será su esposo. Es incorrecto casar sin su consentimiento a una mujer que ha llegado a su adolescencia. Nadie tiene derecho a obligarla a elegir a un hombre o a casarse con él, inclusive ni siquiera el padre, la madre, el abuelo o hermano.

El Imâm As-Sâdiq (P) dijo:

“Obtened consentimiento para casar a la mujer virgen y a la que no lo es (divorciada o viuda), y el matrimonio sin su consentimiento es incorrecto”.8

Dijo el Imâm As-Sâdiq (P) respecto a un hombre que quería casar a su hermana:

“Deberá pedirse permiso a la misma mujer; si guardó silencio y no respondió, su silencio es su aceptación. Pero de cualquier forma sin su consentimiento no es correcto el compromiso”.9

Por lo tanto para que el vínculo matrimonial sea correcto es necesario el permiso de la mujer, ya sea virgen o no.

Aquí se presenta una pregunta y ésta es: ¿Acaso para que el matrimonio de la mujer virgen sea correcto además de su propio consentimiento es necesario también el permiso del padre o abuelo?

En respuesta a esta pregunta se ha hablado detalladamente llegando a la conclusión de que si la mujer no es virgen no necesita del permiso del padre o abuelo, y ella misma en este caso puede decidir por sí sola. En las narraciones también se ha mencionado este asunto en forma directa.

El Imâm As-Sâdiq (P) respecto al matrimonio de una mujer que no es virgen dijo:

“Ella tiene autoridad sobre sí misma, más que cualquier otra persona. En caso de que antes hubiese contraído matrimonio ella puede elegir al hombre que quiera –mientras ocupe un nivel social similar al de ella– para volver a casarse”.10

El Imâm As-Sâdiq (P) dijo:

“La mujer que no sea virgen puede contraer matrimonio sin el consentimiento del padre, mientras que no haya impedimento para ello”.11

La mayoría de los jurisconsultos consideran que es necesario el permiso del padre o abuelo para que el matrimonio de la mujer virgen sea correcto. Para ello se basan en algunas narraciones.

El Imâm As-Sâdiq (P) dijo:

“La mujer virgen que tiene padre no debe casarse sin el consentimiento de éste”.12

La libertad de una mujer virgen, sólo en el caso que quiera elegir a su pareja, se limita al permiso del padre o abuelo. Pero esta limitación no es una desventaja para ella sino que más bien termina beneficiándola. La mujer virgen como consecuencia de que antes no había contraído matrimonio carece de experiencia en este asunto, y por la integridad e inhibición que tiene no puede investigar en forma exacta respecto a su pretendiente. Ella necesita de un consejero compasivo, amable y con experiencia para que le aconseje. El padre y el abuelo son las mejores personas que pueden ayudar a la mujer en este caso tan importante y decisivo para su futuro.

Además consultar y obtener el permiso del padre tiene otros beneficios y estos son: respeto hacia el padre, y la obtención del consentimiento y de su ayuda. Sin duda este “permiso” provoca un gran efecto en el fortalecimiento de las relaciones familiares y del futuro de la vida de la hija y del yerno, así también en la resolución de los posibles problemas.

Es necesario mencionar que existen dos excepciones para esta norma:

Primera cuando no tenga acceso al padre o al abuelo para obtener su permiso. Y segunda cuando la mujer tenga necesidad de casarse, el pretendiente que tiene es adecuado, pero el padre sin razón pone pretextos y ha rechazado a todos los pretendientes anteriores. Sólo en estos dos casos los jurisconsultos permiten a la mujer casarse con el hombre que elije sin el consentimiento del padre.

4. Libertad de estudiar. Si la mujer es soltera, puede estudiar y nadie tiene derecho a oponerse. Pero si la mujer está casada y tiene esposo, deberá respetar los derechos de su esposo y sus hijos, consultar con su esposo y llegar a un acuerdo para continuar sus estudios.

5. Libertad para elegir la vivienda. Si la mujer no tiene esposo es completamente libre para elegir el lugar donde vivir. Pero si es casada deberá aceptar lo que decide su esposo en cuanto al barrio y el lugar donde vivir. Preparar la vivienda es una de las responsabilidades y decisiones que asume el hombre. Claro está la vivienda debe ser digna del estatus de la familia y dentro de las posibilidades monetarias del hombre asegurando la tranquilidad de ésta. En caso de que vivan en casa del los padres del hombre o en forma colectiva con otros, pero la mujer por falta de tranquilidad pide una vivienda privada, el hombre deberá aceptar si se encuentra dentro de sus posibilidades. Así también si su vivienda es pequeña o alguien les molesta, la mujer puede pedir que cambien de vivienda en caso de que se encuentre dentro de sus posibilidades, el hombre deberá aceptar su petición ya que todos estos son motivos para mejorar las relaciones.

Dios, Altísimo sea, en el Sagrado Corán dice:

﴿وَ عاشِرُوهُنَّ بِالْمَعْرُوفِ ﴾

«Comportaos con ellas como es debido». (4:19)

Así también dice:

﴿ وَ لا تُضآرُّوهُنَّ لِتُضَيِّقُوا عَلَيْهِنَّ﴾

«¡No les hagáis daño con ánimo de molestarlas!». (65:6)

Aunque uno de los derechos que el hombre tiene es elegir la vivienda, no obstante, la mujer puede proponer el lugar donde desea vivir cuando se realiza el contrato matrimonial, o hacerlo como un derecho de sí misma. En caso de que el hombre acepte, éste tiene la obligación de cumplir lo que diga la mujer y si no lo hace es un pecador.

La Mujer y el Hiÿâb

El término “hiÿâb” lingüísticamente significa “cubierta”. Hiÿâb en el Islam significa “vestido que cubre el cuerpo de la mujer”. El Islam le ordenó a la mujer cubrir su cuerpo por completo y protegerse de la vista de los hombres que no son mahram.13

La obligatoriedad del hiÿâb está basada en aleyas coránicas y narraciones. Aquí mencionamos únicamente tres aleyas:

Primera aleya

Dios, Altísimo sea, en el Sagrado Corán dice:

﴿ قُلْ لِلْمُؤْمِنِينَ يَغُضُّوا مِنْ أَبْصارِهِمْ وَ يَحْفَظُوا فُرُوجَهُمْ ذلِكَ أَزْكى لَهُمْ إِنَّ اللَّهَ خَبِيرٌ بِما يَصْنَعُونَ * وَ قُلْ لِلْمُؤْمِناتِ يَغْضُضْنَ مِنْ أَبْصارِهِنَّ وَ يَحْفَظْنَ فُرُوجَهُنَّ وَ لا يُبْدِينَ زِينَتَهُنَّ إِلاَّ ما ظَهَرَ مِنْها وَ لْيَضْرِبْنَ بِخُمُرِهِنَّ عَلى جُيُوبِهِنَّ وَ لا يُبْدِينَ زِينَتَهُنَّ إِلاَّ لِبُعُولَتِهِنَّ أَوْ آبائِهِنَّ أَوْ آباءِ بُعُولَتِهِنَّ أَوْ أَبْنائِهِنَّ أَوْ أَبْناءِ بُعُولَتِهِنَّ أَوْ إِخْوانِهِنَّ أَوْ بَنِي إِخْوانِهِنَّ أَوْ بَنِي أَخَواتِهِنَّ أَوْ نِسائِهِنَّ أَوْ ما مَلَكَتْ أَيْمانُهُنَّ أَوِ التَّابِعِينَ غَيْرِ أُولِي الإِْرْبَةِ مِنَ الرِّجالِ أَوِ الطِّفْلِ الَّذِينَ لَمْ يَظْهَرُوا عَلى عَوْراتِ النِّساءِ وَ لا يَضْرِبْنَ بِأَرْجُلِهِنَّ لِيُعْلَمَ ما يُخْفِينَ مِنْ زِينَتِهِنَّ وَ تُوبُوا إِلَى اللَّهِ جَمِيعاً أَيُّهَا الْمُؤْمِنُونَ لَعَلَّكُمْ تُفْلِحُونَ ﴾

«¡Oh, Mensajero! Di a los creyentes que bajen la vista con recato y guarden sus partes privadas. Eso es más correcto para ellos. Dios está bien informado de lo que hacen. * Y di a las creyentes que bajen la vista con recato, que sean castas y no muestren más adorno que los que están a la vista, que cubran su escote con el velo y no exhiban sus adornos sino a sus esposos, a sus padres, a sus suegros, a sus propios hijos, a sus hijastros, a sus hermanos, a sus sobrinos carnales, a sus mujeres, a sus esclavas, a sus criados varones fríos, a los niños que no saben aún de las partes femeninas. Que no batan ellas con sus pies de modo que se descubran sus adornos ocultos. ¡Volveos todos a Dios, creyentes! Quizás, así, prosperéis». (24:30-31)

La aleya anterior fue revelada para el hiÿâb de la mujer, y señaló un asunto que necesita de explicación e interpretación:

Al inicio de la aleya pide a los hombres y mujeres creyentes que bajen sus miradas y no se miren fijamente.

El vocablo “gad” lingüísticamente significa “bajar” y “cerrar”. “Gad basar”significa “acortar la mirada” y “no mirar fijamente”. En ocasiones el ser humano mira a otro pero su mirada carece de intención, en otras ocasiones mira con placer, a lo que se le llama “mirar fijamente”. Las segundas miradas con placer llevan al ser humano, sea hombre o mujer, a la corrupción. Éstas son las miradas que se han prohibido. Las miradas permitidas son aquellas que no tienen placer, ya que son parte de los medios de las relaciones en la vida y en la sociedad.

Después de esto recomienda a las mujeres y hombres que cuiden sus partes privadas. El propósito de “cuidar de sus partes privadas” es tratar de cuidar su castidad evitando las miradas fijas, o sea bajando las miradas y respetando el hiÿâb.

Entonces dice a las mujeres: «…y no muestren más adorno que los que están a la vista…».

“Adorno” bajo el significado de cualquier medio de embellecimiento. Adornos que no son parte del cuerpo tales como, aretes, collares, anillos, prendedores, pulseras, vestidos hermosos y adornos que se adhieren al cuerpo tales como el surmah o colirio, esmalte de uñas, tinte para las manos y los pies (como la henna) y el tinte del cabello. La aleya que estamos tratando menciona estos dos tipos de adornos. A las mujeres se les ha recomendado que no muestren ninguno de sus adornos a los hombres que no son mahram, y por este medio evitar llamar la atención del hombre e incitar sus instintos sexuales.

Después de esto con la frase «los que están a la vista» permite a las mujeres no cubrir sus adornos que están a la vista en forma natural tales como el surmah, color de las cejas, manos teñidas de henna o alheña14, color del velo, gabardina y zapatos. Las mujeres ya que forman parte de la sociedad y tienen obligaciones dentro de ésta naturalmente son miradas por hombres a la cara, manos y adornos externos, y cubrirlos es un asunto difícil que puede ser incomodo. Por ello se les ha permitido realizar sus obligaciones sin cubrir estas partes.

En algunas narraciones se ha interpretado también los adornos externos mencionados en la aleya con ese mismo significado.

Zarrârah relata del Imâm As-Sâdiq (P) respecto a la interpretación de las palabras de Dios, Honorado y Glorificado sea, que dijo:

“Los adornos externos son el surmah y el anillo”.15

Abu Basîr relata que preguntaron al Imâm As-Sâdiq (P), respecto a la interpretación de la aleya:

«…y no muestren más adorno que los que están a la vista…». Éste respondió: “Los adornos externos son el anillo y las pulseras”.16

Entonces continuando su interpretación del hiÿâb dice: “jumur” es el plural de “jimâr” y significa pañuelo o velo largo. “Ÿuîûb” es el plural de “ÿaîb” que significa “cuello” y “escote” del vestido.

Dicen que las mujeres en la época del Mensajero del Islam (BP) utilizaban vestidos escotados que dejaban ver parte de su busto. Así también echaban sus pañuelos hacia atrás dejando las orejas a la vista. En conclusión se veían las orejas, los aretes, el cuello y parte de sus escotes. Esta aleya ordena a las mujeres que coloquen sus pañuelos por delante y tapando sus cuellos y escotes, para que cubran todas estas partes.

Tabarsî en la exégesis de esta aleya dice:

“El vocablo “jumur” es el plural de “jimâr” y significa pañuelo o velo que cubre el cuello y escote. La aleya ordena a las mujeres que coloquen sus pañuelos hacia adelante para cubrir el cuello y también el pecho, ya que antes lo echaban hacia atrás de las orejas y como resultado se veía el escote”.17

A continuación de la aleya «Que no batan ellas con sus pies de modo que se descubran sus adornos ocultos», dice: para cumplir satisfactoriamente con la castidad y evitar las corrupciones sociales se les ha recomendado a las mujeres que cuando caminen no golpeen sus pies sobre el suelo, no sea que sus adornos hagan ruidos y lleguen a ser escuchados por los hombres no-íntimos, provocando en ellos incitación sexual y ocasionando problemas y pérdidas en la gente en general especialmente en los jóvenes y hombres solteros.

De esta aleya se deducen varios asuntos importantes morales e islámicos:

1. Las mujeres y los hombres no-íntimos deberán evitar mirarse fijamente y con deseo;

3. Las mujeres no deberán mostrar a los hombres no-íntimos sus adornos internos;

5. Las mujeres tienen la obligación de colocar sus pañuelos y velos sobre su cabeza en tal forma que cubran por completo sus orejas, aretes o arracadas, cuello y escote;

7. Se les ha recomendado a las mujeres que para cumplir mejor con la castidad general y prevenir las corrupciones éticas y morales, inclusive no golpeen sus pies al caminar, no sea que este ruido provoque descarrío en los hombres;

9. No es obligatorio para las mujeres cubrir sus adornos externos.

Segunda aleya

Dios Todopoderoso en el Sagrado Corán dice:

﴿يا أَيُّهَا النَّبِيُّ قُلْ لأَِزْواجِكَ وَ بَناتِكَ وَ نِساءِ الْمُؤْمِنِينَ يُدْنِينَ عَلَيْهِنَّ مِنْ جَلاَبِيبِهِنَّ ذلِكَ أَدْنى أَنْ يُعْرَفْنَ فَلا يُؤْذَيْنَ وَ كانَ اللَّهُ غَفُوراً رَحِيماً ﴾

«¡Oh, Mensajero! Di a tus esposas, a tus hijas y a las mujeres de los creyentes que se cubran con el manto. Es lo mejor para que se las distinga y no sean molestadas. Dios es Indulgente, Misericordioso». (33:59)

La enciclopedia describe al término “ÿalbâb” como ropa suelta que usan las mujeres o un manto sobre la ropa.

Râqib en su obra “Mufarradât” también describió a ÿalbâb como un vestido y una especie de toca.

En “Al Munaÿib” el vocablo ÿalbâb fue explicado también como vestido o ropa suelta.

Por lo tanto en la interpretación de la aleya puede decirse lo siguiente: “Di a las mujeres que confeccionen su ÿalbâb (pañuelos) ropas y mantas (que utilizaban sobre los vestidos) de telas baratas, o las usen en tal forma que cubra todo su cuerpo como, por ejemplo, sus escotes y cuellos, y los cubran de los ojos de los hombres no-íntimos. Si lo hacen serán conocidas por su pureza y castidad, no serán punto de atracción para los no-íntimos y nadie les molestará”.

De la aleya se deduce que la mujer musulmana en la calle deberá vestir ropa decorosa, seria y sencilla. Y con ello evitar cualquier corrupción moral y social. Un comportamiento como éste es tanto a favor de las mujeres como de los jóvenes y hombres.

Tercera aleya

El Sagrado Corán dice:

﴿يا نِساءَ النَّبِيِّ لَسْتُنَّ كَأَحَدٍ مِنَ النِّساءِ إِنِ اتَّقَيْتُنَّ فَلا تَخْضَعْنَ بِالْقَوْلِ فَيَطْمَعَ الَّذِي فِي قَلْبِهِ مَرَضٌ وَ قُلْنَ قَوْلاً مَعْرُوفاً * وَ قَرْنَ فِي بُيُوتِكُنَّ وَ لا تَبَرَّجْنَ تَبَرُّجَ الْجاهِلِيَّةِ الأُْولى ﴾

«¡Oh, esposas del Profeta! Vosotras no sois como ninguna otra mujer. Si teméis a Dios. Entonces no seáis tan complacientes en vuestras palabras que llegue a anhelaros el enfermo de corazón. ¡Hablad, más bien, como se debe! * ¡Quedaos en vuestras casas! ¡No exhibáis vuestras bellezas como lo hacían las mujeres de la época de la ignorancia!.».. (33:32-33)

En la aleya anterior se les hicieron tres recomendaciones a las mujeres:

1. Cuando hablen no lo hagan con coquetería, ya que hablar con coquetería puede que excite el instinto sexual de algunos hombres.

2. Sean amas de casa y quédense en sus casas

3. Al igual que las mujeres en la época de la ignorancia no salgan de sus casas para exhibirse ante los hombres, sin cubrirse y para mostrar sus adornos y bellezas.

Aunque la aleya fue revelada para las esposas e hijas del Mensajero de Dios (BP) sus órdenes incumben a todas las mujeres.

Debemos aclarar que el propósito de «¡Quedaos en vuestras casas!», no es decir: “las esposas del Mensajero de Dios (BP) así como las demás mujeres tienen la obligación de quedarse en sus casa y nunca deben salir de éstas”. Tal y como dijimos la mujer es miembro activo de la sociedad y tiene obligaciones que hacen necesario que salga de su casa. Las mujeres en la época del Profeta (BP) también salían de sus casas, se presentaban en las mezquitas.

Escuchaban los sermones del Mensajero del Islam (BP) y realizaban preguntas religiosas. Inclusive muchas de las mujeres son transmisoras de narraciones y muchos transmisores han relatado narraciones de éstas. Ellas participaban en las guerras y cuidaban y curaban a los heridos. Las esposas del Mensajero (BP) también participaban en las guerras, pero no se les comisionaba para luchar.

El método del Mensajero de Dios (BP) y de sus compañeros cercanos no era mantener a las mujeres dentro de la casa. El propósito de esta aleya tampoco lo es, sino que se refiere a que a las mujeres les guste su hogar y su vida, y lo consideren como su lugar principal. Al igual que deberán tener interés en ser amas de casa, atender a sus hijos y esposo, y sentir obligación en estos casos, deberán evitar la ociosidad, pasear en las calles y ser irresponsables.

Los mahârim (Íntimos)

Los hombres respecto a las mujeres se dividen en dos grupos: mahram(íntimos) y los que no lo son.

Lo que dijimos respecto a las obligaciones del hiÿâb para las mujeres, es respecto a los hombres no-íntimos. Pero respetar el hiÿâb ante los mahram o íntimos no es obligatorio. Los hombres mahram son:

1. El padre, el abuelo y sus ascendentes;

2. El padre y los ascendentes de la madre;

3. El hermano, los hijos del hermano y descendientes;

4. Los hijos de la hermana, los hijos de éstos y sus descendientes;

5. El tío (paterno), el tío del tío y todos sus ascendentes;

7. El tío (materno), el tío del tío y todos sus ascendentes;

8. El esposo, el suegro y todos sus ascendentes;

9. El suegro, la suegra, los padres de éstos y todos sus ascendentes;

10. El hijastro, sus hijos y todos sus descendientes;

11. El hijo, el nieto, los hijos del nieto y de la nieta, y todos sus descendientes;

12. Los nietos varones de la hija e hijos varones del nieto y todos sus descendientes;

13. El yerno, el yerno del yerno y todos sus descendientes.

Estas personas pueden verse sin necesidad de cubrir la cabeza, el cuello y el escote. Con la condición de que su mirar no sea con pasión ni deseo, de lo contrario las no-íntimas y niñas deberán cubrirse ante éstos. Si una mujer mira con placer a otra, o si un hombre mira con placer a otro, sus miradas son prohibidas.

El límite del Hiÿâb

La obligatoriedad del hiÿâb es uno de los mandatos definitivos del Islam y todos los jurisconsultos mantienen una opinión unánime.

Las mujeres tienen la obligación de cubrir sus cuerpos con velo largo, manto, vestido largo, gabardina, abrigo, pañuelo, toca y cualquier otra ropa que cubra todo su cuerpo ante los hombres que no son mahram. No existe razón alguna para obligarla a utilizar un tipo de ropa en especial.

No existe diferencia de opiniones en el principio de la obligación de utilizar el hiÿâb, no obstante, entre los jurisconsultos existe diferencia de opiniones respecto a tapar la cara y las dos manos hasta las muñecas.

Algunos de ellos consideran obligatorio cubrir estas partes, o han dado un mandato de precaución (o sea que es mejor realizarlo). La mayoría de ellos no considera obligatorio tapar estas partes y se basan en varias razones para comprobar que no lo es:

Primera razón: las narraciones que en forma clara y directa rechazan la obligación de cubrir la cara y las palmas de las manos:

• Musa’dat Ibn Zîâd dice: Escuché decir al Imâm As-Sâdiq (P) que en respuesta a la pregunta de ¿cuáles son los adornos externos de la mujer? dijo: “Se refiere al rostro y a las dos manos”.18

El Imâm As-Sâdiq (P) en respuesta a la pregunta de que el hombre en caso de que no sea mahram que partes de la mujer puede ver, dijo: “El rostro, las dos manos y los dos pies”.19

• ‘Alî Ibn Ÿa’far relata: Pregunté a mi hermano Mûsâ Ibn Ÿa’far (P): “¿Que partes de la mujer que no es íntima puede ver el hombre?” Dijo: “La cara, las manos y el lugar de la pulsera (la muñeca)”.20

• ‘Alî Ibn Suwaîd narra que dijo al Imâm Mûsâ Ibn Ÿa’far (P): “Me atrae ver a una mujer hermosa, y me gusta verla siempre, ¿qué puedo hacer?” Me respondió: “En caso de que tu intención no sea la infidelidad no hay problema, pero ten cuidado de no fornicar, que este acto termina con la bendición y destruye la religión”.21

• Mufaddal dice: “Dije al Imâm Ÿa’far As-Sâdiq (P): “¡Ofrezco mi vida por ti! ¿Que decís respecto a la mujer que viaja sola con un grupo de hombres no-íntimos, y en ese viaje fallece?. ¿Qué deberá hacerse en ese caso?” Contestó: “Deberán lavar las partes obligatorias del tayammum (ablución en seco), pero sin tocarlas, y no le quiten la ropa de las partes que Dios ordenó cubrir”.

Mufaddal preguntó: “¿Entonces que hacen con su cuerpo?” Respondió: “Deberán lavar primero las palmas de sus manos, luego su rostro y después sobre las manos”.22

Segunda razón: Las narraciones que no mencionan directamente la cara y las palmas de las manos, sin embargo en forma indirecta muestran que no es obligatorio cubrirlas:

• Muhammad Ibn Abî Nasr relata: Pregunté al Imâm Ridâ (P): “¿Acaso el hombre puede ver el cabello de su cuñada?” Respondió: “¡No! A menos que su cuñada sea una mujer anciana y senil”. Después le pregunté: “¿Este mandato incluye a la cuñada y a las mujeres que no pertenecen a la familia y otras?” Me contestó afirmativamente. Le pregunté: “¿Entonces que parte de las mujeres ancianas puede uno ver?” Dijo: “El cabello y el antebrazo de éstas”.23

De ahí que el narrador pregunta respecto a mirar el cabello de la cuñada, pero no pregunta nada sobre mirar la cara de ésta, evidencia que considera un asunto permitido verle el rostro, de lo contrario primeramente hubiese preguntado a este respecto. Así también el Imâm (P) da respuesta a la pregunta del narrador, respecto a la medida de lo que es permitido ver en mujeres ancianas dijo; el cabello y los antebrazos y no mencionó la cara, aclara que el permiso de ver la cara es un asunto evidente que no necesita ser mencionado, de lo contrario debió haberlo hecho.

• El Imâm Ridâ (P) dice: “Obliguen a los niños a orar a la edad de los siete años. Pero que las mujeres cubran su cabello ante él desde que este tenga su primera polución nocturna”.24

• Abdu Ar-Rahmân relata: Pregunté al Imâm Mûsa Ibn Ÿa’far (P) respecto a la niña que no ha llegado a la edad de la pubertad: “¿En que momento debe cubrir su cabeza ante el hombre que no es mahram? Y ¿en qué momento debe cubrir su cabeza con pañuelo para realizar la oración?” Respondió: “Es obligatorio para ella cubrir su cabeza desde el momento que vea sangrado de menstruación y la oración se vuelve prohibida para ella en este estado”.25

En estas dos narraciones se consideró obligatorio cubrir el cabello y la cabeza para la niña desde el momento que vea señales de la pubertad, pero no habla nada respecto a cubrir la cara. Mientras que si fuese obligatorio primeramente lo hubiese mencionado. De aquí se entiende que no es obligatorio para las mujeres cubrir sus rostros.

Tercera razón: Al igual que se mencionó de la frase “y no muestren más adorno que los que están a la vista” puede deducirse que cubrir las manos y la cara no es obligatorio ya que en las narraciones de los Inmaculados Imâmes de Ahle Baît (P), pintarse los ojos con surmah o colirio y utilizar anillos es uno de los ejemplos de las partes “… que están a la vista”, y no es obligatorio cubrirlas. Por lo tanto no debe ser obligatorio cubrir la cara y las manos que son el lugar de estos dos adornos.

También la frase «que cubran su escote con el velo y no exhiban sus adornos» mencionada en esta aleya es una razón para mostrar que no es obligatorio cubrir la cara, ya que a las mujeres se les ha recomendado, para obtener un hiÿâb completo, echar sus velos hacia el frente para cubrir sus cuellos y escotes. Sin embargo, respecto a cubrir la cara no da ninguna orden, y esto es una muestra de no ser obligatorio. Además en la narración de Musa’dat Ibn Zîâd que fue mencionada en esta misma discusión, la misma cara y las manos son ejemplos de «los que están a la vista»

Cuarta razón: De algunas narraciones y testigos de la historia se deduce que las costumbres de las mujeres en la época del Mensajero de Dios (BP) no era cubrir sus caras, sino que se presentaban con la cara descubierta en las reuniones, calles y mercados. Los hombres veían a las mujeres, hablaban y negociaban entre sí. Escuchaban narraciones del Santo Mensajero de Dios (BP) y las transmitían a los hombres. Entre los transmisores de narraciones hay cientos de mujeres, inclusive las esposas e hijas del Mensajero de Dios (BP) no estaban excluidas de este acto. Se han transmitido cientos de narraciones de ‘Aîshah, Hafsah, Umm Salmah y Fátima, y para ello era necesario ver la cara de las mujeres y escuchar su voz. Pero el Mensajero del Dios (BP) no prohibió a las mujeres cubrir sus rostros ni a los hombres ver las caras y escuchar las voces de éstas, a menos que fuese con deseo.

Ÿâbir Ibn ‘Abdul.lah Ansarî narra: “En una ocasión el Mensajero de Dios (BP) fue a visitar a Fátima Zahra’ (P). Yo lo acompañaba. Cuando llegó a la puerta de la casa de su hija, tocó y dijo: “As Salâm Alaîkom”. Fátima (P) desde dentro de la casa dijo: “‘Alaik Salâm. ¡Oh, Mensajero de Dios!” El Profeta dijo: “¿Tengo permiso para entrar?” Fátima respondió: “¡Entrad!” El Mensajero de Dios (BP) preguntó: “¿Entro con mi acompañante?” Fátima dijo: “¡Oh, Mensajero de Dios! No tengo pañuelo”. Dijo: “Coloca parte de tu vestido sobre tu cabeza”. Fátima así lo hizo, después el Mensajero de Dios (BP) dijo: “Asalâm Alaîkom”, y Fátima (P) respondió a su saludo. En seguida el Mensajero de Dios (BP) preguntó: “¿Entro con mis acompañantes?” Respondió: “Entrad, por favor”.

Ÿâbir continúa relatando: El Mensajero (BP) entró a casa de su hija y yo lo seguí. Vi el rostro de Fátima empalidecido (P). El Santo Mensajero de Dios (BP) dijo: “¡Hija mía! ¿Por qué estás tan pálida?” Respondió: “¡Oh, Mensajero de Dios! Por el hambre que siento. Este generoso levantó sus manos hacia el cielo para suplicar y dijo: “¡Oh, Dios que sacia a los hambrientos! ¡Sacia a Fátima hija de Muhammad!” Ÿâbir narra: “¡Juro por Dios! Después de la súplica del Mensajero (BP) observé nuevamente el rostro de Fátima (P), se le había quitado lo pálido y su rostro estaba sonrosado, y después de esto nunca más sintió hambre”.26

De la narración anterior se deduce que el rostro de Fátima Zahra’ (P) podía verse, puesto que Ÿâbir pudo primero ver su palidez y después de la súplica del Mensajero de Dios (BP) pudo ver el cambio de color en su rostro.

Sa’d Isqâf relata del Imâm Bâqir (P) que dijo:

“Un joven de los ansâr27 se encontró en las calles de Medina con una mujer. En ese entonces las mujeres echaban hacia atrás sus pañuelos. El joven ansârse le quedó viendo hasta que estuvo cerca de ésta y se cruzaron. El joven continuaba viéndola por la espalda. En ese momento se pegó en la cabeza con un hueso que estaba en la pared. Comenzó a brotar sangre de la herida, y corrió sobre su pecho y vestido. El joven dijo: “¡Juro por Dios! Me voy a quejar con el Mensajero de Dios (BP) de esta mujer”.

El joven fue a ver al Profeta (BP) y éste le preguntó la causa de su estado. El joven relató lo sucedido, en ese momento el Arcángel Gabriel se apareció trayendo la siguiente aleya:

﴿ قُلْ لِلْمُؤْمِنِينَ يَغُضُّوا مِنْ أَبْصارِهِمْ وَ يَحْفَظُوا فُرُوجَهُمْ ذلِكَ أَزْكى لَهُمْ إِنَّ اللَّهَ خَبِيرٌ بِما يَصْنَعُونَ ﴾

«Di a los creyentes que bajen la vista con recato y que sean castos. Es más correcto. Dios está bien informado de lo que hacen». (24:30)28

De esta narración se deduce también que las mujeres en la época del Mensajero de Dios (BP) y al inicio del Islam no sólo no cubrían sus rostros sino que echaban hacia atrás de las orejas sus pañuelos. En conclusión se veían sus orejas, aretes, cuellos y escotes. Esta fue la causa por la que el joven ansâr se quejó con el Mensajero de Dios (BP) y por la que la aleya del hiÿâbfue revelada. Esta aleya recomienda a las mujeres que echen hacia adelante las puntas de sus pañuelos y cubran sus orejas, aretes, cuellos y escotes. Un punto interesante es que no dio ninguna orden de cubrir los rostros, y esto da a entender que no es obligatorio hacerlo. La aleya del hiÿâb recomienda a los hombres y mujeres que bajen sus vistas con recto, sean castos y no miren fijamente ni con deseo para de esta forma prevenir la corrupción moral y social, así como evitar la repetición de lo ocurrido al joven ansâri.

  • 1. – Kashf Al Gummah, t.2, p.76.
  • 2. – Sura At Tahrîm (66), aleya 10; Sura Al Masad (111).
  • 3. – Al-Kâfî, t.1, p.30.
  • 4. – Al-Kâfî,. t.1, p.33.
  • 5. – Al-Kafî, t.5, p.78.
  • 6. – Al-Kâfî, t.5, p.84.
  • 7. – Wasâ’il Ash-Shî’ah, t.20, p.168.
  • 8. – Wasâ’il Ash-Shî’ah, t.20, p.284.
  • 9. – Wasâ’il Ash-Shî’ah, t.20, p.274.
  • 10. – Wasâ’il Ash-Shî’ah, t.20, p.269.
  • 11. – Wasâ’il Ash-Shî’ah, t.20, p.272.
  • 12. – Wasâ’il Ash-Shî’ah, t.20, p.270.
  • 13. – N.T. “Hombre mahram” o “íntimo” en el Islam es el pariente cercano tal y como el padre, el abuelo, el hermano, el esposo, los hijos e hijastros, los tíos paternos y maternos, los sobrinos carnales y el suegro así como los ancestros del suegro. Y “hombre no mahram” o “no-íntimo” son todos los demás hombres que no cuentan con un parentesco como el mencionado.
  • 14. – N.T. Alheña – Arbusto oleáceo, de flores pequeñas y olorosas, cuyas flores reducidas a polvo se usan para teñir.
  • 15. – Wasâ’il Ash-Shî’ah, t.20, p.201.
  • 16. – Ídem.
  • 17. – Maÿma’ Al Baîân, t.7, p.138.
  • 18. – Wasâ’il Ash-Shî’ah, t.20, p.212.
  • 19. – Wasâ’il Ash-Shî’ah, t.20, p.201.
  • 20. – Nûr Az-Zaqalâin, t.3, p.590.
  • 21. – Ídem.
  • 22. – Wasâ’il Ash-Shîâh, t.20, p.522.
  • 23. – Wasâ’il Ash-Shîâh, t.20, p.199.
  • 24. – Wasâ’il Ash-Shîâh, t.20, p.229.
  • 25. – Wasâ’il Ash-Shîâh, t.20, p.228.
  • 26. – Tafsîr Nûr Az Zaqalaîn, t.3, p.587.
  • 27. – N.T. Fue la denominación que recibieron los musulmanes de la ciudad de Iazrib (luego llamada Medina) que acogieron al Profeta y lo secundaron tras su emigración de la Meca.
  • 28. – Tafsîr Nûr Az Zaqalaîn, t.3, p.588.

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