Comportamiento del Profeta (s.a.w.) con los Jóvenes

by Katie

SHAFAQNA – “Os encomiendo ser benevolentes con los adolescentes y jóvenes.”

– Del Noble Profeta del Islam (s.a.w.) –

En la primera parte nos familiarizamos en forma sucinta con el proceder del honorable Mensajero del Islam (s.a.w.) hacia con los niños. Ahora nos abocaremos a la segunda parte que trata del comportamiento de esta gran personalidad con los jóvenes, de manera que sea dispuesto como una orientación para la sociedad y los musulmanes, puesto que uno de los mayores capitales de cada país lo constituyen los recursos humanos de dicha nación, y se puede considerar a la generación joven de una sociedad como los recursos humanos más importantes de tal país, desde que son el poder y la fuerza de la juventud los que pueden triunfar sobre las dificultades de la vida y franquear fácilmente los arduos y accidentados caminos. Si los sembradíos son prósperos y florecientes, y las grandes y majestuosas ruedas de las pesadas industrias están en movimiento; si los recursos subterráneos son extraídos de las profundidades de la tierra; si los suntuosos y esplendorosos palacios rasgan los cielos y se elevan; si las ciudades son pobladas y prosperan las bases económicas de las naciones; si las fronteras de los países son protegidas del ataque de extraños y reina en ellos una completa seguridad, todo ello es por efecto de las valiosas actividades de la generación joven, puesto que estas incansables fuerzas constituyen la fuente de esperanza de todas las naciones.

Con la llegada de la juventud culmina la etapa de la niñez y el ser humano da pasos hacia el ámbito de las responsabilidades personales asumiendo la obligación de llevar a cabo funciones sociales y públicas. Así, el mundo de hoy toma en especial consideración a los jóvenes, y éstos han logrado tener una gran participación en todos los asuntos, ya sean políticos, sociales, económicos, industriales o éticos.

En los catorce siglos pasados, la sagrada religión del Islam, en sus programas universales, vivificantes y que conllevan la felicidad, también ha puesto una especial atención en la generación joven, de manera que ninguna sociedad, cultura, religión o programa humano pudo presentar algo igual. El Islam ha puesto bajo su especial atención a los jóvenes desde el punto de vista material y espiritual, psicológico, educativo, moral, social, en lo relacionado a lo mundanal, al Más Allá, y en definitiva, a todos los aspectos, en tanto en otras religiones y culturas solo se pone atención a un solo aspecto del mundo de los jóvenes.

El valor de la juventud

Tal como mencionamos, en el mundo actual el tema de los jóvenes y su valor está en boga en todas las naciones y pueblos de la humanidad y en todos lados se aborda el tema de la generación joven. De aquí que los investigadores, sabios y escritores traten el tema desde diferentes aspectos.

Entretanto, algunas personas se excedieron y han elevado a los jóvenes por encima de la posición y valor que les son pertinentes, en tanto otros, en contraposición, se han ido al otro extremo, rebajando a los jóvenes por debajo de su real posición a causa de la ingenuidad y la falta de experiencia teórica y práctica que los jóvenes poseen. Existe además un tercer grupo que ha adoptado una postura media y moderada.

Los líderes de la religión consideraron a la juventud como una de las inapreciables bendiciones de Dios Altísimo y como un gran capital en la vida de la humanidad, y recordaron este tema a los musulmanes con variadas expresiones:

Dijo el Mensajero de Dios (s.a.w.): “Os encomiendo ser benevolentes con los adolescentes y jóvenes, puesto que ellos poseen un alma más sensible y un corazón que acepta más fácilmente las virtudes. Dios me envió como Profeta para dar albricias a la gente de la misericordia divina y advertirla respecto de Su castigo. Los jóvenes aceptaron mis palabras y sellaron pacto conmigo, pero los mayores se abstuvieron de aceptar mi convocatoria y se levantaron en mi contra”.1

Dijo ‘Alî (a.s.): “Hay dos cosas cuya medida y precio sólo conoce aquel que haya perdido a ambas: una es la juventud, y la otra la salud y el bienestar”.2

Cuando Muhammad ibn ‘Abdil·lâh ibn Al-Hasan se levantó en armas y tomó de la gente un pacto de fidelidad para con él, se presentó ante el Imam As-Sâdiq (a.s.) y le requirió que le diera su pacto de fidelidad. El Imam no aceptó, pero le recordó algunas cuestiones, una de las cuales fue su recomendación respecto a los jóvenes. El Imam (a.s.) le habló así: “Debes hacerte de la compañía de los jóvenes y alejar de ti a los ancianos”.3

Esta recomendación del Imam As-Sâdiq (a.s.) recuerda el valor e importancia de los jóvenes y dirige la atención hacia esta gran bendición divina. De aquí que el Mensajero de Dios (s.a.w.) le dijera a Abû Dharr:

“Valora cinco cosas antes de que las pierdas. Una de ellas es la juventud, a la que debes valorar antes de llegar a la vejez…”4

Brindar atención a los jóvenes

En épocas pasadas, los legítimos líderes del Islam, exhortaron en sus valiosas palabras a brindar consideración al puro espíritu de los jóvenes y a su inclinación por los principios éticos y humanos, y continuamente recordaron a los maestros que se debe explotar ese valioso capital en vías de una correcta formación de la generación joven.

Un hombre llamado Abû Ÿa‘far Ahwal, que era de los partidarios del Imam As-Sâdiq (a.s.), se dedicó por un tiempo a difundir la escuela Shî‘ah y a enseñar los pensamientos de la Familia del Mensajero de Dios (s.a.w.). Cierto día se presentó ante el Imam As-Sâdiq (a.s.) y éste le preguntó: “¿Cómo encontraste a la gente de Basora en cuanto a aceptar la escuela de Ahl-ul Bait (a.s.) y a su presteza para aceptar la creencia de los shias?”.

Dijo: “Solo unos pocos de entre ellos han aceptado las enseñanzas de Ahl-ul Bait (a.s.)”. El Imam (a.s.) le dijo: “Tú concentra tu atención en la difusión entre la generación joven; emplea tus fuerzas en el camino de guiarles a ellos, puesto que los jóvenes aceptan más rápido la verdad y tienden más rápido hacia todo bien y rectitud”.5

Ismâ‘îl, el hijo de Fadl Al-Hâshemî, preguntó al Imam As-Sâdiq (a.s.): “¿Por qué Jacob (a.s.) (después de que José (a.s.) fuera arrojado en el pozo y los hermanos de José se presentaran ante su padre para requerirle que les perdonase), retrasó la respuesta al requerimiento de sus hijos, pero José (a.s.) inmediatamente perdonó a sus hermanos y suplicó para que fuesen perdonados?”.

El Imam As-Sâdiq (a.s.) respondió: “Debido a que el corazón de los jóvenes acepta la verdad más rápido que el corazón de los ancianos”.6

De estas dos narraciones se desprende claramente que la generación joven ama las virtudes, aceptando más rápido las cosas buenas, y en forma natural siempre ha tenido y tiene mayor inclinación e interés por la hombría de bien, la bravura, la sinceridad, la rectitud, cumplir con las promesas, devolver lo confiado, la dignidad, servir a la gente, el sacrificio y otros atributos como éstos, y aborrece y rechaza más los atributos viles y los vicios morales.

Algunos puntos

Desde el punto de vista de los líderes religiosos, la juventud conforma un valor real y valioso. Si es que hay quienes desean su propia felicidad y dicha y quieren beneficiarse lo suficiente de esta valiosa fuerza, deben prestar completa atención a los siguientes puntos:

1. El período de la juventud constituye una de las mejores y más valiosas oportunidades fructíferas del período de la vida de la humanidad.

2. Aprovechar la fuerza de la juventud y esforzarse y empeñarse en aras de su explotación, conforma la condición fundamental para el éxito.

3. La felicidad o desdicha de todo ser humano se edifican en el período de su juventud, puesto que si alguien saca el debido provecho de esas oportunidades, puede ser feliz, y mediante la utilización de las capacidades, obtener su propia felicidad para todos los períodos de su vida.7

En el Día de la Resurrección se preguntará sobre la juventud

Dijo el Mensajero de Dios (s.a.w.): “En el Día de la Resurrección ningún siervo dará un paso sin que deba responder a las siguientes preguntas:

Primero: ¿En qué actividades ocupó su vida?

Segundo: ¿Cómo y en qué camino culminó su juventud?”.8

Estas palabras del Profeta (s.a.w.) muestran perfectamente hasta qué punto el Islam otorga valor y le presta atención a la fuerza de la juventud, puesto que derrochar este preciado capital es tan grave que en el Día de la Resurrección se le preguntará a su dueño especialmente al respecto.

Así es, la valía de los jóvenes poseedores de valores morales y cualidades humanas son como una flor que posee un perfume inspirador, que además de su frescura, belleza y hermosura natural, tiene una fragancia agradable y placentera. Pero si un joven no posee valores divinos, es como una espina que jamás es objeto del amor de los demás.

Dijo el Mensajero de Dios (s.a.w.): “Es menester que el hombre de fe utilice sus fuerzas para su propio beneficio, y se aproveche del mundo para la otra vida, de la juventud antes de que llegue a la vejez, y de la vida antes de que le sobrevenga la muerte”.9

Dijo también: “Cada noche un ángel de Dios clama a los jóvenes veinteañeros: ¡Esforzaos, afanaos y bregad por lograr vuestra perfección y felicidad!”.10

Por lo tanto, la etapa de la juventud conforma los días de la responsabilidad individual, el momento del despertar y de la reflexión, y la época del trabajo y el esfuerzo, y quienes no utilicen esta fuerza divina serán recriminados.

Dijo Dios Altísimo:

﴿ أَوَلَمْ نُعَمِّرْكُم مّا يَتَذَكَّرُ فِيهِ مَن تَذَكَّرَ ﴾

«¿Acaso no prolongamos vuestra vida a tal punto que quien quisiera reflexionar lo hiciera?».11

Dijo el Imam As-Sâdiq (a.s.): “Esta aleya contiene un reproche y una reprimenda a los jóvenes negligentes que llegaron a los dieciocho años y no aprovechan la oportunidad que les brinda su juventud”.12

Capítulo 2: Época en que los jóvenes tienden a la religión

“Si es que el joven creyente lee el Corán, el Corán se entremezcla con su carne y su sangre, dejando efecto en todos los miembros de su cuerpo.”

– Del Imam Ÿa‘far As-Sâdiq (a.s.) –

La tendencia hacia el credo y la religión constituye una de las propensiones innatas de la humanidad, que, al igual que el resto de las inclinaciones naturales, surge en el interior de los jóvenes al llegar la pubertad, y en consecuencia, los impulsa a actuar y a esforzarse.

Los jóvenes en forma natural sienten una gran afición y ansia por comprender y entender los asuntos religiosos, y es por eso mismo que aceptan las palabras de la religión con entusiasmo, interés y con los brazos abiertos. Eso es lo que piensan muchos de los grandes hombres y psicólogos especializados en asuntos de la educación.

Dice John B. Cyzyl: “Según experimentos realizados, en general, la fuerza de la fe en la religión se manifiesta desde los doce años”.13

Según sostiene la mayoría de los sabios especialistas, alrededor de los doce años, esto es, al comienzo del período de la adolescencia, en forma natural se manifiesta en los hijos de la humanidad otra inclinación, que es esa misma afición e interés por la religión. Esta propensión se desarrolla junto al resto de las inclinaciones y tendencias naturales de los jóvenes y se incrementa continuamente, hasta que alcanza su clímax a la edad de los dieciséis años14, y como resultado los jóvenes sufren por las actitudes improcedentes y por el mal carácter de los demás, se lamentan por la contaminación moral y la desviación de los otros, y siempre desean expandir las virtudes morales a lo largo y ancho del orbe, esforzándose porque toda la gente del mundo dé pasos por el camino de la rectitud y de los valores reales.

Los efectos de las enseñanzas religiosas en los jóvenes

La enseñanza de los programas religiosos y la formación de los atributos de fe y morales producen dos grandes efectos en los jóvenes:

1. Los sentimientos religiosos de los jóvenes, los cuales conforman una de sus inclinaciones innatas, son satisfechos por medio de ello.

2. El poder de la fe y la religión controla el resto de las propensiones naturales e instintivas de los jóvenes e impide su desenfreno y rebeldía, y en consecuencia, los salva y protege de la desgracia, de las caídas y de la adversidad.

Un punto digno de mencionar es que, es sobre la base del sistema de la oferta y la demanda que el Islam ha organizado los programas relativos a la formación, la fe y la moral, los cuales se consideran entre los pilares y bases más fundamentales de la educación en la generación joven, y armonizan con sus deseos innatos.

De esta forma, cuando surge la demanda de religión en los jóvenes, los hace afectos al aprendizaje de las normas y asuntos religiosos, y los líderes, sin desaprovechar la oportunidad, les ofrecen los constructivos programas religiosos, asignándoles a los jóvenes el deber de aprender el Corán, los preceptos religiosos, los métodos de servidumbre a Dios, y cómo evitar los delitos y realizar buenas obras.

Dijo el Imam As-Sâdiq (a.s.): “Si es que el joven creyente lee el Corán, el Corán se entremezcla con su carne y su sangre, dejando efecto en todos los miembros de su cuerpo”.15

En otro hadîz dijo: “El niño juega hasta los siete años, aprende a escribir durante (los siguientes) siete años, y durante (otros) siete años aprende lo permitido y prohibido de la religión”.16

Dijo el Imam Al-Bâqir (a.s.): “Si veo a un joven de entre los shias que no aprende los asuntos y normas de la religión y contraviene esta responsabilidad, ¡lo castigaré!”.17

Por lo tanto, los jóvenes que deseen formarse con valiosos atributos morales y humanos, obtener la personalidad espiritual más luminosa, salir siempre victoriosos por sobre la concupiscencia tanto en los estados normales como en los críticos, y pasar toda una vida con castidad y rectitud, desde el comienzo de su juventud deben prestar atención a la religión y a las creencias doctrinales, y mediante la aplicación de programas prácticos y siguiendo los preceptos de la religión, fortalecer su pacto espiritual con Dios, y encontrarse en cualquier estado recordando a su Señor.

El resultado de hacer caso omiso a los sentimientos religiosos de los jóvenes

Desestimar e ignorar la sensibilidad de los adolescentes y jóvenes, es contrario a las leyes de la fitrah (naturaleza innata) y de la tradición de la creación, y transgredir los preceptos y estipulaciones de la creación no quedará impune, puesto que el resultado de estas transgresiones e insubordinaciones, será la obstinación y el descontrol en incremento de los jóvenes de todo el mundo. Según lo que revelan precisas estadísticas, cada día aumentan las infracciones y crímenes cometidos por jóvenes en el mundo occidental y en los países en los que se encuentran alejados de la religión y de las creencias religiosas. Esta procura de trasgresión, robo e infracción de la ley, el menosprecio por los estudios y la búsqueda de conocimiento, la drogadicción, la impudicia y los diferentes tipos de comportamientos improcedentes, son el resultado de una formación sin fe y de contravenir la ley de la creación, puesto que el pecado y la impureza son efecto de la irreligiosidad que ha tornado desagradable la vida para los jóvenes y sus tutores, disponiendo a la sociedad en un escabroso atolladero.

Es por ello que hoy en los países desarrollados el tema de los jóvenes se dispone en la fila de los más grandes problemas sociales y ha ocupado las mentes de sabios y pensadores. Leamos seguidamente ejemplos de esta búsqueda de soluciones:

El Tercer Congreso de la Organización de las Naciones Unidas para la prevención del crimen y la manera de contener a los criminales, que contó con la participación de miles de jueces, sociólogos y policías en Estocolmo, dio término a sus actividades tras una semana. En este Congreso se solicitó a todos los países del mundo que se movilicen en contra de los crímenes de los jóvenes y tomen las medidas necesarias para impedir estos crímenes, ya que el mundo no soporta más los delitos de estos jóvenes.18

El Comité de Prevención de Crímenes contra los Niños dependiente del Consejo Nacional de Prevención de Crímenes contra los Niños en Canadá, escribió lo siguiente en su informe del año 199119:

En el año 1991 vivían en la pobreza un millón doscientos mil niños de los cuales quinientos mil tenían siete años, observándose la mayor delincuencia en este mismo grupo. La causa de los delitos cometidos por estos niños era la desatención de los padres y el papel de los programas y películas violentos de la televisión.

En los niños que crecieron en familias muy violentas existe siete veces la posibilidad de suicidio que en otras familias; este grupo se vio expuesto 24 veces más que los niños de su misma edad a violaciones, y se observa que el 76% de los niños delincuentes en EE.UU. surgieron de estas mismas familias.

La causa del asesinato del 63% de los padres asesinados por sus hijos de entre 11 y 20 años fue que ¡estos niños habían visto a sus padres golpeando a sus madres!

El Consejo de Consulta Nacional del Status de la Mujer en Canadá, escribió lo siguiente en el informe del año 199320:

En Canadá cada 17 minutos es violada una mujer y el 25% de las canadienses seguramente fueron violadas a lo largo de su vida. El 50% de los hombres que violan a las mujeres, son, por así decirlo, “de familia” y “personas respetables” de la sociedad canadiense, y el 49% de estas violaciones son llevadas a cabo en pleno día. La edad del 80% de las mujeres víctimas de violaciones oscila entre los 14 y 24 años.

En el año 1993, el 26,8% de las estudiantes fueron violadas en las universidades y facultades de Canadá por varones estudiantes, y el 13,6% de las relaciones sexuales no deseadas entre ellos tuvieron lugar en estado de embriaguez.

De cada tres mujeres, una, y de cada seis hombres, uno de ellos, en edades hasta los 18 años, fue víctima de abuso sexual, y el 98% de los perpetradores de estos crímenes ¡son jóvenes!

El 80% de los abusos sexuales a menores de diez años, tanto niños como niñas, ocurre en el propio hogar; por ello mismo, las relaciones sexuales entre padres e hijas va en aumento.

Un punto digno de atención es que el 80% de los delincuentes que están en las cárceles son jóvenes que confesaron que en su niñez fueron objeto de abuso sexual por parte de sus propios padres o por otros hombres.

Lo que has leído en este ensayo es un ejemplo de los miles de temas que se escriben al respecto en los periódicos, libros y revistas, y a esto se deben añadir las abundantes enfermedades sicológicas que afligen a los seres humanos y que hoy se consideran uno de los problemas más fundamentales, puesto que la receta para la cura de todas las enfermedades espirituales solo son la religión y los preceptos del Islam, pero la mayoría de ellos están privados de esta cura.

El Profeta (s.a.w.) y la generación joven

El joven, de acuerdo a su naturaleza primigenia y la natural condición de su creación, la cual inspira su conciencia moral, ama y aprecia la verdad, la sacralidad, la pureza y la rectitud. De aquí que posea una sensibilidad especial por la rectitud y la bondad, se regocije y se complazca de ella, y continuamente esté pensando en la pureza y los valores divinos, esforzándose porque sus palabras y actos estén basados en la rectitud y los valores reales.

El joven no solo se lamenta por la actitud incorrecta de los demás y sufre por los comportamientos inmorales de la gente, sino que en su interior siempre está pensando en obtener poder y fuerza, para por ese medio limpiar las impurezas y eliminar los vicios.

Cuando el honorable Mensajero del Islam (s.a.w.) hizo manifiesta su prédica en la ciudad de La Meca y se le encomendó invitar en forma abierta a la gente a aceptar el Islam, los primeros que tendieron a él fue la generación joven. Un punto de gran importancia es que los integrantes de este grupo de hombres y mujeres jóvenes, se contaban entre los nobles de La Meca y de entre los ricos de las reconocidas familias de Qureish.

Así es, los jóvenes fervorosos que perdieron la paciencia por la lamentable situación del atrasado pueblo árabe, y que estaban demasiado desilusionados por la adoración de ídolos de piedra y madera y por los hábitos corruptos y supersticiosos de la Época de la Ignorancia, cuando escucharon el clamor vivificante, apasionante y salvador de hombres del Noble Profeta del Islam (s.a.w.), aceptaron su convocatoria con todo su ser.

Las valiosas palabras del Mensajero de Dios (s.a.w.) surtieron efecto en todos los estratos de la sociedad, pero los jóvenes demostraron mayor afición que los demás, puesto que sus palabras respondían a sus ideas y pensamientos recónditos y las consideraban su alimento espiritual. En Medina también, cuando Mus‘ab ibn ‘Umair, el representante especial del Profeta (s.a.w.), llegó a dicha ciudad para enseñar el Corán y difundir los conocimientos religiosos y el Islam, los jóvenes aceptaron su invitación más que los adultos y demostraron mayor interés por aprender las normas de la religión. En Medina, Mus‘ab residió en la casa de As‘ad ibn Zurârah y durante el día se dirigía al sitio donde se reunían los clanes de Jazraÿ y los invitaba hacia la religión del Islam, y los adolescentes eran los que más aceptaban su convocatoria.21

La lucha de los jóvenes contra las ideas de la Época de la Ignorancia

Tal como lo mencionamos anteriormente, las valiosas y preciadas palabras del Líder del Islam ocasionaron una transformación intensa y profunda en los jóvenes, de manera que en todo tiempo y lugar defendían su religión, creencias y pensamientos religiosos, oponiendo resistencia frente a las ideas de la ignorancia pre-islámica.

Sa‘d ibn Mâlik fue uno de los jóvenes entusiastas de los comienzos del Islam que se hizo musulmán a la edad de diecisiete años, y bajo las difíciles condiciones anteriores a la Emigración, en todas partes, junto al resto de los jóvenes, manifestaba tanto el grado de su fidelidad hacia la sagrada religión del Islam como su oposición a las ideas de la Época de la Ignorancia. Esto ocasionó que los idólatras procedieran a fastidiarle y abrumarle. Al mismo tiempo, para estar a salvo de ellos, los jóvenes llevaban a cabo sus oraciones durante el día en las grietas de las montañas de La Meca a fin de que los incrédulos de Qureish no los vieran.

Cierto día un grupo de idólatras observaron a los jóvenes ocupados en la adoración, y comenzaron a mofarse de ellos y a agraviar sus creencias. Sa‘d ibn Mâlik, irritado por las palabras de los incrédulos, le quebró la cabeza a uno de los idólatras con un hueso de mandíbula de un camello, por lo que corrió sangre de la cabeza de esa persona. Ésa fue la primera sangre derramada en defensa del Islam.

Sa‘d dijo: “Yo quería demasiado a mi madre y era muy bondadoso con ella. Cuando acepté el Islam mi madre se enteró y un día me dijo: “¡Hijo mío! ¿Qué religión es esa que aceptaste? ¡Debes abandonarla y permanecer idólatra, o yo me abstendré de comer y beber hasta morir!”, y se dedicó a reprocharme”.

Sa‘d, que quería en demasía a su madre, le dijo educada y benevolentemente: “¡No abandonaré mi religión y te pido que no te abstengas de comer y beber!”. Pero su madre hizo caso omiso a sus palabras y durante un día entero no comió nada. Su madre imaginaba que Sa‘d abandonaría su religión, pero Sa‘d, a pesar de todo el amor que sentía por su madre, le dijo: “¡Juro por Dios! ¡Que aunque tuvieras mil vidas y una a una salieran de tu cuerpo, no abandonaré mi religión!”. Cuando su madre vio que él había aceptado su religión con todo su ser, comió.22

Así es, Sa‘d luchó contra las ideas de la Época de la Ignorancia y otros jóvenes lo acompañaron y rompieron los ídolos, destruyeron los templos idólatras y erradicaron la opresión y la injusticia, edificando una nueva sociedad sobre la base de la fe, el conocimiento, la piedad y los valores morales, y haciendo llegar al más atrasado de los pueblos a los más elevados y enaltecidos niveles de perfección y de valores espirituales.

Capítulo 3: Utilizar a los jóvenes en las actividades de la nación

“Un joven juicioso se aprovecha de su efímera juventud, torna buenos sus actos y se esfuerza en obtener las ciencias.”

– Hadrat ‘Alî (a.s.) –

En los países desarrollados el tema del respeto a la generación joven, así como el de su talento y la utilización de sus magníficas fuerzas, es algo que se tiene completamente en cuenta, y en diversos casos se les encomienda a ellos trabajos importantes y delicados del país, y se utilizan las fuerzas jóvenes e idóneas en beneficio de la nación.

El honorable Líder del Islam (s.a.w.) también puso especial atención a este importante punto social hace catorce siglos, y en su pequeña y flamante nación se valía de la generación joven para los trabajos delicados de la misma. En diferentes oportunidades delegó los trabajos importantes del país a los jóvenes competentes e idóneos, y los apoyó abiertamente tanto de palabra como en la práctica,23 a pesar de que tener tal comportamiento en un ambiente sumido en la ignorancia y el atraso y lleno de fanatismo no era fácil de asimilar, desde que los adultos no estaban dispuestos a aceptar a la generación joven y seguirla. Cuando el Profeta (s.a.w.) elegía a un joven y lo hacía responsable de un gran cargo, los ancianos se ofendían y se lo reprochaban abiertamente al Profeta (s.a.w.), tal como se puede inferir perfectamente esta realidad del suceso de la primera convocatoria a sus parientes.24

El Mensajero de Dios (s.a.w.) siempre persistió en el hecho de afianzar este proceder suyo y resistía contra los pensamientos incorrectos y los fanatismos ignorantes, hasta que finalmente, o persuadía a la gente con sus sabios discursos y sus innumerables recomendaciones, o los hacía guardar silencio. Además, en su púlpito y sus discursos ante la gente, elogiaba y apoyaba a los jóvenes capaces, y los situaba en altos cargos gubernamentales.

Es digno de mencionar que la condición fundamental para elegir a los jóvenes, era su idoneidad y capacidad. Esta realidad se desprende claramente del análisis de las palabras del Profeta (s.a.w.). Los jóvenes que el Profeta (s.a.w.) elegía y asignaba para tareas fundamentales del Estado, eran idóneos y competentes desde el punto de vista del intelecto, ideas, inteligencia, fe, moral y administración.

Seguidamente presentaremos algunos ejemplos de jóvenes que el Mensajero de Dios (s.a.w.) eligió para importantes tareas de la nación, a fin de que no se cometan errores en cuanto a la determinación del derecho real de los jóvenes, y para que no seamos víctimas de la exageración en ninguno de sus extremos a causa de juicios fuera de lugar, y los mismos jóvenes y la gente tampoco se equivoquen al respecto, puesto que el criterio del valor para la elección de estos jóvenes, fue la fe y los valores espirituales.

‘Alî ibn Abî Tâlib (a.s.)

‘Alî es uno de los jóvenes que desde el comienzo hasta el final de su vida, continuamente estuvo bajo el servicio del Mensajero de Dios (s.a.w.). Él en todas las circunstancias tuvo una activa presencia, y fue muy querido por el Mensajero de Dios (s.a.w.), siendo considerado desde el comienzo del Islam uno de los soldados abnegados.

‘Alî era hijo de Abû Tâlib y pertenecía al más grande y famoso clan original de Qureish. Su madre fue Fátima, la hija de Asad ibn ‘Abdul Manâf, una gran dama con personalidad que pertenecía a la familia de los Hashemitas. Es por ello que ‘Alî (a.s.) era Hashemita tanto por parte de padre como de madre.25

‘Alî fue dado a luz en forma milagrosa en la Casa de Dios, la Ka‘bah. Este honor no le tocó a nadie más, y durante tres días permaneció en el interior de la Ka‘bah. Tras ello, salió de la Ka‘bah en brazos de su madre.26

Abû Tâlib, el padre de ‘Alî (a.s.), defendió al Profeta (s.a.w.) durante los días críticos del Islam, en que todos se habían movilizado en su contra, hasta que en el año décimo de la Bi‘zah, Abû Tâlib y Hadrat Jadîÿah, la honorable esposa del Profeta (s.a.w.), fallecieron, y llamaron a ese año como “el Año de la Tristeza”. Abû Tâlib había tomado a su cargo al Profeta desde que éste tenía ocho años; luego, el Profeta (s.a.w.), a su vez, llevó a su casa a ‘Alî (a.s.), quien en ese entonces tenía seis años. De esta manera, ‘Alî creció en la casa del Mensajero de Dios (s.a.w.) bajo su tutela.27

Después de que el ángel Gabriel descendiera ante el Mensajero de Dios (s.a.w.) en la cueva de Hirâ y el Profeta (s.a.w.) fuera elegido como tal, le informó a ‘Alî (a.s.) sobre la Revelación, y ‘Alî (a.s.), que era un niño de unos nueve años, aceptó la convocatoria del Profeta (s.a.w.), convirtiéndose así en el primer varón en aceptar el Islam.28

Después de ser elegido como Profeta, el Mensajero de Dios (s.a.w.) no hizo pública su convocatoria durante tres años, y en el tercer año Dios le ordenó manifestar su prédica, comenzando su primera invitación con sus parientes. Es así que los invitó a una comida, y tras la misma dijo: “¡Oh hijos de ‘Abdul Muttalib! Dios me ha enviado para liderar a toda la gente, especialmente a vosotros mis parientes, y me dijo: «Y amonesta a tus parientes más cercanos»29.”

El Profeta (s.a.w.) anunció esto tres veces y excepto ‘Alî (a.s.) nadie respondió a su exhortación, siendo que en ese entonces ‘Alî (a.s.) solo tenía trece años. Entonces el Mensajero de Dios (s.a.w.) dijo: “¡Oh ‘Alî! ¡Tú serás mi hermano, mi sucesor, mi heredero y mi visir!”.30

Autosacrificio de ‘Alî (a.s.) en el lecho del Profeta (s.a.w.)

En el año trece de la Bi‘zah los jefes de Qureish, mediante la maquinación de un complot, decidieron asesinar al Mensajero de Dios (s.a.w.). Para ello eligieron a una persona de cada clan para que lo atacaran al caer la noche y lo martirizaran. El Mensajero de Dios (s.a.w.) requirió a ‘Alî (a.s.) que durmiera en su lecho para distraer a los enemigos respecto de las intenciones que tenía el Profeta (s.a.w.) de marcharse.

En aquellos días en que ‘Alî (a.s.) aceptó de todo corazón el requerimiento del Profeta (s.a.w.) y durmió en su lecho, tenía veintitrés años. El Mensajero de Dios (s.a.w.) salió de la ciudad y se ocultó en la Cueva de Zaur, en las cercanías de La Meca. Al finalizar la noche cuarenta personas incursionaron en la casa del Mensajero de Dios (s.a.w.), pero se encontraron con ‘Alî durmiendo en el lecho del Profeta (s.a.w.).31

La Batalla de Badr

La Batalla de Badr, en la historia del Islam, fue el combate entre la verdad y la falsedad. Esta batalla acaeció en el segundo año de la Hégira entre los jefes de los incrédulos de La Meca y los soldados del Islam, en una región llamada “Los Pozos de Badr” localizada a unas 28 leguas de Medina y a unos 6 km. del mar Rojo. El ejército de la incredulidad, conformado por más de mil guerreros, contaba con suficientes pertrechos, pero el Mensajero de Dios (s.a.w.) contaba solamente con la fuerza de trescientas trece personas. Tres famosos campeones del ejército de la incredulidad, ‘Utbah, su hermano Shaibah y su hijo Walîd, murieron a manos de ‘Alî (a.s.), Hamzah y ‘Ubaidah. En esta batalla ‘Alî tenía veinticinco años.32

La Batalla de Uhud

Un año después de la Batalla de Badr, con preparación y renovación de sus fuerzas, los incrédulos se movilizaron bajo la comandancia de Abû Sufiân con tres mil guerreros de los diferentes clanes y se situaron con pertrechos suficientes en la ladera de la montaña de Uhud, a una legua de la ciudad de Medina. El Mensajero de Dios (s.a.w.), junto a setecientas personas, se enfrentó a ellos. El Profeta (s.a.w.) envió a cincuenta arqueros, bajo la comandancia de ‘Abdul·lâh ibn Ÿubair, hacia la boca de una montaña que se encontraba a la retaguardia de los musulmanes y ordenó que de ninguna manera abandonasen ese lugar.

Campeones de renombre como Talhah ibn Abî Talhah, Abû Sa‘îd ibn Talhah, Harz ibn Abî Talhah, Abû ‘Azîz ibn Talhah, ‘Abdul·lâh Abî Ÿamîlah y Artât ibn Sharhabîl, se presentaron en ese orden en el campo de batalla, y todos fueron aniquilados por un pujante joven de veintiséis años, esto es, ‘Alî ibn Abî Tâlib (a.s.). Los soldados del Islam comenzaron a tener en sus manos la victoria de la batalla, pero debido a que los arqueros abandonaron el estrecho, Jâlid ibn Walîd junto a sus jinetes atacó a los musulmanes por la retaguardia y los derrotó. Los musulmanes tuvieron setenta mártires, uno de los cuales era Hadrat Hamzah. Algunos combatientes, entre ellos ‘Alî (a.s.), defendieron vehementemente al Mensajero de Dios (s.a.w.). En esta guerra ‘Alî (a.s.) sufrió noventa heridas, y fue en esta misma batalla que se escuchó desde el cielo una voz que clamaba: “No hay joven excepto ‘Alî, ni espada excepto Dhûl Fiqâr”.33

La Batalla de Jandaq (Ah·zâb)

En el mes de Shawuâl del año quinto de la Hégira, los incrédulos de La Meca, con la ayuda de los judíos que quedaban en Medina y mediante el requerimiento de ayuda al resto de los clanes, se aprestaron con mil guerreros para exterminar a los musulmanes. El campeón de este encuentro, ‘Amr ibn ‘Abdawad, también estuvo presente. Él había sido herido en la Batalla de Badr y sentía rencor por los musulmanes, y se había prometido a sí mismo ¡no ungirse aceite en el cuerpo hasta no vengarse del Mensajero de Dios (s.a.w.) y de los musulmanes!

Tras llegar a Medina, el clan de los judíos de Banî Quraîdzah, que había cerrado un pacto con el Mensajero de Dios (s.a.w.), se preparó para asistir a los invasores del bando incrédulo, quebrantando así el pacto que tenía con el Mensajero de Dios (s.a.w.). Por propuesta de Salmân Al-Fârsî, cavaron una fosa alrededor de Medina a fin de que los enemigos no pudieran ingresar en la ciudad. Los musulmanes estuvieron sitiados 28 días, hasta que el campeón de los incrédulos, ‘Amr ibn ‘Abdawad logró cruzar la fosa y requirió un contendiente. Nadie, excepto ‘Alî, estuvo dispuesto a pelear con él, ya que ‘Amr era un hombre valiente e intrépido. ‘Alî (a.s.) se dirigió al campo de batalla, y cuando se dispuso frente a ‘Amr ibn ‘Abdawad, el Profeta (s.a.w.) dijo: “Toda la fe se enfrenta con toda la incredulidad”.

Luego de una feroz lucha que se dio entre ambos, ‘Alî (a.s.) aniquiló al enemigo. El Mensajero de Dios (s.a.w.) dijo: “Por cierto que el golpe de ‘Alî (a.s.) en la Batalla de Jandaq es mejor que la adoración de los genios y los hombres.”

En aquel día en que ‘Alî (a.s.) hizo este valioso servicio al Islam y a los musulmanes, era un joven de veintisiete años. Tras esta batalla, el Mensajero de Dios (s.a.w.) se dirigió junto a un ejército que estaba bajo el mando de ‘Alî (a.s.) hacia los judíos de Banî Quraîdzah, y con la muerte de Huîi ibn Ajtab, el ilustre de los judíos, la gente de la ciudad de Medina se vio aliviada por completo del peligro de los judíos.34

La Conquista de Jaibar a manos de ‘Alî (a.s.)

En el año séptimo de la Hégira los judíos de Jaibar idearon un complot, de manera que algunas de las siete fortalezas de Jaibar que estaban situadas al noroeste de la ciudad de Medina a una distancia de 200 km., se habían convertido en un depósito de armas. En estas fortalezas vivían catorce mil judíos. El Mensajero de Dios (s.a.w.) se dirigió a Jaibar junto a mil cuatrocientos combatientes a pie y doscientos jinetes, y dio el estandarte del ejército a ‘Alî (a.s.), que en ese entonces era un joven de treinta años.

En esa batalla ‘Umar y Abû Bakr fueron derrotados, hasta que finalmente y por órdenes del Mensajero de Dios (s.a.w.), ‘Alî se dirigió a la lucha, y con un refulgente golpe que asestó a Marhab -el campeón de los judíos- lo derribó. Entonces los musulmanes atacaron y ‘Alî (a.s.) arrancó el portón de hierro de Jaibar, tomándolo en sus manos a modo de escudo. En esta batalla Marhab, Hâriz y Iâsir murieron a manos de ‘Alî (a.s.) y así fue como Jaibar fue conquistada. Tras finalizar la batalla ¡cuarenta personas ayudaron para poder colocar ese portón en su lugar!35.

La Conquista de La Meca

En el octavo año de la Hégira, La Meca fue conquistada por el Profeta (s.a.w.) sin que mediara batalla alguna. El Mensajero de Dios (s.a.w.) ingresó a La Meca junto a mil personas y destruyó y derrumbó personalmente todos los ídolos de la Ka‘bah. Luego ordenó a ‘Alî (a.s.) que colocase sus pies sobre sus benditos hombros, subiera por las paredes, e hiciera añicos los ídolos (que se encontraban sobre el techo de la Ka‘bah). ‘Alî (a.s.) obedeció; luego saltó al suelo. Entonces el Profeta (s.a.w.) le preguntó: “¿Por qué no pusiste tus pies sobre mis hombros (para bajar)?”. ‘Alî (a.s.) respondió: “Al momento de subir, me ordenaste, y yo lo hice, pero al momento de bajar no me dijiste qué hacer, es por ello que salté y no fui mal educado. ¡Agradezco a Dios que no me sucedió nada!”.36

Así es, este gran campeón del Islam estuvo presente en todas las circunstancias en las que los enemigos y los incrédulos se presentaban para destruir al Islam y a los musulmanes, y los defendía con todo su corazón, y a este osado campeón le tocaron honores de los que los demás se vieron privados.

Ya‘far ibn Abî Tâlib

Ya‘far, el hijo de Abû Tâlib, se contaba entre los Compañeros del Mensajero de Dios (s.a.w.) y era hermano de ‘Alî (a.s.), siendo diez años mayor que él. Era un hombre valeroso y fue de entre los primeros musulmanes. Pasó a ser conocido como Ya‘far At-Taîiâr puesto que en una batalla perdió sus dos manos, y el Mensajero de Dios (s.a.w.) dijo sobre él: “A cambio del sacrificio de sus manos Dios le otorgó dos alas en el Paraíso”. Es por ello que pasó a ser conocido como Ya‘far At-Taîiâr (el que vuela).37

El Profeta (s.a.w.) lo estimaba en demasía. En el año quinto de la Bi‘zah -o comienzo de la misión profética- emigró a Abisinia junto a otros musulmanes y allí fue elegido como el vocero de la delegación (para hablar con el rey de Abisinia), en tanto era un joven de solo veinticuatro años. Los musulmanes permanecieron en Abisinia hasta el año 7 de la Hégira y luego regresaron a la ciudad de Medina. Su llegada a Medina coincidió con el regreso triunfante del Mensajero de Dios (s.a.w.) de la conquista de Jaibar.

Apenas el Profeta (s.a.w.) los vio se levantó ante la presencia de su valeroso primo, lo tomó del cuello, besó su frente y lloró. Luego dijo: “¡No sé por cuál motivo alegrarme más, por haber conquistado Jaibar o por la llegada de Ya‘far!”.38

En el octavo año de la Hégira -es decir, un año después de su regreso de Abisinia- fue enviado por el Mensajero de Dios (s.a.w.) a los territorios de la actual Jordania como comandante al mando de tres mil combatientes para luchar contra los romanos. El ejército del Islam partió desde Medina y se enfrentó con los romanos en la región de Mu’tah, situada en el actual territorio jordano, que entonces formaba parte de lo que se daba en llamar Shâm o “la gran Siria”.

En el año 8 de la Hégira, en Mu’tah, tras una valerosa resistencia en la guerra, a Ya‘far le cortaron ambas manos. Ante esto, cogió el estandarte del Islam sujetándolo en su pecho, hasta que finalmente alcanzó la elevadísima posición de mártir. Fue enterrado en tanto tenía setenta heridas en el cuerpo.39Cuando llegaron las noticias del martirio de Ya‘far al Mensajero de Dios (s.a.w.), primero lloró, y luego dijo: “Se debe llorar por una persona como Ya‘far”.

Mus‘ab ibn ‘Umair

Mus‘ab ibn ‘Umair se considera uno de los jóvenes prolíficos y de entre los brillantes rostros de la historia del Islam. Él era un joven muy bello, casto, de elevadas aspiraciones y valiente. Sus padres lo querían mucho y en La Meca era respetado por todos. Vestía las más lindas vestiduras y vivía bajo las mejores condiciones y facilidades materiales.40

Él, que se sentía fascinado por las palabras del Mensajero de Dios (s.a.w.), por el hecho de frecuentar al Mensajero de Dios (s.a.w.) y escuchar las aleyas del Corán, aceptó sinceramente el Islam. En el ambiente de La Meca aceptar el Islam se consideraba el mayor crimen; por ello, resultaba muy problemático manifestarlo, razón por la cual muchas personas ocultaban su Islam. Entre esas personas se encontraba Mus‘ab ibn ‘Umair, hasta que sus padres se percataron de ello y lo encerraron. Pero él escapó, y junto al resto de los emigrantes, se dirigió hacia Abisinia, y tras un período de tiempo, regresó junto a sus acompañantes.

En el primer Pacto de ‘Aqabah, en una noche iluminada por la luna, doce personas de entre las importantes personalidades de Medina se reunieron con el Mensajero de Dios (s.a.w.). Cuando este grupo quiso regresar a Medina, dos personas, de nombres As‘ad ibn Zurârah y Zakawân ibn ‘Abd-ul Qais, requirieron al Mensajero de Dios (s.a.w.) que enviara a alguien con ellos en representación suya a la ciudad de Medina para que enseñara el Corán a la gente y los invitara al Islam.41

El Profeta (s.a.w.), que había logrado tan preciosa oportunidad, debía enviar representantes que pudiesen, a través de un método acorde al saber y la rectitud, convocar a la gente hacia el Islam de forma que ellos lo aceptasen, y este delegado debía, desde todo punto de vista, ser idóneo y competente.

En aquellos días, Medina era una de las ciudades más importantes de la Península Arábiga, y en la misma habitaban los dos grandes y famosos clanes de Aws y Jazraÿ, los cuales mantenían una cruda enemistad y rencor entre ellos, y durante muchos años habían estado luchando entre sí.

De entre todos los musulmanes y Compañeros, el Profeta del Islam (s.a.w.) envió hacia la ciudad de Medina para llevar a cabo esta importante misión, al joven Mus‘ab ibn ‘Umair, ordenándole que se dirigiera allí junto a As‘ad ibn Zurârah.

Mus‘ab, que había aprendido bien el Corán, ingresó a la ciudad de Medina con el entusiasmo y el estímulo propios de la juventud, y con una sincera intención y esfuerzo, comenzó su tarea de difusión. Él residió en la casa de As‘ad, quien era de entre los notables del clan de Jazraÿ, y junto a su anfitrión se dirigió a la casa de Sa‘d ibn Ma‘âdz, el líder y jefe del clan de Aws, y los invitó al Islam, y éstos se hicieron musulmanes. Asimismo, Usaid ibn Hudair se convirtió al Islam a través de Mus‘ab. Mus‘ab, esta fuerza joven y fecunda, en su viaje a Medina llevó a cabo su misión de la mejor manera. Él fue el primero que celebró la Oración del Viernes y la Oración en Congregación en Medina, logrando para sí destacados honores.42

Las influyentes actividades y los efectivos trabajos de difusión de Mus‘ab, prepararon el terreno para el ingreso del Mensajero de Dios (s.a.w.) a la ciudad de Medina, y la gente, con los brazos abiertos, esperaba recibir al Líder del Islam y a sus seguidores. Esto no se dio sino con la previsión, piedad, virtud, conocimiento y percepción de Mus‘ab, puesto que fue él quien dirigió la atención de las mujeres, hombres, ancianos, jóvenes, líderes de los clanes y personas comunes y corrientes de Medina hacia él, y aprendieron el Corán, aceptaron el Islam, eliminaron de su corazón su antigua enemistad, se hermanaron entre sí, y con completa pureza y sinceridad, participaron en las filas de la Oración del Viernes y de la Oración en Congregación.

Tras el ingreso del Mensajero de Dios (s.a.w.) a la ciudad de Medina, Mus‘ab participó en las batallas de Badr y Uhud. En la Batalla de Uhud se desempeñó como portaestandarte del Profeta (s.a.w.) y finalmente alcanzó el martirio, siendo enterrado junto a Hamzah, el tío del Mensajero de Dios (s.a.w.) y célebre y valeroso comandante del Islam.43

‘Itâb ibn Usaid, Gobernador de La Meca

En el año 8 de la Hégira, La Meca cayó a manos de las tropas del Islam sin derramamiento de sangre. Tras la Conquista de La Meca no pasó mucho tiempo que aconteció la Batalla de Hunain. El Mensajero de Dios (s.a.w.) y sus Compañeros se vieron compelidos a salir de La Meca para dirigirse al frente de guerra.

Por otra parte, La Meca acababa de salir de las manos de los incrédulos y politeístas, y para administrarla debía elegirse un gobernante idóneo y competente y un administrador eficiente, a fin de que pudiera encargarse de los asuntos de la gente, e impidiese algún posible movimiento de parte de los enemigos.

El Profeta del Islam (s.a.w.), de entre todos los musulmanes, eligió para este importante trabajo a un joven llamado ‘Itâb ibn Usaid, y emitió su designación ordenando que dirigiera el rezo con la gente. Él fue el primer gobernante que tras la Conquista de La Meca realizó la Oración en Congregación en dicho lugar.44

El Mensajero de Dios (s.a.w.) le dijo a ‘Itâb, el gobernador por él elegido: “¿Sabes para qué cargo te elegí y por sobre qué pueblo te dispuse gobernador? Te elegí como Regente de la gente del Santuario de Dios y de los habitantes de La Engrandecida Meca. Si de entre los musulmanes hubiese considerado a alguien más merecedor que tú, seguramente le hubiese delegado este cargo”. El día que ‘Itâb fue elegido por parte del Mensajero de Dios (s.a.w.) para el cargo de gobernador de La Meca tenía alrededor de veintiún años.45

El hecho de que el Profeta (s.a.w.) eligiera a este joven para tan elevado cargo ocasionó una gran indignación e irritación en los árabes ilustres y los caudillos de La Meca. Finalmente protestaron, se quejaron y dijeron: “El Mensajero de Dios (s.a.w.) desea que nosotros siempre seamos humillados y rebajados. Es por ello que designó a un joven apenas maduro para gobernarnos a nosotros los ancianos árabes y los notables de La Meca.”

Estas palabras llegaron a oídos del Mensajero de Dios (s.a.w.), y a raíz de ello escribió una larga misiva dirigida a la gente de La Meca, donde les recordaba los grados de aptitud e idoneidad de ‘Itâb, enfatizándoles que la gente debía ejecutar sus órdenes y obedecerlo. Al final de la misiva respondió de la siguiente manera a las quejas fuera de lugar de la gente:

“Ninguno de vosotros debe poner la juventud de ‘Itâb como fundamento de su queja, puesto que el criterio para la superioridad y valor del ser humano no es la edad avanzada, sino, por el contrario, el criterio del valor del ser humano, es su virtud y perfección espiritual”.46

Después del Profeta (s.a.w.) ‘Itâb también fue designado por Abû Bakr como gobernador de La Meca, hasta que falleció a comienzos del año 23 de la Hégira.47 Por lo tanto, el énfasis e insistencia del Mensajero de Dios (s.a.w.) para corroborar el cargo de ‘Itâb ibn Usaid, y el hecho de no tomar en cuenta la indignación de los ancianos y otros, y responder a sus quejas, demuestra los programas de la valiosa Escuela del Islam y el apoyo a los jóvenes aptos y competentes. Con el comportamiento y el gran y manifiesto apoyo que el Mensajero de Dios (s.a.w.) tuvo para con ‘Itâb, no solo dirigió la atención de todos sus seguidores hacia la realidad de que se deben dejar de lado los absurdos y los fanatismos ignorantes, sino que incluso se debe luchar contra esos pensamientos anti-islámicos, y si hay jóvenes dignos y competentes deben ser aprovechados en las importantes tareas del Estado, utilizando la fructífera fuerza de la generación joven en beneficio de la nación.

Ma‘âdz ibn Yabal

Ma‘âdz ibn Yabal ibn ‘Amr Al-Ansârî pertenecía al clan de Jazraÿ y su apelativo era Abû ‘Abdurahmân. Era uno de los destacados Compañeros del Mensajero de Dios (s.a.w.) que gozaba de un intelecto rebosante, un bello rostro, generosidad y munificencia, así como también de un buen carácter. Él se hizo musulmán a la edad de dieciocho años y estuvo presente en todas las batallas de la época del Profeta (s.a.w.).48

Ma‘âdz se dedicó a obtener conocimiento y a aprender las ciencias islámicas en la Escuela celestial, bajo la dirección del Profeta de Dios (s.a.w.) y de los destellos de sus capacidades innatas y de su esfuerzo y denuedo constantes, de manera que en un período de estudio de algunos años, asimiló una gran parte de las ciencias islámicas, disponiéndose entre los destacados Compañeros del Mensajero de Dios (s.a.w.).

Al momento de la Conquista de La Meca tenía veintiséis años, y bajo tales circunstancias era necesario designar en esa ciudad a una persona adecuada y competente, a fin de que enseñara los preceptos y estipulaciones del Islam en cuanto a lo devocional y a las transacciones.49 En virtud de ello, Ma‘âdz fue elegido para los asuntos de La Meca relacionados al saber y para enseñar las leyes prácticas de la religión; y en realidad, fue designado para ocuparse del cargo de responsable cultural de dicha ciudad.

Tras la Batalla de Tabûk, el Mensajero de Dios (s.a.w.) envió a Ma‘âdz hacia el Yemen para que allí se ocupara de emitir juicios y gobernar, y en una misiva que envió a la gente del Yemen, escribió lo siguiente: “Envié hacia vosotros a uno de mis mejores hombres”.

El Profeta (s.a.w.) le ordenó a Ma‘âdz que instruyera a los integrantes del ejército, que les enseñara el Corán y las leyes de la Legislación islámica, y que tomara de ellos el Zakât y lo enviara a Medina para que fuera utilizado por los musulmanes.50

Cuando el Mensajero de Dios (s.a.w.) quiso enviar a este joven hacia el Yemen, le preguntó: “¡Oh Ma‘âdz! Si es que surge un litigio ¿cómo juzgarás?”. Respondió: “Juzgaré con aquello que se encuentra en el Libro de Dios”. El Profeta (s.a.w.) dijo: “¿Qué harás si no encuentras su juicio en el Corán?”. Ma‘âdz dijo: “¡Juzgaré tal cual lo hace el Mensajero de Dios (s.a.w.)!”. El Profeta (s.a.w.) le preguntó: “Si en mi proceder tampoco encuentras un fallo, ¿qué harás?”. Dijo Ma‘âdz: “En ese caso sentenciaré según mi parecer”. Entonces el Profeta (s.a.w.) colocó su mano sobre el pecho del muchacho y dijo: “¡Agradezco a Dios que alegraste al Profeta con algo con lo cual se alegran los profetas!”.51

Cuando falleció el Mensajero de Dios (s.a.w.) en el año 11 de la Hégira, Ma‘âdz se encontraba en el Yemen. Abû Bakr lo confirmó en su cargo, y luego, en épocas del Califato de ‘Umar, se dirigió a Shâm y falleció a raíz de haber contraído la peste en ‘Imwâs,52 en territorio de la actual Jordania, en el año 18 de la Hégira, a la edad de veintiocho, treinta y dos o treinta y cuatro años.53

Uno de los puntos que demuestra la idoneidad de Ma‘âdz es que él a esa edad y en épocas del Mensajero de Dios (s.a.w.) emitía fatuas de la forma en que lo harían los muÿtahid venideros y deducía las leyes prácticas de la religión fundamentándose en el Corán, la Tradición del Profeta y el intelecto, y esto mismo basta y sobra para demostrar el talento e idoneidad de ese prolífico joven de principios del Islam.54

Usâmah ibn Zaid

Usâmah ibn Zaid era un joven cuyo padre fue de origen cristiano y procedente de los árabes de Siria. Su apelativo era Abû Muhammad y era considerado uno de los grandes y honorables Compañeros del Mensajero de Dios (s.a.w.). Nació en La Meca siete años antes de la Hégira o Emigración del Profeta (s.a.w.) a Medina, y el Profeta (s.a.w.) lo quería mucho. Era un joven inteligente, competente y talentoso.55

Su padre Zaid murió en la guerra con los romanos en el territorio de Mu’tah como segundo Comandante en Jefe después de Ya‘far ibn Abî Tâlib. Es por ello que el Mensajero de Dios (s.a.w.) decidió elegir a Usâmah, que en ese entonces no tenía más de dieciocho años, para combatir a los romanos como Comandante en Jefe del ejército del Islam, y enviarlo a esos territorios, en tanto todos los oficiales de altos rangos y comandantes del ejército del Islam, los grandes Emigrantes (Muhâÿirîn) y Auxiliares (Ansâr), y las personas destacadas de entre los árabes, formaban parte de este grandioso ejército. El Noble Profeta (s.a.w.) se dirigió a las afueras de la ciudad de Medina para pasar revista al ejército, y observó que todas las prominentes personalidades de entre los musulmanes estaban preparadas para la guerra.56

La elección de un Comandante de dieciocho años sorprendió y dejó estupefactas a muchas de esas personas, y este proceder del Líder del Islam ocasionó que se miraran entre sí con perplejidad. Como resultado, algunos de los Compañeros del Mensajero de Dios (s.a.w.) muy pronto revelaron sus pensamientos e ideas interiores y expresaron con sus bocas lo que guardaban sus corazones, manifestando su descontento al decir: “¿Qué sucedió que este joven apenas maduro fue elegido como Comandante de los Emigrantes poseedores de antecedentes y los adelantados en el Islam?”.

El Mensajero de Dios (s.a.w.) se molestó en extremo al escuchar estas palabras despectivas de algunos de los oficiales del ejército, por lo cual se subió a su púlpito y tras alabar y exaltar a Dios, dijo: “¡Oh gentes! ¿Qué son esas palabras que me llegaron de algunos respecto a la comandancia de Usâmah? Vuestras objeciones de hoy no son nuevas. Hace algunos años objetasteis y desaprobasteis mi designación de Zaid, el padre de Usamah, para la comandancia del ejército en la guerra de Mu’tah. ¡Juro por el Grandísimo Dios, que ayer Zaid ibn Hârizah era competente para la comandancia del ejército, y hoy su hijo Usâmah también posee tal idoneidad, y todos vosotros debéis seguirlo!”.57

Esta insistencia y tenacidad del Noble Profeta (s.a.w.) por apoyar a los jóvenes aptos y competentes tuvo un profundo efecto en las mentes de los musulmanes en general, y aquellos que pensaban erróneamente respecto a la generación joven, poco a poco se percataron de su error. La elección de un joven de dieciocho años no tiene precedentes en la historia militar en el mundo.

El desenlace de la tarea de Usâmah

Así es, el tema de la comandancia de Usâmah y la insistencia del Profeta (s.a.w.) respecto a que todos debían reunirse bajo su estandarte, se cuenta entre los interesantes y famosos sucesos de la historia del Islam. En ese entonces el Profeta (s.a.w.) estaba enfermo y estaba transcurriendo los últimos momentos de su vida. Cuando Abû Bakr y ‘Umar se presentaron junto al lecho del Profeta (s.a.w.), apenas los vio el Mensajero de Dios (s.a.w.), molesto, dijo: “¡Partid hacia el campamento del ejército de Usamah! ¡Partid! ¡Partid! ¡Dios mío! ¡Maldice a quien se encuentra alistado para la guerra y se abstiene de unirse al ejército de Usamah!”.58

Tras el fallecimiento del Profeta (s.a.w.), Usâmah se quedó esperando en las afueras de la ciudad de Medina en un campamento que había preparado, hasta saber cuál era su deber. Cuando finalmente Abû Bakr asumió el poder envió a Usâmah junto al ejército hacia la misma dirección que había ordenado el Profeta (s.a.w.). Usâmah se dirigió a Shâm, pero cuando llegó a Siria, Abû Bakr lo destituyó y designó a Iazîd ibn Abî Sufiân en su lugar.

Cuando el joven comandante fue destituido, regresó a Medina, se detuvo junto a la puerta de la Mezquita del Mensajero de Dios (s.a.w.) y gritó: “¡Oh musulmanes! ¡Es sorprendente! ¡Un hombre a quien ayer el Mensajero de Dios (s.a.w.) puso bajo mis órdenes, hoy me da órdenes a mí y me depone de la comandancia del ejército!”.59

Tras ello Usâmah vivió en Medina hasta el año 54 de la Hégira, hasta que falleció en una región llamada Yurf en épocas del gobierno de Mu‘awîiah.60

De estos ejemplos de la historia se desprende claramente que el valor de los jóvenes en la valiosa y celestial Escuela del Islam es muy tomado en cuenta, siendo objeto de consideración.

Capítulo 4: Particularidades de los Jóvenes

“Si alguien en su juventud es desapegado y devoto, en el futuro se incrementarán decenas de veces sus niveles de espiritualidad.”

– Hadrat ‘Alî (a.s.) –

La realidad es que en todos los períodos de su vida el ser humano necesita de la guía, orientación y consejos de los demás. Incluso, los adultos, cuyo intelecto ha alcanzado su madurez final, y han acumulado experiencias en las etapas de su vida, siempre están expuestos a descaminarse y extraviarse, por lo que también necesitan del consejo de los demás; entonces, qué decir de los jóvenes que no han alcanzado su madurez mental y son inexpertos intelectualmente. Así, ellos se encuentran muchas veces más necesitados de la guía y orientación de los demás. Para corroborar este alegato, prestemos atención a la siguiente narración:

Muhammad ibn Muslim Az-Zuhrî, era un gran hombre, entendido y sabio de su época, cuyo amor por las riquezas y posiciones lo desviaron del sendero de la pureza y la virtud, y en su vejez se vio afectado por la adversidad y la miseria.

El médico espiritual de su época, esto es, el Imam As-Saÿÿâd (a.s.), con la intención de guiarlo, orientarlo y aconsejarlo, le escribió una misiva, y en el marco de una corta frase, le recordó los peligros que acechan a los jóvenes por efecto de la falta de madurez mental y de pensamiento:

“Cuando el amor por lo mundano puede llevar hasta tal punto hacia la vileza y decadencia como te ha sucedido a ti, a pesar de que has vivido mucho y te has beneficiado de vastos y profundos estudios científicos, y de que no hay mucha distancia entre tú y la muerte, entonces, ¿cómo puede una persona joven permanecer inmune ante las inclinaciones mundanas? Un joven que, por un lado, es un muchacho que no goza del beneficio del saber, y por otro, su criterio es débil y su intelecto inmaduro y descaminado…”61

Dijo ‘Alî (a.s.): “La excusa de la ignorancia es aceptable de parte del joven, puesto que su conocimiento y saber es limitado e inmaduro”.62

Por lo tanto, la inexperiencia e ignorancia son características de los jóvenes que deben tenerse en cuenta durante la educación. Es por ello que Dios dejó abierto el camino del arrepentimiento ante todos sus siervos, y ha aconsejado a los jóvenes más que a nadie al respecto, ya que es posible que la ignorancia y la insensatez juvenil sean la causa de muchos de sus errores y equivocaciones, y el único camino de salvación, es el arrepentimiento, sentir inclinación hacia Dios, y seguir los preceptos de la religión.

Los jóvenes no son estables al momento de elegir los diversos asuntos, y su opinión continuamente se encuentra en estado de cambio. A veces tienden hacia un lado, y otras hacia otro, y en cada momento los amenazan diferentes peligros. En este ínterin los enemigos también explotan considerablemente esta situación de los jóvenes en su propio beneficio.

Otra de las particularidades de los jóvenes es su fuerza, capacidad, agilidad, dinamismo y actividad que, si no utilizan de una manera correcta, cometerán muchas equivocaciones imposibles de remediar. Por lo tanto, se debe armonizar este poder y capacidad con la experiencia, el conocimiento y el pensamiento a fin de que tenga un resultado deseado y estimable.

Dijo ‘Alî (a.s.): “El claro pensamiento de los ancianos es más querido y amado para mí que la fuerza y poder de los jóvenes”.63

Las señales de los jóvenes creyentes

Del conjunto de los análisis obtenidos de la historia y los dichos de los grandes de la religión, se deduce que los jóvenes creyentes poseen características y señales, a las que haremos referencia en forma concisa:

1. Estar familiarizado con las normas de la religión

El conocimiento más fundamental e importante que un joven debe adquirir, es el de la religión, ya que los jóvenes que desconocen la religión arruinan su juventud. La comprensión y entendimiento de las normas de la religión garantiza su felicidad.

Dijo el Imam Al-Bâqir (a.s.): “Si veo a un joven de entre los jóvenes shiasque no aprende las normas religiosas y no tiene conocimiento sobre la religión, ¡lo castigaré!”.64

Dijo el Imam Mûsa ibn Ya‘far (a.s.): “Si encuentro a un joven shi‘ah que no está en procura del conocimiento de la religión, ¡le aplicaré veinte latigazos!”.65

2. Estar familiarizado con el Corán

Desde que el Corán es la Palabra de Dios, el milagro eterno del Enviado del Señor, y un valioso Libro que porta el Mensaje de Guía para la humanidad y los conocimientos divinos, es responsabilidad de todo musulmán familiarizarse con el Corán y las ciencias coránicas y compenetrarse con este Libro sagrado, tal como fue explicado en algunas narraciones.

“Cuando el muchacho se familiariza con el Corán en su juventud y lo lee continuamente, obtiene mayor espiritualidad del Corán, y es como si el Corán estuviese entremezclado con su carne y su sangre y dejara efecto en todo su ser”.66

3. Estar familiarizado con las palabras de los Imames

Los jóvenes y adolescentes deben familiarizarse con las palabras de los Imames de la Shî‘ah y de los líderes de la religión para así engalanar su puro corazón con estas valiosas y preciosas joyas. En un hadîz leemos al respecto:

“Los jóvenes deben iluminar sus corazones con los dichos de los líderes de la religión, conferir a través de ellos sensibilidad a su lengua y expresiones, y hacer llegar a sus oídos lo adecuado por medio de escuchar esas palabras”.67

4. Aprender las ciencias

Dijo ‘Alî (a.s.) en un hadîz:

“Las ciencias experimentales, que proveen las necesidades materiales y que también son útiles al servicio de la sociedad, y los conocimientos literarios y el resto de las ciencias humanas, cada una de las cuales es, de alguna manera, necesaria para el individuo y la sociedad, todas son adecuadas para ser adquiridas por los jóvenes”.68

5. Realizar los actos devocionales

Otra de las características de los jóvenes dignos es que pongan atención a la adoración y devoción a Dios, y por este medio limpien el óxido de sus espíritus y se formen en la adoración y devoción a Dios. A este respecto se transmitió que: “Si alguien en su juventud es desapegado y devoto, en el futuro se incrementarán decenas de veces sus niveles de espiritualidad”.69

6. Arrepentirse

Otra de las particularidades de los jóvenes creyentes es que deben arrepentirse de sus errores y equivocaciones, ya que los jóvenes se encuentran en un estado de cambios, de manera que a veces tienen ánimo espiritual, y otras hacen necedades. Por ello, si llamásemos a la juventud “un período de inestabilidad”, no habremos dicho algo desatinado. Por lo tanto, un joven de fe constantemente se encuentra en un estado de arrepentimiento. Este método lo protege de caer en la desdicha.

Dijo el Profeta (s.a.w.): “Más querido que nadie ante Dios es el joven que se arrepiente de sus pecados y pide perdón ante la Corte del Señor”.70

7. Trabajo y esfuerzo

La etapa de la juventud, que comienza alrededor de los dieciocho años, es el momento del trabajo y esfuerzo del ser humano en el que utiliza su dinamismo y agilidad para realizar sus labores, y si por el contrario, muestra debilidad y vagancia, se arraigará en su ser la falta de voluntad. En una narración se transmitió lo siguiente:

“Si es que él en la etapa de su juventud (en que posee una infinita fuerza corporal y espiritual) no lucha contra su propio ego, ¿cómo podría dedicarse a edificar sus asuntos espirituales en el futuro y en la etapa de la vejez? Él no debe gastar inútilmente sus fuerzas, puesto que de otra manera, en su vejez será muy difícil que pueda hacer algo por corregirse”.71

8. Estar arreglado

En el Islam se ha prestado una especial atención a la belleza y al hecho de cuidar el propio aspecto, y los líderes religiosos mencionaron algunos temas respecto a arreglarse y engalanarse, lo que demuestra la importancia de la que goza este asunto en la vida humana. En los jóvenes existe esta característica más que en el resto de las personas y los líderes del Islam no solo no consideraron rechazable tal inclinación, sino que la corroboraron en la práctica.

Cuando el Imam As-Sâdiq (a.s.) ungía sus cabellos con aceite, decía: “¡Dios mío! ¡Te pido la belleza y el engalanamiento!”.72

También se transmitió de él (a.s.) que: “Un hombre se presentó en la casa del Mensajero de Dios (s.a.w.) y requirió verlo. Cuando el Profeta (s.a.w.) quiso salir de la casa para ir a ver a aquel hombre, se detuvo frente a un espejo o un gran recipiente de agua que había en la habitación, y se arregló la cabeza y el rostro. Cuando ‘Âishah observó esta escena se sorprendió, y al regresar el Profeta (s.a.w.) le preguntó: “¡Oh Mensajero de Dios! ¿Por qué al salir te detuviste frente al recipiente con agua y arreglaste tus cabellos, cabeza y rostro?”. Le respondió: “¡Oh ‘Â’ishah! A Dios le gusta que cuando un musulmán va al encuentro de su hermano, se engalane para verlo”.73

Sin embargo, aún cuando el Islam puso atención a la belleza aparente y a la vestimenta, eso no debe eclipsar los valores y bellezas espirituales, ya que la belleza espiritual es en realidad la hermosura real, en tanto que las bellezas aparentes solo serán buenas si van acompañadas de la belleza interior y de una correcta moral.

Los flagelos de la juventud

Aún cuando la juventud constituye una de las grandes bendiciones de Dios, está expuesta a ciertos flagelos, algunos de los cuales procedemos a mencionar:

1. Desatender la fuerza de la juventud

Uno de los flagelos que amenazan a la fuerza de la juventud es el desaprovechamiento y malgasto de esta fuerza, a lo cual se hizo referencia en las narraciones islámicas:

“Aquel joven que no utilizó sus oportunidades en forma adecuada, cuando llega a la adultez y a la vejez, ya no tiene la capacidad para obedecer los preceptos de Dios”.74

2. Lo efímero de la juventud

Otro de los flagelos de la juventud, es “dejar las cosas para mañana” y retrazar los trabajos y las oportunidades.

Dijo ‘Alî (a.s.): “El joven inteligente y entendido saca provecho lo más rápido y mejor posible de esta efímera juventud, incrementando sus buenos actos y conducta, y esforzándose por adquirir las ciencias”.75

La manera de enfrentarse a los deslices de los jóvenes

Tal como lo mencionamos anteriormente, el Profeta (s.a.w.) brindaba una especial consideración a los jóvenes, y siempre los apreciaba y respetaba, pero, analizando minuciosamente la conducta del Mensajero de Dios (s.a.w.), nos topamos con otro tema más, digno de atención e importancia, y es la manera de tratar con los jóvenes transgresores y pecadores, respecto a lo cual mencionaremos algunos ejemplos:

Dijo el Imam Al-Bâqir (a.s.): “Fadl ibn Al-‘Abbâs, que era un joven bien parecido, en el día de la Festividad del Sacrificio (‘Id al-Adhâ) estaba montado al lado del Profeta (s.a.w.). En ese momento llegó ante el Mensajero de Dios (s.a.w.) una hermosa joven del clan de Jaz‘am junto a su hermano para hacerle unas preguntas sobre las normas de la Legislación islámica. El hermano de la mujer preguntaba las cuestiones de la religión ¡y Fadl ibn Al-‘Abbâs miraba a esa mujer!

El Mensajero de Dios (s.a.w.) tomó a Fadl del mentón y volteó su rostro hacia el lado opuesto al que se encontraba la mujer para que ya no la mirase. Pero el joven la miraba por otro lado, hasta que el Profeta (s.a.w.) nuevamente le dio vuelta el rostro.

Cuando el Mensajero de Dios (s.a.w.) terminó de responder a las preguntas de aquel hombre, tomó a Fadl ibn Al-‘Abbâs del hombro y le dijo: “¿Acaso no sabes que los días pasan, y si alguien protege su vista y lengua, Dios le registrará en su Libro de Acciones la recompensa de una Peregrinación (Haÿÿ) aceptada?”.76

En otra narración se transmitió que ‘Abbâs, el tío del Profeta (s.a.w.) le dijo:“¿Volteaste el rostro de tu primo?”. El Mensajero de Dios (s.a.w.) le respondió:“Vi a una mujer y hombre jóvenes que no estaban a salvo de caer en la tentación y el pecado”.77

Se transmitió que: Cierto día un joven se presentó ante el Profeta (s.a.w.) y le dijo: “¡Oh Mensajero de Dios! ¡Permíteme fornicar!”. La gente, indignada, le reclamó a viva voz, pero el Mensajero de Dios (s.a.w.) dijo con delicadeza: “¡Acércate!”. Aquel joven se acercó y se sentó frente a él. Con cariño, el Profeta (s.a.w.) le preguntó: “¿Te gustaría que hicieran eso con tu madre?”.Dijo: “¡No! ¡Que yo sea sacrificado por ti!”. El Profeta (s.a.w.) dijo: “A la gente tampoco le satisface ello”.

Luego el Mensajero de Dios (s.a.w.) dijo a ese joven: “¿Te gustaría que la gente hiciera eso con tu hermana?”. Respondió: “¡No!”. El Mensajero de Dios (s.a.w.) dijo: “La gente también es así”. Entonces el Profeta (s.a.w.) preguntó: “¿Te gustaría que alguien hiciera eso con tu hija?”. Dijo: “¡No!”. El Profeta (s.a.w.) dijo: “Si alguien hace algo así con su hija, la gente también se enfada”.

Tras la plática entre el Mensajero de Dios (s.a.w.) y ese joven, el Profeta (s.a.w.) colocó su mano sobre su pecho y dijo: “¡Dios mío! ¡Purifica su corazón del pecado, perdona sus pecados y protégele de la fornicación!”.

Por efecto de este comportamiento, desde entonces en adelante, la fornicación se convirtió en la más desagradable de las acciones para ese joven.78

El trato del Profeta (s.a.w.) para con los jóvenes pecadores, conforma el mejor ejemplo para los musulmanes. Pero ha de tenerse en cuenta un punto en estos comportamientos, y es que deben evitarse los pecados de los demás utilizando “la manera correcta” de “ordenar lo bueno y prohibir lo malo” (al-‘amr bil ma‘rûf wa-n nahî ‘an-il munkar).

Sabios consejos del Imam Jomeinî (r.a.) a los jóvenes

El Imam Jomeinî (r.a.), fundador de la República Islámica de Irán, aconsejó en diversas oportunidades respecto a temas relacionados a los jóvenes, entre ellos:

“Nosotros necesitamos que nuestros jóvenes sean formados con una educación humana, esto es, una educación islámica. Estos jóvenes que en el futuro deben proteger a esta nación, administrar esta nación, deben ser correctamente educados y encaminados. El Islam no se esfuerza con nadie de la manera que lo hace con la purificación de estos niños y jóvenes nuestros.

Pido a los jóvenes, muchachas y muchachos, que aún al costo de soportar molestias y sufrimientos, no sacrifiquen la independencia, la libertad y los valores humanos, por los lujos, placeres y el libertinaje, y por el hecho de estar presentes en los centros de corrupción que Occidente y sus agentes apátridas les ofrecen. Aquellos que quieren saquearnos se esforzaron a lo largo de la historia y a lo largo de estos cincuenta y pico de años por volver indiferentes a nuestros jóvenes.

Vosotros, jóvenes musulmanes, es necesario que en la investigación y análisis de las realidades del Islam, en los terrenos políticos, económicos, sociales y otros, tengáis en cuenta los orígenes islámicos y no olvidéis las distinciones que separan al Islam de todas las otras escuelas. Nuestros jóvenes deben saber, que hasta que en el individuo no existan la espiritualidad y la creencia en la Unicidad y la Resurrección, será imposible que pase por alto su propia persona por pensar en la comunidad.

¡Vosotros, oh queridos jóvenes! ¡No deis paso a la desesperanza! ¡La Verdad es la que triunfa! Este país debe ser reformado con la fuerza de vosotros los jóvenes. ¡Qué gran honor es que en nuestro país haya jóvenes prolíficos al servicio del Islam! Vosotros, jóvenes, que sois nuestra esperanza, ¡esforzaos! y mantened la unidad de palabra.

Vosotros, generación joven, tenéis la obligación de despertar de su letargo a los deslumbrados por Occidente, y de hacer públicas las atrocidades de sus gobiernos anti-humanos y de sus agentes.

Algunos de nuestros jóvenes ofrendaron por Occidente toda su reputación nacional, y ésta fue una derrota espiritual, que para nosotros significó la mayor de las derrotas. ¡Que nuestros jóvenes no piensen que todo lo que hay, está en Occidente y que ellos no tienen nada!

Desde ahora, que sois jóvenes y tenéis la fuerza de la juventud, tomad en serio el hecho de echar de vuestro ser las concupiscencias. La primavera del arrepentimiento son los días de la juventud, en que la carga de los pecados es menor, el herrumbre del corazón y la tiniebla interior más incompletas, y las condiciones para el arrepentimiento más fáciles y accesibles”.79

En espera del día en que los adolescentes y jóvenes de la querida nación islámica sigan atentamente estos consejos y exhortaciones fraternales del fallecido Líder de la Revolución, y puedan continuar siempre en el camino de ese maestro y preciado fundador, y desesperanzar a los enemigos del Islam y de Irán…

  • 1. Bâ Tarbîat-e Maktabî Ashnâ Shavîm, p. 320.
  • 2. Sharh Gurar al-Hikam, t. 4, p. 183.
  • 3. Al-Kâfî, t. 2, p. 163.
  • 4. Bihâr al-Anwâr, t. 77, p. 75; t. 81, p. 173 y t. 71, p. 180; Al-Jisâl, t. 1, p. 113.
  • 5. Rawdah al-Kâfî, p. 93.
  • 6. Safînat al-Bihâr, Vocablo “Qalb” (corazón), t. 2, p. 442.
  • 7. Guftâr-e Falsafî, Cap.: “El Joven”, t. 1, p. 71.
  • 8. Bihâr al-Anwâr, t. 71, p. 180; Amâlî as-Sadûq, p. 25.
  • 9. Wasâ’il ash-Shî‘ah, t. 4, p. 30.
  • 10. Mustadrak al-Wasâ’il, t. 2, p. 353.
  • 11. Sûra al-Fâtir, 35: 37.
  • 12. Tafsîr al-Burhân, bajo la explicación de la aleya mencionada.
  • 13. Shâdkâmî, p. 41.
  • 14. Guftâr-e Falsafî, Cap.: “El Joven”, t. 1, p. 375.
  • 15. Wasâ’il ash-Shî‘ah, t. 2, p. 140.
  • 16. Al-Kâfî, t. 6, p. 47.
  • 17. Safînat al-Bihâr, t. 1, p. 680, vocablo Shababa.
  • 18. Periódico “Ettelâ‘ât”, nº 11765.
  • 19. National Crime Prevention Comittee (Canada), Annual Report, 1991.
  • 20. National Advisory Council on Status of Women, 1993 Annual Report.
  • 21. A‘lâm al-Warâ, p. 68.
  • 22. Usud al-Gâbah, t. 2, p. 290.
  • 23. Dar Maktab-e Ahl-e Beit, t. 2, p. 117; Wasâ’il ash-Shî‘ah, t. 5, p. 125.
  • 24. Ta’rîj at-Tabarî, t. 2, p. 62; Al-Kâmil, t. 2, p. 40; Musnad Ahmad, t. 1, p. 111; Sharh Nahÿ al-Balâgah de Ibn Abî al-Hadîd, t. 13, p. 210.
  • 25. Ta’rîj al-Anbiâ’, t. 1, p. 76; Bihâr al-Anwâr, t. 35, p. 68; Sharh Nahÿ al-Balâgah, de Ibn Abî Al-Hadîd, t. 1, p. 6.
  • 26. Mustadrak al-Hâkim, t. 3, p. 483; Kifâiat at-Tâlib, p. 260; Al-Gadîr, t. 6, p. 22.
  • 27. Usûl al-Kâfî, t. 1, p. 448; Al-Gadîr, t. 7, p. 330; Bihâr al-Anwâr, t. 35, pp. 68 a 183.
  • 28. Ta’rîj at-Tabarî, t. 2, p. 212; Al-Gadîr, t. 3, p. 226; Bihâr al-Anwâr, t. 38, p. 262; Ihqâq al-Haqq, t. 4, p. 153.
  • 29. Sûra al-Baqarah; 2: 215; Tafsîr al-Furât, p. 112.
  • 30. Ihqâq al-Haqq, t. 6, p. 449; Bihâr al-Anwâr, t. 38, p. 244; Manâqib Ibn Shahr Ashûb, t. 2, p. 180; Kanz al-‘Ummâl, t. 6, p. 397.
  • 31. Ihqâq al-Haqq, t. 3, p. 26 y t. 6, p. 479; Bihâr al-Anwâr, t. 19, p. 60; Sîrah al-Halabîiah, t. 2, p. 26.
  • 32. Ihqâq al-Haqq, t. 8, p. 352; Bihâr al-Anwâr, t. 41, p. 80; Al-Irshâd del Sheij Mufîd, t. 1, p. 62.
  • 33. Ihqâq al-Haqq, t. 8, p. 359; Sharh Nahÿ al-Balâgah de Ibn Abî Al-Hadîd, t. 3, p. 401; Tadhkirah al-Jawuâs, p. 30; Ta’rîj at-Tabarî, t. 3, p. 37.
  • 34. Ihqâq al-Haqq, t. 8, p. 378; Mustadrak al-Hâkim, t. 3, p. 32; Ta’rîj Bagdad, t. 13, p. 19; Maqtal al-Husein, de Al-Juwârîzmî, p. 45.
  • 35. Ihqâq al-Haqq, t. 5, p. 420; Kanz al-‘Ummâl, t. 5, p. 283; Al-Irshâd del Sheij al-Mufîd, t. 1, p. 114; Mustadrak ‘alâs-Sahihain, t. 3, p. 37.
  • 36. Ihqâq al-Haqq, t. 8, p. 682; Sîrah Ibn Hishâm, t. 2, p. 429; Usud al-Gâbah, t. 3, p. 102; Al-Isâbah, t. 1, p. 318.
  • 37. Al-A‘lâm, de Az-Zarkalî, t. 2, p. 125; Al-Isâbah, t. 1, p. 237; Sifat as-Safwah, t. 1, p. 205; Maqâtil at-Tâlibîin, p. 3.
  • 38. Al-Isti‘âb, impreso en los márgenes de Al-Isâbah, t. 1, p. 212; Hiliat al-Awliâ’, t. 1, p. 114; Tabaqât Ibn Sa‘d, t. 4, p. 22.
  • 39. Al-Isâbah, t. 1, p. 239; Sîrah al-Halabîiah, t. 2, p. 786; Mu‘ÿam al-Buldân, t. 5, p. 219; Al-A‘lâm, de Az-Zarkalî, t. 3, p. 125.
  • 40. Al-A‘lâm, de Az-Zarkalî, t. 7, p. 248.
  • 41. Hiliat al-Awliâ’, t. 1, p. 106.
  • 42. Tabaqât Ibn Sa‘d, t. 3, p. 82; Al-Isâbah, t. 3, p. 401; Hiliat al-Awliâ’, t. 1, p. 106.
  • 43. Sîrah Ibn Hishâm, t. 2, p. 294; Usud al-Gâbah, t. 4, p. 369; Sifat as-Safwah, t. 1, p. 125; Bihâr al-Anwâr, t. 6, p. 405.
  • 44. Ta’rîj al-Islâm, de Adh-Dhahabî, t. 1, p. 380; Shadharât adh-Dhahab, t. 1, p. 26; Sîrah al-Halabîiah, t. 3, p. 120.
  • 45. Usud al-Gâbah, t. 3, p. 358; Al-A‘lâm, de Az-Zarkalî, t. 4, p. 200.
  • 46. Nâsij at-Tawârîj, Biografía del Profeta (s.a.w.), p. 378.
  • 47. Al-A‘lâm, de Az-Zarkalî, t. 4, p. 200; Al-Isâbah, t. 2, p. 451.
  • 48. Usud al-Gâbah, t. 4, p. 376; Tabaqât Ibn Sa‘d, t. 3, p. 120, Segunda Parte.
  • 49. Sîrah al-Halabîiah, t. 3, p. 120.
  • 50. Hiliat al-Awliâ’, t. 1, p. 228.
  • 51. Al-Isâbah, t. 2, p. 357.
  • 52. ‘Imwâs: es el nombre de una región de Palestina en las cercanías de Jerusalén en la que en el año 18 de la Hégira se propagó por primera vez una enfermedad contagiosa que se cobró la vida de muchos musulmanes y Compañeros del Profeta (s.a.w.). Esta enfermedad se manifiesta al ingresar el microbio a través de la sangre y mata a la persona en un período de unas cuantas horas (Mu‘ÿam al-Buldân, t. 4, p. 157).
  • 53. Maÿma‘ az-Zawâ’id, t. 9, p. 310; Gâiat an-Nihâiah, t. 2, p. 301; Sifat as-Safwah, t. 1, p. 195.
  • 54. At-Tabaqât, t. 3, p. 12; Al-Isti‘âb, impreso en los márgenes de Al-Isâbah, vocablo “Ma‘âdz”.
  • 55. Al-A‘lâm, de Az-Zarkalî, t. 1, p. 291; Al-Isâbah, t. 1, p. 29.
  • 56. At-Tabaqât, t. 4, p. 42; Bihâr al-Anwâr, t. 21 p. 50; Usud al-Gâbah, t. 1, p. 64.
  • 57. Bihâr al-Anwâr, t. 21, p. 50; Usud al-Gâbah, t. 2, p. 81.
  • 58. At-Tabaqât, de Ibn Sa‘d, t. 4, p. 42; Tahdhîb Ta’rîj Ibn ‘Asâkir, t. 2, p. 391.
  • 59. A‘lâm al-Warâ, p. 145.
  • 60. Al-A‘lâm, de Az-Zarkalî, t. 1, p. 291; Al-Isâbah, t. 1, p. 29.
  • 61. Tuhaf al-‘Uqûl, p. 277.
  • 62. Gurar al-Hikam, p. 372.
  • 63. Nahÿ al-Balâgah, ordenación de Feiz, p. 1114.
  • 64. Bihâr al-Anwâr, t. 1, p. 214.
  • 65. Safînat al-Bihâr, t. 1, p. 680.
  • 66. Al-Kâfî, t. 6, p. 47.
  • 67. Ibíd.
  • 68. Sharh Nahÿ al-Balâgah, de Ibn Abî al-Hadîd, p. 20, Máxima nº 817.
  • 69. Maÿma‘ al-Baiân, t. 2, p. 385.
  • 70. Maÿmû‘ei-e Varâm, t. 2, p. 118; Mishkât al-Anwâr, p. 155.
  • 71. Mustadrak al-Wasâ’il, t. 2, p. 353; Tafsîr al-Burhân, p. 882; Gurar al-Hikam, p. 645.
  • 72. Makârim al-Ajlâq, p. 51.
  • 73. Bâ Tarbîiat-e Maktabî Ashnâ Shavîm, p. 113.
  • 74. Al-Kâfî, t. 2, p. 135; Ta’rîj al-Ia‘qûbî, t. 2, p. 59.
  • 75. Nahÿ al-Balâgah, ordenación de Feiz, Discurso nº 82.
  • 76. Bihâr al-Anwâr, t. 9, p. 351; Fiqh ar-Ridâ, p. 73.
  • 77. Islâm va Tarbîat-e Kudak, p. 383.
  • 78. Rabesh-e Tablîg, p. 63.
  • 79. Kalemât-e Qesâr, Pend·hâ, Hekmathâ-ie Imâm Jomeinî, p. 216.

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