¿Quiénes son “Nosotros”? Humera Khan Rechaza los Decretos Divinos

by Katie

SHAFAQNA – Teniendo en cuenta la amnesia colectiva de la mayoría de la comunidad musulmana a lo largo del siglo pasado, el renacimiento de los Pactos del Profeta es un fenómeno de considerable importancia. En consecuencia, cuando una experta antiterrorista como Humera Khan declara “nosotros no necesitamos esos documentos”, estamos obligados a formular una pregunta esencial: ¿quiénes no los necesitan? ¿quiénes son “nosotros”?

Humera Khan es Directora Ejecutiva de “Muflehun”, organismo al que se describe como «un grupo de expertos especializados en prevenir la radicalización y combatir al extremismo violento (CEV)». Sus áreas de especialización incluyen «Combatir al Extremismo Violento (CEV), Medios de Difusión y la CEV, Estrategias de Seguridad, Estudios Islámicos, Ideología del Extremismo Violento, Las Mujeres y la Seguridad, Programas para la Juventud de CEV, Radicalización Online, Programas de la CEV para Mujeres». Humera «sirve como asesora al gobierno de Estados Unidos (incluidos el FBI, DHS, DOJ, DNI, DOS, NCTC, NSC y TSA) y a distintos organismos de seguridad europeos». En reconocimiento por sus servicios, recibió el Premio al Liderazgo Comunitario por parte del Director del FBI en 2012.

Es posible que con “nosotros” se refiera a “nosotros los musulmanes”. Entonces se podría leer: “nosotros los musulmanes no necesitamos esos documentos”. De todos modos, resulta incomprensible el motivo por el que un líder musulmán rechazaría documentos de semejante envergadura socio-política. Los Pactos del Profeta incentivan de una manera espectacular la tolerancia, la inclusión y la convivencia pacífica entre los miembros de todas las religiones. Afirmar que los musulmanes no los necesitamos, es lo mismo que decir que los países no necesitan sus respectivas Constituciones o que los seres humanos no necesitan la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

 

También podría ser que “nosotros” tenga un significado más amplio. Por ejemplo, “nosotros, los seres humanos, no necesitamos esos documentos”. Es decir, quizás sean de interés para los musulmanes pero no significarían nada para los no musulmanes. Pero en este caso se estaría despreciando lo que sí fue durante mucho tiempo de una importancia vital para judíos, samaritanos, cristianos y zoroastrianos, con el valor de pólizas de seguro efectivas en lo que hacía a la protección de sus vidas, derechos religiosos, propiedad y libertades. Decir “nosotros, los seres humanos, no necesitamos esos documentos”, es privar a los no-musulmanes de su identidad y existencia en el mundo islámico.

Pero es posible que el misterioso “nosotros” tuviese connotaciones más siniestras y transmita el sentido “nosotros, el FBI o el Departamento de Estado, no necesitamos esos documentos”. Para ellos, antes que representar un beneficio, representarían una desventaja puesto que interfieren directamente en la dicotomía impuesta de “musulmanes buenos” y “musulmanes malos”. Los “buenos” serían los que promueven los planes y formas de vida de Occidente y los “malos” los que defienden la soberanía de sus tierras y las formas de vida islámicas. Hay que recordar que la mayoría de los países occidentales, incluyendo el gobierno de Estados Unidos, han aceptado los principios del CEV (Combating Violent Extremism); o sea, la Estrategia para Combatir al Extremismo Violento.

 

Mientras que nadie en su sano juicio se opone a la lucha contra el extremismo violento, Peter Romaniuk, en “¿Funciona la Estrategia para Combatir al Extremismo Violento? Lecciones Aprendidas del Esfuerzo Global Para Oponerse al Extremismo Violento”, llega a la conclusión de que “los logros de la CEV en la práctica, aún no son proporcionales a su importancia en el discurso público”. Que la CEV se centre en la rehabilitación y reinserción de los delincuentes violentos, es una manifestación del sinsentido liberal. No estamos tratando con jóvenes descarriados que fuman marihuana, duermen en exceso con muchachas y consumen cantidades exageradas de alcohol. Se trata de gente que viola, tortura y asesina en masa. No deberíamos tratarlos como infantes. Deberíamos eliminarlos. Aquí radica la diferencia fundamental entre los partidarios de la CEV y los partidarios de la Iniciativa de los Pactos. Estos son claros: exigen justicia. Los crímenes graves como abuso sexual, trata de personas, crímenes de guerra y genocidio, no deben quedar impunes. Y si quedan impunes ello hará temblar el Trono Majestuoso.

 

¿Quiénes son “nosotros”? Si algo está claro, es que “nosotros” no son “quienes” pensamos. “Nosotros” no podría ser el colectivo musulmán. El argumento de que el Corán es todo lo que los musulmanes necesitan es coránicamente inadmisible. Dice Dios Todopoderoso, “obedece a Allah y obedece al Mensajero” (3:31; 4:59; 5:92; 24:54; 64:12). Y el Corán dice explícitamente: “quien obedece al Mensajero ha obedecido a Allah” (4:79). También se establece definidamente que “quien desobedezca a Allah y a su Mensajero indudablemente está equivocado” (33:36).

Si el Corán es lo único que necesitamos los musulmanes, ¿por qué no quemar todos los libros de tradiciones? ¿Por qué no colocar los libros de jurisprudencia, exégesis, teología, historia y filosofía en la pira funeraria? Y aunque todos decimos seguir el Corán, nos dividimos en innumerables sectas, movimientos y escuelas. ¿Por qué?

Porque en la práctica, a través de los siglos, el Corán no ha sido una fuente de unidad y uniformidad en la comunidad musulmana, seguramente por aquello de “Dios une, los hombres dividen”. El Corán, con aproximadamente 1500 años de vida, no evitó que los musulmanes matasen a otros musulmanes y a no musulmanes. ¿Por qué? Porque se desobedeció un consejo-aviso clave, trascendental del Profeta de los musulmanes. Se desobedeció la reconocida tradición mutawatir, el hadiz de Ghadir Jumm.

 

Y el Mensajero de Dios predijo lo que sucedería debido a la interpretación errada o malévola del Corán: «pronto llegará el tiempo en que no quedará nada del Corán, salvo sus vestigios; y no quedará nada del Islam salvo su nombre. Sus mezquitas estarán llenas (de gente) pero desprovistas de orientación. Sus eruditos serán la peor gente bajo el cielo y de ellos emergerán y se expandirán las disensiones y los conflictos”. Hoy día se podría retomar la buena senda y dejar de lado las disensiones y los conflictos con solo aplicar los Pactos del Profeta.

Independientemente de que alguien ponga en duda que los Pactos del Profeta concedidos a los judíos, samaritanos, cristianos y zoroastrianos sean auténticos, contienen los mismos componentes principales que los Pactos del Profeta que sobrevivieron de manera incompleta en fuentes musulmanas censuradas. Incluso aunque alguien afirmase que todas las cartas, tratados y Pactos del Profeta en todas las fuentes son falsos, no se podría ser un musulmán de buena fe y creyente si se rechazasen los principios que propugna: el derecho a la vida, el derecho a la dignidad humana, el derecho a la devoción o culto religioso, el derecho a la propiedad y el derecho a la protección.

 

Realmente ¿“no necesitamos esos documentos”? Dios Todopoderoso cree que sí. De no ser así, no se los habría revelado al Profeta Muhammad –la paz y las bendiciones sean con él–. El Mensajero de Dios cree que los necesitamos. De no ser así, no los habría presentado, no los habría reproducido multiplicadamente, no habría exigido su cumplimiento por parte de una gran cantidad de sus Compañeros y no los hubiese proporcionado a las comunidades religiosas en todo el Oriente Medio.

Seamos honestos. Los musulmanes necesitamos los Pactos del Profeta. El Pueblo del Libro los necesita. Los seres humanos los necesitamos. Todos nosotros los necesitamos ahora más que nunca.

 

[Nota del Editor: Para mayor información, los lectores pueden consultar Power Manifestations of the Sirah: Examining the Letters and Treaties of the Messenger of Allah (2011) por Zafar Bangash, El Minarete y el Campanario: los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo por John Andrew Morrow e Islam and the People of the Book: Critical Studies on the Covenants of the Prophet (2017), escrito por el Dr. Morrow y una docena de académicos eruditos musulmanes.]

Héctor Horacio Manzolillo ha estado durante un largo período de su juventud comprometido con las necesidades de los oprimidos y explotados en Argentina. Participó activamente en el trabajo socio-político llevado a cabo por el “movimiento de sacerdotes para el tercer mundo” y fue expulsado de su país en 1975 por el gobierno, el cual se hallaba bajo presión militar. Se trata de un analista político que durante muchos años publicó artículos en dos periódicos de su provincia luego de retornar del exilio. También es autor de cientos de artículos y traductor de más de sesenta libros islámicos del inglés al español, incluido Los Pactos del Profeta Muhammad con los Cristianos del Mundo. Actualmente continúa en la misma línea de trabajo.

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