La vida del octavo Imam de los chítas ,el Imam Ar-Rida(P)

by Katie

SHAFAQNA – SU NACIMIENTO Y NOMBRAMIENTO Nació en Medina un viernes 11 de Dhul Qa’da del año 148. Su madre se llamaba “Naymah” (otro nombre de esta gran dama fue Toktam), fue conocida como una gran dama, inteligente, crédula y abstinente. Toktam fue una esclava traída de la zona de Maqrib. Ante todo, nuestros Inmaculados Imames eran descendientes de los mejores padres, y fueron educados bajo la tutela de sobresalientes y virtuosas mujeres. El Imam Ar-Rida (P) en el año 183 d.H. (799 d.C.), después del martirio de su padre, el Imam Musa Al-Kadzim (P) en la cárcel de Harun, a la edad de los treinta y cinco años, tomó la guía del Imamato en sus manos y aceptó ser el líder de la gente. El Imamato de este admirable hombre fue, al igual que los demás Imames, según lo dictaminado por el Mensajero del Islam y con la presentación de él por parte de su padre. El Imam Al-Kadzim (P) antes de ser encarcelado, había determinado quién sería, después de él, el octavo Imam verdadero y prueba de Dios sobre la Tierra, para que sus seguidores y buscadores de la justicia no quedaran en la oscuridad, y no se desviaran. “Yazid Ibn Salit” manifiesta: Para realizar la peregrinación nos dirigíamos hacia La Meca, en el camino nos encontramos con el Imam Al-Kadzim (P), y le pregunté: “¿Conoces este lugar? Respondió: “¡Sí! ¿Tú lo conoces?” “¡Sí! En este mismo lugar fue donde mi padre y yo nos encontramos con vuestro padre y con vos. Los acompañaban vuestros otros hermanos. Mi padre dijo al Imam As-Sadiq (P): ¡Ofrezco a mi padre y madre por vos! Vosotros sois nuestros Inmaculados Imames, y nadie ha vivido eternamente. Decidme aquello que deba transmitir a los demás para que no sean de los perdidos”. El Imam As-Sadiq (P) le dijo: “¡Oh, Abu ‘Umarah! Estos son mis hijos y el mayor de entre ellos es él —apuntando hacia vos—.
Él tiene la habilidad para dictaminar, posee entendimiento y generosidad, sabiduría y erudición de aquello que requiere la gente, y también es sabedor de

todo aquello referente a la religión y al mundo que la gente requiere; posee un buen temperamento y él es uno de los senderos que llevan hacia Dios. “¡Infórmame al igual que vuestro padre informó al mío! Y decidme quién será el Imam después de vos”. Le pedí. El Imam, después de explicar respecto a que el imamato es una disposición Divina y que el Imam es elegido por parte de Dios y Su Enviado dijo: “Después de mí, el imamato pasará a manos de mi hijo ‘Ali, que lleva el mismo nombre que el primer Imam, ‘Ali Ibn Abi Talib, y el cuarto Imam, ‘Ali Ibn Al Husain…”. En ese momento reinaba un ambiente sofocante en la sociedad islámica y fue por ello que Imam Al-Kadzim (P) pidió a Yazid Ibn Salit al final de su entrevista: “¡Oh, Yazid! Lo que te dije guárdalo como un secreto. Y revélalo únicamente para aquellos que son de fiar”. Yazid Ibn Salit argumenta: Después del martirio del Imam Al-Kadzim (P) fui a ver a Imam Ar-Rida (P). Antes de que pronunciase palabra alguna dijo: “¡Oh, Yazid! ¿Me acompañas al Hayy Umrah? Respondí: “¡Ofrezco a mi padre y madre por ti! Vos mandáis, pero yo no tengo dinero para realizar este viaje”. “Tu viaje corre por mi cuenta”.

Me dijo. Nos dirigimos hacia La Meca, llegamos al lugar donde años atrás me había encontrado con los Imames As-Sadiq (P) y Al-Kadzim (P)… Luego relaté al Imam la ocasión en que me había entrevistado con su padre y aquello que había escuchado de él. * * * POSICIÓN QUE OCUPABA EL IMAM ANTE LOS CALIFAS DE SU ÉPOCA El período del imamato del Imam ‘Ali Ibn Musa Ar-Rida(P) fue durante el califato de Harun Ar-Rashid y sus dos hijos Amin y Al-Ma’mun: diez años del califato de Harun, cinco años del califato de Amin y cinco más del califato de Al-Ma’mun. * * * EL IMAM DURANTE EL CALIFATO DE HARUN Después del martirio del Imam Al-Kadzim (P), el Imam Ar-Rida (P) hizo público su imamato y su invitación, y sin temor comenzó a dirigir a los musulmanes. La sofocante situación política en la que atravesaba la sociedad durante el gobierno de Harun había ocasionado que algunos de los más cercanos al Imam, por la franqueza y claridad de éste, temiesen por su vida. “Safwan Ibn Yahia” argumenta: Después de la muerte de su padre, el Imam Ar-Rida (P) dio un discurso por el cuál nosotros temimos por su vida y le dijimos: “Habéis declarado un asunto delicado, nosotros tememos por ti, —y señalando a Harun añadimos— por ese insurrecto”. El Imam respondió: “Que se esfuerce lo que quiera, ya que de ninguna manera puede herirme”. “Muhammad Ibn Sanan” relata: En el tiempo del califato de Harun dije al Imam Ar-Rida (P): “¡Vos habéis anunciado vuestro imamato, y habéis ocupado el lugar de vuestro padre, mientras que la espada de Harun está sedienta de vuestra sangre!” Él dijo: “Aquello que me hizo anunciar mi imamato sin temor fueron las palabras del Mensajero de Dios que dicen: “Si Abu Yahl pudiese arrancarme un pelo de la cabeza (hacerme el menor daño), sean testigos que yo no soy Profeta”. Y yo digo: “Si Harun pudiese arrancarme un pelo de la cabeza, sean testigos que yo no soy Imam”. Y sucedió tal y como el Imam lo había predicho ya que Harun nunca encontró la ocasión para molestar al Imam, y por fin, a raíz de las revueltas llevadas a cabo en el este de Irán, Harun se vio obligado a trasladarse con su ejército a Jurasán. Durante el viaje enfermó y el año 193 d.H. (809 d.C.) murió en la ciudad de Tus y el Islam y los musulmanes se vieron librados de su pérfida existencia. * * * EL IMAM EN LA ÉPOCA DE AMIN Después de la muerte de Harun comenzaron las controversias entre Amin y Al-Ma’mun. Harun había nombrado a su hijo Amin sucesor, y había tomado su promesa de que después de él (Amin), su hermano Al-Ma’mun sería el califa, y la región de Jurasán, durante el califato de Amin, debería ser gobernada por Al-Ma’mun. Pero Amin, después de la muerte de Harun, en el año 194 d.H. (810 d.C.) nombró a su hijo Musa sucesor, privando a su hermano Al-Ma’mun de esta posición. Finalmente, después del sangriento enfrentamiento entre Amin y Al-Ma’mun, Amin fue asesinado el año 198 d.H./813 d.C., y Al-Ma’mun tomó el califato en sus manos. El Imam Ar-Rida (P) durante todo este tiempo, aprovechando las diferencias existentes en el gobierno del califa, tranquilamente se dedicó a guiar, enseñar y preparar a sus seguidores.

* * * EL IMAM EN LA ÉPOCA DE AL-MA’MUN Entre los califas de los Bani ‘Abbas Al-Ma’mun fue el más inteligente y engañoso. Había estudiado y conocía otras ciencias, al grado que se sentaba a debatir con algunos sabios de su época. Claro está, en esa época su adquisición fue también un medio político utilizado en contra de la gente, ya que nunca estuvo interesado en la religión ni en el Islam; tampoco era menos corrupto y perverso, ni se divertía menos que los califas anteriores. Lo único que lo diferenciaba de los otros era que actuaba cuidadosamente y con ello engañaba a la mayoría de la gente. Inclusive para solidificar los pilares de su gobierno a veces se sentaba a discutir con los eruditos y debatía con ellos cuestiones religiosas. En la época de Al-Ma’mun aparentemente era libre la instrucción, y los eruditos eran invitados al palacio del Califa. Las recompensas que Al-Ma’mun entregaba a los sabios y estudiantes, ocasionó que los instruidos lo respaldaran. Él organizaba reuniones en las cuales se argumentaba, debatía y aprendía y, durante su califato, las discusiones y polémicas científicas habían llegado a su esplendor. Además de todo esto, Al-Ma’mun se esforzaba por medio de algunos actos, de atraer la atención de determinados shiíes y seguidores del Imam. Considerando la conducta que Harun había seguido, así como los asesinatos que había realizado y la mala influencia que habían dejado en la gente, Al-Ma’mun intentaba, con este proceder, terminar con cualquier revuelta o levantamiento, y trataba de mantener satisfecho al pueblo para poder continuar con su gobierno. Por ello debemos decir que la situación de esa época requería que comenzase a restituir lo que habían destruido, simulase que estaba modificando las irregularidades, y que era diferente a los demás califas que habían gobernado antes que él.

* * * Después de que Al-Ma’mun terminó con el gobierno de su hermano Amin y ocupó el trono, se vio en una situación muy delicada e inestable, ya que no era buena la postura que ocupaba sobre todo en la ciudad de Bagdad, que en esa época era el centro del gobierno Abbasí. En Bagdad se encontraban los seguidores de Amin que no veían beneficio alguno por parte del gobierno de Al-Ma’mun en Marv. Por otra parte, el levantamiento de los seguidores de ‘Ali (P) era otra seria amenaza para el gobierno de Al-Ma’mun, ya que en el año 199/814 “Muhammad Ibn Ibrahim Taba Taba” —que era uno de los grandes personajes alíes— con la ayuda de “Abu As-Saraia” se reveló, imitándolo otro grupo de alíes en las ciudades de Irak y Hiyaz, quienes aprovechando la debilidad que habían ocasionado las diferencias existentes entre Al-Ma’mun y Amin tomaron algunas de estas ciudades ocasionando desórdenes desde Kufa hasta el Yemen. Pero Al-Ma’mun con gran esfuerzo dominó la situación. Por otra parte existía también el peligro de que los iraníes se levantasen para secundar a los alíes, ya que los iraníes aceptaban que el califato pertenecía a los descendientes de Imam ‘Ali (P), y fue la simpatía que sentían los iraníes hacia ‘Ali el Príncipe de los Creyentes (P) y su familia, lo que ayudó a los ‘Abbásidas para derrocar a los omeyas. A Al-Ma’mun, que era un hombre talentoso y sagaz, se le ocurrió que con un plan como el de nombrar al Imam Ar-Rida (P) su sucesor, o entregar el califato a una personalidad como él, podría asegurar los pilares inestables de su gobierno. Guardaba la esperanza que con este acto podría detener el levantamiento de los alíes y conseguir la aprobación de su gobierno por parte de ellos y, por otra parte, preparar a los iraníes para que lo aceptasen. Es obvio que ceder el califato o nombrar al Imam como su heredero, era un procedimiento político bien calculado, ya que es inconcebible que alguien que mata a su propio hermano para apoderarse del poder y no teme realizar en su vida privada ninguna falta o perversión, súbitamente se vuelva tan amante de la religión al grado que esté dispuesto a entregar el califato a otro. El mejor testigo del engaño y trampa de Al-Ma’mun fue cuando el Imam rechazó la propuesta, ya que si Al-Ma’mun hubiese sido sincero en sus palabras y actos, el Imam nunca hubiese rechazado el califato que era derecho exclusivo de los Imames.

Otros testigos existentes en la historia muestran claramente las malas intenciones de Al-Ma’mun. A continuación mencionamos algunos de éstos ejemplos: 1.- Abu Salt respecto a la enemistad de Al-Ma’mun hacia el Imam argumenta: “Imam se sentaba a debatir con los sabios y los vencía, la gente decía: “¡Juro por Dios que él es más merecedor del califato que Al-Ma’mun!” Y los espías informaban a Al-Ma’mun de esto…”. 2.- Al-Ma’mun había colocado espías al Imam para que lo mantuviesen informado detalladamente de todo lo que acaeciese, siendo ésta una muestra de la enemistad, desconfianza y malas intenciones que sentía Al-Ma’mun hacia el Imam. En las narraciones islámicas encontramos: “Hisham Ibn Ibrahim Rashadi” era uno de los compañeros más cercanos al Imam y estaba encargado de las funciones diarias que llevaba éste a cabo. Cuando trasladaron al Imam a la ciudad de Marv, inició vínculos amistosos con Al-Ma’mun y con su ministro Fadl Ibn Sahl, llegando al grado que no les ocultaba nada. Al-Ma’mun lo nombró el encargado de los asuntos personales del Imam, y Hisham únicamente permitía visitar al Imam a quienes él consideraba conveniente, era inflexible hacia con él y lo mantenía en estrechas circunstancias, inclusive había prohibido a los amigos y seguidores del Imam que lo frecuentaran, e informaba a Al-Ma’mun y a Fadl Ibn Sahl hasta de lo que hablaba el Imam en su propia casa… 3.- Vemos también como Ya‘far Ibn Muhammad Ibn Al Ash‘az durante el tiempo que el Imam estuvo en Jurasán junto a Al-Ma’mun le dijo que quemase sus cartas después de leerlas, ya que corría el peligro de cayesen en manos de otros. El Imam para tranquilizarlo le envió un recado diciendo: “Quemo las cartas después de leerlas”. 4.- En esa misma época que el Imam se encontraba con Al-Ma’mun y después de haber sido nombrado sucesor del Califa, en respuesta a Ahmad Ibn Muhammad Ibn Bazanti escribe: “…y respecto a que solicitas permiso para visitarme, en estos momentos es difícil, ellos se han vuelto rigurosos conmigo, y por lo pronto no te será posible, si Dios quiere dentro de poco podrás hacerlo”. 5.- Más claro aún fue cuando Al-Ma’mun en repetidas ocasiones ante algunos de sus cercanos y familiares declaró sus verdaderas intenciones respecto al Imam y directamente hablaba respecto de sus malos propósitos: Al-Ma’mun en respuesta a Hamid Ibn Mihran —uno de sus subalternos— y a un grupo de los ‘Abbásidas que lo incomodaban por haber otorgado la sucesión del califato a Imam Ar-Rida (P) dijo: “Este hombre estaba escondido y lejos de nosotros, y para sí mismo invitaba. Yo quise nombrarlo mi sucesor para que su invitación la haga para nosotros, y acepte mi autoridad y califato, y sus enamorados comprendan que no es aquello que manifestaba ser. Y que este puesto —el del califato— es de nosotros, no de él. Nosotros temimos dejarlo libre, que provocase una revuelta que no pudiésemos detener y que crease una situación que no consiguiésemos controlar…”.

Por lo tanto, cuando Al-Ma’mun quiso entregar el califato al Imam o cuando lo nombró su sucesor, no tenía buenas intenciones y en este juego político sus objetivos eran otros. Por un lado pretendía transformar al Imam a su gusto, ensuciar y menospreciar las virtudes y pureza de este Inmaculado, y por otro trataba de que el Imam aceptase ya sea el califato o la sucesión tal y como Al-Ma’mun pretendía, que en tal caso terminaría siendo una ganancia para Al-Ma’mun, ya que si el Imam aceptaba el califato, Al-Ma’mun pondría como condición ser el sucesor y con este proceder Al-Ma’mun demostraría que el califato le pertenecía a él y después en secreto y con ardides quitaría al Imam de su camino; y en caso de que el Imam aceptase la sucesión, los pilares del gobierno de Al-Ma’mun se fortalecerían ya que hubiese sido como si el Imam hubiese firmado su aceptación… El Imam en realidad escogió el tercer camino y a pesar de que se vio obligado a aceptar ser el sucesor del Califa, con un método especial de sí mismo mostró, por un lado, que Al-Ma’mun había alcanzado sus propósitos de acercarse al Imam y, por otro, evitó la toma legal del califato, mostrando a la gente que el gobierno de Al-Ma’mun era un gobierno sedicioso. * * * DE MEDINA HACIA MARV Tal y como ya lo habíamos dicho, Al-Ma’mun para sacar lograr sus propósitos políticos, persuadir a los alíes que entre ellos siempre se encontraban personas valientes, sabias y devotas y convencer a la sociedad en especial a la de los iraníes que eran simpatizantes de Imam Ar-Rida (P), decidió trasladar al Imam a la ciudad de Marv y similar amistad con los alíes y con el Imam. Al-Ma’mun actuaba tan singular en su representación, que a veces engañaba a algunos de los shiíes que eran dóciles e humildes, por ello Imam Ar-Rida (P) a varios de sus seguidores que posiblemente se pudiesen ver atrapados por las mentiras de Al-Ma’mun, dijo: “¡No experimentéis la sensación de soberbia con las palabras de ese!, ¡que no los engañe!, ¡juro por Dios, que Al-Ma’mun me asesinará!, pero yo me veo obligado a esperar hasta que llegue el momento”.

Así es, Al-Ma’mun para designar al Imam como su sucesor, el año 200 d.H. (815 d.C.) ordenó que trasladasen al Imam Ar-Rida (P) de Medina a Marv. “Riya’ Ibn Abu Ad Dahak” enviado especial de Al-Ma’mun argumenta: “Al-Ma’mun me comisionó para que fuese a Medina y trasladase al Imam Ar-Rida (P). Me ordenó que día y noche lo vigilase y no lo confiase a otro. Para obedecer lo ordenado por Al-Ma’mun, acompañé todo momento al Imam desde Medina a Marv. ¡Juro por Dios, que en mi vida he visto a alguien más abstinente, más temeroso y que recuerde más a Dios, que él!…”. Y también argumenta: “Desde Medina hasta Marv, a cualquier ciudad que llegamos, los habitantes de ésta lo visitaban y preguntaban cuestiones de la religión. El Imam les daba respuestas completas, y les transmitía muchas y diferentes narraciones de su padre hasta el Profeta…”. * * * EL IMAM EN LA CIUDAD DE NISHAPUR Una mujer, nieta del dueño de la casa en donde el Imam se hospedó durante su estancia en la ciudad de Nishapur, narra: “El Imam Ar-Rida (P) llegó a Nishapur y se alojó en la parte oeste de esta ciudad, en una región llamada “Lash Abad” en casa de mi abuelo Pasandi y mi abuelo fue llamado con este nombre ya que el Imam aceptó su invitación de hospedarse en su casa. En una esquina del jardín de la casa el Imam plantó con sus propias manos un árbol de almendras. Un año más tarde como resultado de la generosidad que tenían las manos del Imam, el árbol creció y dio fruto. La gente que comía de éste se aliviaba, y aquél que ingería su fruto con la intención de sanar, se curaba”. “Aba Salt Hirawi” que era uno de los compañeros cercanos del Imam argumenta: “Yo acompañaba a Imam ‘Ali Ibn Musa Ar-Rida (P) cuando quería irse de Nishapur, él montó un corcel gris, entonces Muhammad Ibn Rafi‘, Ahmad Ibn Al-Haraz, Yahia Ibn Yahia, Is.haq Ibn Rahwiah y un grupo de eruditos lo rodearon y tomando las riendas de su caballo dijeron: “¡Por respeto a vuestros purificados antepasados, transmítenos una narración que hayas escuchado de vuestro padre!” El Imam volteándose hacia ellos dijo:“Mi padre, siervo benévolo de Dios, Musa Ibn Ya‘far(P) me aseguró que su padre Ya‘far Ibn Muhammad As-Sadiq(P), escuchó de su padre Muhammad Ibn ‘Ali Al-Baqir (P) que él a su vez había oído de su padre ‘Ali Ibn Al-Husain Zainul ‘Abidin(P), y él de su padre el Señor de los Jóvenes del Paraíso Husain (P) que ‘Ali Ibn Abi Talib (P) su padre, había dicho: —Escuché al Mensajero del Islam decir que el Arcángel Gabriel manifestó: Dios Todopoderoso indicó: “Yo soy Dios Único, que fuera de Mí no existe otro igual.

¡Adoradme! Aquél que con sinceridad atestigüe que no existe divinidad fuera de Dios, se encontrará en Mi fortaleza, y aquél que se encuentre en Mi fortaleza se salvará de Mi castigo”. El Imam dio unos pasos, detuvo su montura y nos dijo: “La fe en la unicidad de Dios que origina la salvación del castigo de Dios tiene sus condiciones, y aceptar el wilaiat (gobierno) y el imamat (la guía) de los Inmaculados Imames (P) es una de estas condiciones”. En otra obra de historia está registrado que cuando el Imam pronunciaba esta narración, la gente de Nishapur, que se había reunido para verlo, impedía —con sus gritos y sollozos que por mucho tiempo se dejaron escuchar— que el Imam hablase, hasta que se acercó el medio día, y los dirigentes y consejeros gritaron: “¡Oh, gente! Escuchad al Imam y no molestéis al Mensajero de Dios por medio de su familia. ¡Callad!…”. Por fin el Imam entre los gritos de júbilo de la gente pronunció la narración, y veinticuatro mil escritores estaban preparados para anotarlo. * * * Abu Salt relata: “El Imam salió de Nishapur. En un lugar llamado Dehe Sorj —ciudad que se encuentra cerca de Meshed— informaron al Imam: “Es hora de la oración del medio día ¿deseáis realizarla?” El Imam se bajo de su montura. Pidió que le trajesen agua. Carecíamos de ésta. El Imam se agachó y retiró la tierra con sus propias manos, no tardó en brotar agua del suelo y él y todos los que lo acompañábamos hicimos la ablución”. Este manantial existe aun hoy día. El Imam no prestaba gran importancia a lo que comía y se saciaba con poco alimento. Llegamos a la ciudad de Tus y el Imam se dirigió a casa de Hamid Ibn Qahtabah Ta’i. Entonces fue a donde se encontraba la tumba de Harun Ar-Rashid y en una esquina del mausoleo de éste marcó con su dedo una raya y dijo: “Ésta es mi tierra y muy pronto seré enterrado aquí y dentro de muy pronto Dios Todopoderoso hará de este lugar, un lugar al cual los seguidores de la Shi‘ah y mis devotos viajarán por devoción a mi santuario…”. Al fin el Imam llegó a la ciudad de Marv y Al-Ma’mun lo hospedó en una casa especial, lejos de los demás, tratándolo con mucho respeto.

* * * LA PROPUESTA DE AL-MA’MUN Y LA OPOSICIÓN DEL IMAM Después de que el Imam llegó a la ciudad de Marv, Al-Ma’mun le envió un mensaje informándole: “Quiero retirarme del califato y entregarlo a vos. ¿Qué opináis?” El Imam lo rechazó. Al-Ma’mun nuevamente le mandó un aviso diciendo: “Ya que rechazasteis mi primera proposición, ahora forzosamente debéis aceptar ser el sucesor del califato”. El Imam nuevamente se negó a aceptar su proposición. Al-Ma’mun hizo que trajeran al Imam ante él y en una junta privada en donde se encontraban ellos dos y su ministro Fadl Ibn Sahl, Al-Ma’mun dijo: “Mi intención es entregaros el califato y todos los asuntos referentes a los musulmanes”. El Imam lo rechazó. Entonces Al-Ma’mun nuevamente le propuso la sucesión del califato, y el Imam nuevamente se negó. Al-Ma’mun argumentó: “‘Umar Ibn Al-Jatab para determinar al sucesor del califato realizó una Asamblea con seis participantes y uno de ellos fue vuestro antepasado ‘Ali Ibn Abi Talib. Luego ordenó que aquél que se opusiese, le cortasen la cabeza. Ahora no os queda otro camino más que aceptar lo que os he propuesto. Y no existe otra alternativa más que ésta”. Las palabras de Al-Ma’mun eran amenazantes, y el Imam se vio obligado a aceptar la sucesión del califato. El Imam aparentemente de palabra había aceptado la sucesión del califato, pero en realidad la había rechazado, ya que había puesto como condición no aceptar ninguna responsabilidad y no intervenir en ninguna función. Al-Ma’mun había admitido las condiciones puestas por el Imam pero a veces se esforzaba para dar a la fuerza algunas tareas a este Inmaculado, y utilizarlo como medio para llegar a realizar sus propósitos, a lo que el Imam se oponía fuertemente y nunca cooperaba con él. “Mu‘mir Ibn Jalad” manifiesta: “El Imam Ar-Rida (P) me platicó que Al-Ma’mun le dijo: “Presenta a varios de tus compañeros que son de confianza para que yo les entregue el gobierno de las ciudades que se han levantado en mi contra”. Le respondí: “Si eres fiel a las condiciones que puse, yo también cumpliré con mi promesa; yo acepté con la condición de que no ordenaría ni prohibiría, ni otorgaría ni quitaría el puesto a nadie, ni tampoco actuaría como consejero de nadie hasta que muera ante ti.

¡Juro por Dios que no pretendo el Califato! Cuando me encontraba en Medina, me subía a mi caballo y paseaba, y los ciudadanos de ésta y otras ciudades, me preguntaban, solicitaban y yo les ayudaba. Nosotros éramos como parientes cercanos (nos teníamos confianza y amor tal y como existe entre los familiares) y mis cartas eran aceptadas y las respetaban. Tú no me has otorgado más gracia de la que Dios me otorgó y cada gracia que desees agregar, es gracia que Dios me otorga”. “Soy fiel de lo acordado”. Dijo Al-Ma‘mun. * * * EL NOMBRAMIENTO DEL IMAM COMO SUCESOR DEL CALIFATO Después de que el Imam aceptó la sucesión del califato —bajo sus estipulaciones—, Al-Ma’mun para poner al tanto a la gente, obtener ganancias políticas y demostrar su alegría y júbilo organizó una fiesta y un día viernes, lo destinó para la reunión. Fasl Ibn Sahl salió y puso a los musulmanes al tanto de que Al-Ma’mun había nombrado a Imam Ar-Rida (P) su sucesor, y anunció que Al-Ma’mun había dispuesto que todos deberían vestir de verde —costumbre practicada entre los alíes—, y presentarse el próximo viernes para realizar el juramento de fidelidad hacia con el Imam. Todos los cortesanos, comandantes de ejército, jueces y otros, se presentaron vestidos de verde el día acordado. Al-Ma’mun tomó asiento y para el Imam también había destinado un lugar especial. El Imam Ar-Rida (P) vestido de verde, con un turbante en la cabeza y espada en cintura, se sentó. Al-Ma’mun ordenó que su hijo “‘Abbas Ibn Al-Ma’mun” fuese el primero en dar la mano al Imam. Este Inmaculado levantó su mano mostrando la palma de ésta a los invitados que habían venido para realizar el juramento de lealtad. Al-Ma’mun dijo: “¡Estira tu mano para que haga el juramento de lealtad contigo!” El Imam respondió: “En esta forma realizaban el juramento de fidelidad con el Mensajero del Islam”. Entonces los musulmanes juramentaron con el Imam, encontrándose la mano de éste sobre la de todos ellos. En esta fiesta fueron repartidas bolsas con monedas entre los invitados, y los oradores y poetas hablaron sobre las virtudes del Imam y sobre el acto que Al-Ma’mun había realizado. Entonces Al-Ma’mun dijo al Imam: “¡Da un sermón! ¡Pronuncia unas palabras!” El Imam después de dar gracias a Dios dijo a los presentes: “…Nosotros tenemos unos derechos hacia vosotros por parte del Mensajero de Dios, y vosotros tenéis también algunos derechos hacia nosotros por el

Mensajero de Dios, entonces cuando vosotros habéis cumplido con nuestros derechos, es obligatorio para nosotros cumplir con los derechos hacia vosotros”. Y guardó silencio durante el resto de la reunión. Al-Ma’mun ordenó que las monedas de dirham fuesen acuñadas con el nombre de “Rida”. * * * LA CELEBRACIÓN DE LA ORACIÓN DEL ‘AID AL-FITR En una de las celebraciones islámicas como la fiesta del ‘Aid Al-Fitr (final del mes de Ramadan) o ‘Aid Al-Adha (del sacrifico), Al-Ma’mun envió un mensaje al Imam, que aceptase dirigir la oración del ‘Aid Al Fitr. El Imam le contestó: “Tú sabes perfectamente las condiciones existentes entre nosotros dos, no me pidas que dirija la oración. Al-Ma’mun dijo: “¡Mi intención es que la gente se asegure y conozcan tus virtudes!” El enviado fue y vino varias veces entre Al-Ma’mun y el Imam y como resultado de la insistencia de Al-Ma’mun, el Imam le respondió: “Me gustaría, más que nada, que me exentases de este acto. Pero en caso de que te rehúses, y me vea obligado a realizarlo, entonces me presentaré para dirigirla al igual que la realizaba el Mensajero del Islam (BP) y ‘Ali el Amir de los Creyentes (P). Al-Ma’mun aceptó y dijo: “Preséntate como quieras”. Y ordenó que los comandantes del ejército, los cortesanos y toda la gente en la madrugada del día acordado estuviesen dispuestos fuera de la casa del Imam. Ese día antes de que saliese el Sol, las calles y callejuelas se llenaron de personas y simpatizantes, inclusive las mujeres y niños, estaban presentes esperando que el

Imam saliese de su casa. Los comandantes montando sus corceles y acompañados de sus soldados se encontraban parados fuera de la casa del Imam. Salió el Sol. El Imam realizó el gusl —baño completo— especial de ese día y vistió sus ropas, luego rodeó su cabeza con un turbante blanco de algodón y colocó un extremo de éste sobre su pecho y el otro sobre su espalda; se perfumó, tomó un bastón entre sus manos y volteándose hacia a sus compañeros dijo: “¡Imitadme en lo que estoy haciendo!”. En ese momento recogió su vestido y su pantalón hasta la mitad de la pantorrilla y descalzo, comenzó a caminar. Después de dar unos pasos, levantó la cabeza y dijo: “¡Al.lahu Akbar!” Sus compañeros repitieron: “¡Al.lahu Akbar…!” El Imam llegó al portón de la casa y se detuvo. Cuando los comandantes y sus soldados vieron al Imam, bajaron de sus monturas y se quitaron los zapatos. Todos se encontraban descalzos y sobre la tierra. El Imam fuera de su casa volvió a exclamar: “¡Al.lahu Akbar!” Y la gente lo siguió. El panorama encerraba en sí un entusiasmo y grandeza inigualable que podríamos decir que tanto los cielos como la tierra los acompañaban al decir: ¡Al.lahu Akbar! Los sollozos y gritos llenaron el ambiente de la ciudad de Marv. Fasl Ibn Sahl, al ver la situación informó a Al-Ma’mun y dijo: “¡Oh, Amir! Si Ar-Rida, tal y como ha iniciado llega al lugar destinado para la oración, sin duda ocasionará una revuelta. Todos nosotros tememos por nuestras vidas. ¡Ordénale que regrese!” Al-Ma’mun envió un mensaje al Imam diciendo: “Nosotros le hemos causado molestias. No deseamos incomodarlo ni fatigarlo más. ¡Regrese! La persona que anteriormente dirigía la oración, esta vez de nuevo lo hará”. El Imam pidió que le trajesen sus sandalias, las calzó y montando su caballo regresó a casa. La gente se percató de la hipocresía y falsedad de Al-Ma’mun y se dieron cuenta de que aquello que sostenía respecto al Imam era falso, y que su única meta era alcanzar sus intereses políticos. * * * POLÉMICAS Y DEBATES Al-Ma’mun junto a la sucia política utilizada en contra del Imam había planeado otras conjuras. Se encontraba inquieto por la popularidad que la grandeza espiritual del Imam había ganado en la sociedad, por ello, con el pretexto de llevar a cabo una discusión o debate científico lo enfrentaba a los sabios y eruditos de esa época, con la esperanza de que lo derrotaran, y posiblemente por este medio podría humillarlo y disminuir su fama entre la gente. Pero lo único que logró esta intriga de Al-Ma’mun, fue el ascenso de la grandeza del Imam, y lo único que produjo fue que Al-Ma’mun se avergonzara. La luz de la sabiduría Divina del Imam brillaba de tal forma en las reuniones científicas, que encendían cada vez más las inquietudes de Al-Ma’mun. “Muhammad Ibn ‘Ali Ibn Babiwayh, llamado el “Shaij As-Saduq” (descanse en paz), muy conocido jurista y transmisor de narraciones de la Escuela Shi‘ah, que falleció en (381 d.H./991 d.C.), registra: “Al-Ma’mun invitaba para debatir a integrantes de diversos grupos inclusive de grupos corrompidos, con la intención de que vencieran al Imam y esto era a causa de la envidia y celos que sentía dentro de sí mismo hacia el Imam; pero el Imam no se sentó a debatir con nadie a menos que al finalizar la discusión la otra parte aceptase la grandeza del Imam y sus razones…”. “Nawfali” cuenta: Al-Ma’mun Al-‘Abbasí ordenó a Fadl Ibn Sahl que invitara a los dirigentes y superiores de las diferentes religiones tales como: al obispo superior de los católicos, al rabino superior de los judíos, a los jefes adoradores de los ángeles o estrellas, que no practicaban religión o creencia alguna, al guía de los zoroástricos, al juez de los adoradores de fuego, a médicos de la Antigua Roma y los oradores especializados en ciencias religiosas. Fadl los invitó. Al-Ma’mun por medio de Yasir, encargado de los asuntos generales del Imam, pidió al Imam, que en caso de que se encontrase dispuesto charlara con los jefes y dirigentes de las diferentes religiones. Imam Respondió: “Mañana estaré listo”. Cuando Yasir salió el Imam me dijo: “¡Oh Nawfali! Tú eres iraquí y los iraquíes son inteligentes; ¿que opinas respecto a que Al-Ma’mun haya invitado a los incrédulos y creyentes?” “Quiere examinarlo a vos y medir vuestra sabiduría”. “¿Acaso temes que ellos triunfen?” “¡No, juro por Dios! Nunca he sentido ese temor. Estoy seguro que Dios os hará salir triunfante de entre ellos”. “¡Oh, Nawfali! Te gustaría saber en que momento Al-Ma’mun se verá arrepentido”. “¡Sí!” Le respondí. “Cuando muestre pruebas a los judíos con su Libro Sagrado “La Tora”, a los cristianos con “La Biblia”, a los seguidores de David con “Los Salmos”, a los hebreos adoradores de estrellas y ángeles con su misma lengua, a los zoroástricos en su idioma el persa, a los romanos con su habla y a los oradores con sus palabras, y cuando triunfe sobre cada uno de estos grupos y anule sus causas y razones, y den uno por uno la espalda a sus creencias y acojan las mías, Al-Ma’mun entenderá que el trono en el que está sentado no es derecho de él.

Entonces en ese momento se arrepentirá”. Después el Imam dijo: “Wa la haula wala quwati il.la bil.lahi al ‘Aliiel ‘adzim” o sea, no existe fuerza alguna a menos que la fuerza de Dios Grande. Al día siguiente el Imam se presentó en la reunión. El gran rabino dijo: “Nosotros únicamente aceptamos de ti aquello que esté registrado en la Torá, la Biblia, los Salmos de David y los Libros Sagrados de Abraham y Moisés (P)”. (El erudito judío a pesar de que no tenía credulidad en la Biblia, la conocía, y quería por este medio probar al Imam ante los cristianos, por ello pidió que el Imam trajese también pruebas de la Biblia). El Imam aceptó y por medio de la Torá, la Biblia, los Salmos mostró en forma detallada la profecía de Muhammad (BP), el Enviado de Dios; y ellos aceptaron el imamato del Imam Ar-Rida (P). También discutió con los otros. Cuando no tuvieron más que decir manifestó: “¡Oh, grupo! Si entre vosotros se encuentra alguien que se oponga a lo que he dicho o tenga alguna pregunta que hacer, que lo diga sin temor”. “‘Imran Sabi” que en los debates y la ciencia del Kalim o teología escolástica era único dijo: “¡Oh, hombre ilustre! Si tú no lo hubieses propuesto, no te interrogaría, ya que yo he viajado a Kufa, Basora, Sham y a la Península (Arábiga) y he discutido con los oradores, pero no encontré a ninguno que pudiese comprobarme la Unicidad de Dios…”. El Imam explayándose en cada uno de los motivos y razones le confirmó la Unicidad de Dios. ‘Imran quedó convencido y dijo: “¡Mi Señor! Comprendí y atestiguo que Dios es tal y como vos habéis dicho, y que Muhammad es Su siervo, y fue escogido para dirigir a la gente con una religión verdadera”. Entonces volteándose hacia la Ka‘bah se prosternó y abrazó el Islam. Los oradores al escuchar las palabras de ‘Imran Sabi, no hicieron más preguntas.

Al final del día Al-Ma’mun se levantó y acompañado del Imam Ar-Rida (P) se dirigió dentro de la casa y la gente se dispersó. * * * EL MARTIRIO DEL IMAM Al fin, cuando Al-Ma’mun comprendió que de ninguna forma podría valerse del Imam para lograr sus metas, decidió matarlo. Cada día acrecentaba más la grandeza y personalidad del Imam, así como la atención que la gente centraba en él; y a pesar de los esfuerzos de Al-Ma’mun para terminar con la fama y reputación del Imam, día a día se acentuaba más el respeto de la gente hacia él. Al-Ma’mun sabía que mientras más tiempo transcurriera, se aclararía más el derecho del Imam y sus engaños. Por otro lado los ‘Abbásidas y seguidores de éstos, se encontraban descontentos con Al-Ma’mun por el hecho de haber nombrado al Imam sucesor del califato, inclusive para mostrar su descontento hicieron el juramento de lealtad hacia “Ibrahim Ibn Mahdi ‘Abbasi” en la ciudad de Bagdad. Fue así como el gobierno de Al-Ma’mun se vio en peligro desde diferentes perspectivas, y por ello planeó terminar con el Imam en secreto y envenenarlo para deshacerse de él, y así atraer la atención de los Bani ‘Abbas y sus seguidores. Después del martirio del Imam, escribió a los ‘Abbásidas: “Vosotros censurabais el por qué había yo nombrado sucesor del califato a Imam Ar-Rida (P), estén concientes de que él ha muerto.

Entonces ¡obedézcanme!” Al-Ma’mun trató de ocultar la muerte del Imam a los seguidores y partidarios de éste, y con engaños intentó disimular su delito fingiendo que el Imam había fallecido de muerte natural. Pero la verdad no quedó oculta y los compañeros cercanos del Imam y sus allegados se enteraron de la verdad. “Aba Salt Hirawi”, que era uno de los partidarios y compañeros cercanos del Imam nos relata aquello que sucedió entre el Imam y Al-Ma’mun, y finalmente nos describe el martirio del Imam: “Ahmad Ibn ‘Ali Ansari” relata: Pregunté a Aba Salt: “¿Cómo es posible que Al-Ma’mun a pesar de que aparentaba respetar al Imam, y lo había nombrado su sucesor, lo haya asesinado?” Aba Salt respondió: “Cuando Al-Ma’mun se percató de la grandeza y dignidad del Imam, se mostró amigable con él. Entonces lo nombró su sucesor para mostrar a la gente que al Imam también le atraía lo mundano y con este acto pretendía deshonrarlo ante los musulmanes. Pero cuando advirtió que no provocó herida alguna en la abstinencia y sobriedad de este gran hombre, y que la gente no vio más que castidad y pureza en el Imam, y que continuamente acrecentaban las virtudes y grandeza de éste ante la gente, entonces Al-Ma’mun reunió a los oradores de diferentes religiones y creencias con la intención de que uno de ellos pudiese vencer al Imam en algún debate, y de esta forma terminar con la posición intelectual que había alcanzado el Imam, y más tarde por medio de ellos se divulgase entre la gente la incompetencia del Imam. Pero ninguno de los judíos, cristianos, zoroástricos, adoradores de ángeles y estrellas, brahmanes, ateos y ninguno de los polemistas musulmanes de otras sectas debatió con el Imam sin que él hubiese triunfado y sin que el contrincante hubiese aceptado que el Imam estaba en lo cierto. Y ya que así ocurrió, la gente decía: “¡Juro por Dios! Que el Imam es mejor y más apto que Al-Ma’mun para gobernar”. Estas noticias llegaban a los oídos de Al-Ma’mun a través de sus espías, lo cuál lo molestaba en demasía, y encendía cada vez más sus celos.

El Imam no temía decir la verdad, y en muchas ocasiones manifestaba aquello que no complacía a Al-Ma’mun, y esto provocaba también el incremento de su ira y enojo hacia el Imam. Finalmente, al no obtener respuesta positiva de sus diversas artimañas, lo envenenó en secreto”. Así también Aba Salt, que acompañó al Imam y participó en el entierro del Imam relata: “En el viaje de regreso de Marv hacia Bagdad, en la ciudad de Tus, Al-Ma’mun asesinó al Imam utilizando unas uvas envenenadas”. El cuerpo purificado del Imam fue sepultado en el mismo mausoleo que había sido enterrado Harun Ar-Rashid, y frente a la tumba de éste. El Imam Ar-Rida (P) fue martirizado el día 17 del mes de Safar del año 203 d.H. (24 de agosto de 818 d.C.); en ese entonces el Imam contaba con cincuenta y cinco años. Las bendiciones de Dios, de los Profetas, los puros, los benévolos sean para él y su inmaculada alma. Así fue como el silencio impuesto y aquello que sustituyeron en la historia provocó que los diferentes crímenes realizados por algunos de los opresores, entre ellos Al-Ma’mun Al-‘Abbasí, quedasen ocultos para siempre. Al-Ma’mun con su vil comportamiento y engaños no únicamente asesinó al Imam sino que también terminó con muchos de los allegados de este Inmaculado; a muchos de los grandes alíes y shiíes fieles al Imam, los mató o los hizo errar por las ciudades, valles y montañas, creando para ellos una situación tan sofocante que se vieron obligados a salir en secreto y a escondidas de sus ciudades natales. Finalmente, algunos de ellos experimentaron el martirio y otros vivieron y murieron de incógnitos. Y respecto a los sucesos ocurridos en las vidas de muchos de estos grandes hombres, no está registrado dato alguno, quedando grabadas únicamente algunas cuantas noticias que se tienen respecto a estos grandes personajes de la Shi‘ah. MUESTRAS DE SABIDURÍA DEL IMAM AR-RIDA (P) 1) “Si preguntasen: “¿Por qué se le ordenó a la creación reconocer a Dios, a Sus Mensajeros, a Sus Evidencias y todo cuanto ha venido de Su parte, Poderoso y Majestuoso?, se debe responder: por varias causas. En primer lugar, porque quien no reconoce a Dios, Poderoso y Majestuoso, no deja de desobedecerle, ni deja de cabalgar los grandes pecados, ni se cuida ante nadie de los deseos, disfrutando de la corrupción y la opresión.

Cuando la gente se conduce de este modo, y cada hombre comete lo que quiere y desea sin tomar en cuenta a nadie, tenemos como resultado la total corrupción de la creación, pasando unos por encima de los otros. Así se usurpa la intimidad y los bienes; se derrama la sangre; se deshonra a las mujeres y se matan unos a otros sin motivos ni culpa. Esto provoca la ruina del mundo, la aniquilación de la creación, la pérdida de la agricultura y de la generación. Pues no tiene lugar la prohibición de lo corrupto y la exhortación de lo correcto, ni el impedimento de la deshonestidad, excepto después de conocer a quien ordena y veda. Si la gente fuese eximida del reconocimiento a Dios, no se consolidaría la exhortación al bien ni la prohibición de la corrupción, pues no habría nadie que ordenase y prohibiese. En segundo lugar, la gente puede corromperse debido a los asuntos secretos y ocultos que realizan sin ser vistos. Si no hubiese un reconocimiento a Dios y temor a El en la intimidad, no habría nadie que teniendo al alcance sus deseos y estando en privado, se abstuviese de la desobediencia, se cuidase de lo prohibido y evitase los grandes pecados. Y si esto ocurriese, resultaría la aniquilación total de la creación. Entonces, la consolidación de la gente y sus intereses se logra reconociendo a un Sabio informado, que conoce lo oculto tanto como lo manifiesto, que ordena lo correcto y veda lo corrupto sin que nada se le oculte. Así se evita todo tipo de corrupción”. 2) En un debate con cristianos, el Imam Ar-Rida (P) les dijo: “Sólo criticamos de Jesús (P) su debilidad en la devoción y su escasez de ayuno y oración..” El cristiano le dijo: “¡Por Dios! Has denigrado tu ciencia y debilitado tu argumento.. Dices que Jesús ayunaba y rezaba poco, mientras que él siempre permanecía en ayuno y en oración nocturna”. Entonces el Imam (P) le replicó: “¿Y para quién ayunaba y rezaba?” El cristiano (que sostenía la divinidad de Jesús -P-) se quedó callado y no supo qué responder. El Imam Ar-Rida (P) tuvo la posibilidad de realizar una abierta difusión de las enseñanzas shiítas, aumentando en gran medida el número de los seguidores de la Gente de la Casa. Su prestigio fue tan alto, que los Imames posteriores fueron conocidos con el nombre de “Ibn Rida”, es decir, “hijo de Ar-Rida”y se los llamaban así para destacar su mérito y jerarquía ante la gente.

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